Capítulo 11 - ¡No, por favor no!

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Me desperté gracias a la luz que entraba por la ventana de mi habitación

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Me desperté gracias a la luz que entraba por la ventana de mi habitación. Me coloqué la almohada sobre la cara.

No sabía qué horas eran, pero si sabía que no tenía ganas de levantarme.

Creo que pasaron cinco minutos cuando me di por vencida. Me quité la almohada y abrí los ojos. Mark tenía la cara súper pegada a la mía, lo que hizo que me sobresaltara.

—Buenos días, dormilona.

—Buenos días.

Me encantaban sus ojos; eran como si llevarán dentro el propio infierno y yo era capaz de quemarme en el.

—¿Qué deseas hacer hoy cariño?

—Ahora mismo comer algo. Me ruge el estómago.

Mark se burló.

—Cariño, el desayuno está sobre la mesa. Iré a darme una ducha o ¿Quieres ducharte conmigo? —Se detuvo en el marco de la puerta y me guiñó el ojo.

Ese hombre me estaba volviendo loca.

—Claro que sí, yo encantada. Espérame.

Me comí lo más rápido que pude el desayuno y seguí a Mark dentro del baño.

Mark me ayudó a desvestirme y se quedó parado detrás de mí; mientras me observaba por el espejo.

—Eres hermosa.

No fui capaz de darle respuesta a ese alago. Me quedé observando mi propio reflejo.

—¿Qué pasa?

—¿Cuánto tiempo debemos huir? —las lágrimas comenzaban a amenazar con salir de mis ojos, pero no se los permití.

—No estamos huyendo —me respondió suavemente, mientras colocaba un mechón de cabello detrás de mí oreja.

—Claro que sí. Estamos huyendo de algo que yo ni siquiera entiendo. No sé porque tuvimos que irnos. Sé que Martin me quiere matar, pero no entiendo el porqué. En mi vida nunca lo había visto, no sabía que existían esas malditas sectas, pensé que solo eran cosas de ficción, y ahora estamos aquí, escondiéndonos del jefe de una. Esto es una locura Mark.

Mark no me respondió, ni opinó; se limitó a mirarme. Tampoco quise preguntarle. Si él no me decía nada, no podía sacarle las respuestas a la fuerza; en algún momento me iba a enterar.

Me bañé de forma automática, como si mi cuerpo se manera a su antojo. Salí de la ducha, y antes de cruzar la puerta a la habitación, Mark susurró casi para sí mismo.

—Te protegeré.

No sabía cómo me vestiría ese día. No tenía ganas de ir a ningún lado, quería darme ahí. Me gustaba ese lugar. Era cálido y bastante acogedor.

Me decidí por unos shorts blancos y una camisilla de tirillas moradas, al igual que mi conjunto de ropa interior.

Me recogí el cabello en una coleta de caballo alta. No tenía ganas tampoco de maquillarme, así que me quedé al natural.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora