PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO
Yulian, una joven que no creía en nada más de lo que tuviera frente a sus narices. Estaba confiada en que el mundo era bueno, pero la vida decidió jugarle una mala pasada obligándola a elegir entre la vida, la muerte y el amor...
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Ya había pasado una semana y mis entrenamientos no paraban. Ya había aprendido a controlar más mi fuerza, pero aún debía trabajar en el control de mis alas, porque ellas salían en cualquier momento en que sentían que mi vida corría peligro.
Incluso a Sariel se le había hecho extraño el comportamiento de mis alas, y me cogió como experimento para él. Me estuvo metiendo en repetidas ocasiones a cabinas que hacían que mis alas se expandieran inmediatamente. Sariel tomaba apuntes y no dejaba de mirarme; pasaban horas. Mis alas estaban alertas en cada segundo que pasaba encerrada en la cabina; cuando sentía que me quedaba sin oxígeno ellas me rodeaban y el pequeño espacio en el que estaba comenzaba a llenarse de un aíre frío. Siempre cerraba los ojos y comenzaba a controlar lentamente mi respiración hasta que volviera a la normalidad.
Cada que Sariel terminaba con su experimento siempre salía echando humo y maldiciendo de la habitación al saber que no tenía ningún tipo de avance. Yo me tiraba al suelo y me quedaba observando como salía. Recostaba mi cabeza en el cristal, y mis alas se escondían por fin. Era doloroso cada que salían, la verdad es que era un tormento. Siempre sentías como se desgarraba tu piel, como se abría y sangraba, para que tan mágicas, hermosas y brillantes alas salieran a la luz.
Sariel me había adornado una habitación para mi sola. Tenía un baño espectacular, una cama enorme y tenía un ventanal con una gran vista, pero me costaba demasiado estar acá. Sarcks dijo que podía quedarme con él, pero Sariel insistió en que tuviera mi espacio personal, pero ya no puedo salir... dice que es por mi seguridad, aunque todos sabemos que no es así. No soy yo quien corre peligro, son los demás. Los demás corren peligro con mi presencia.
Un día luego del entrenamiento me quedé guardando los guantes de boxeo y todos los materiales que habíamos utilizado ese día.
Escuché la voz de Sariel, así que me quedé junto a la puerta unos segundos, los suficientes para escuchar lo que decían.
—Sarcks —lo llamó Sariel.
—¿Qué pasa?
—¿Dónde está, Yulian?
—Adentro, está guardando todas las cosas.
—Los reinos corren peligro... —dudó un segundo antes de continuar—. Más bien, el mundo entero corre peligro.
—¿Por qué?
—Yulian.
Mis ojos se abrieron de par en par al oír mi nombre. Me fui de para atrás y golpeé unas cajas. Recé para que no me hubieran escuchado, y agradecí cuando no fue así y Sarcks comenzó a hablar.
—¿Cómo que Yulian? —se notaba en el tono de su voz que se estaba empezando a alterar—. ¿No has visto como ha avanzado?
—No como esperaba. Yulian no sabe manejar sus alas —suspiró—. Imagina cuando vuelva el mundo humano, imagina que alguien la intente robar, ¿qué crees que pasaría?