Capítulo 30 - Mis alas

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Todos los ojos estaban puestos en mí

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Todos los ojos estaban puestos en mí.

Mi cuerpo quedó paralizado.

¿Debería agradecer? ¿Debería decir algunas palabras?

Los ángeles seguían murmullando, y mis manos temblaban; me las metí en los bolsillos del jean, para disimular.

Ageo se paró y señaló detrás de mí.

—Alteza, son sus alas —susurró sonriente, a la vez que sorprendido.

Giré el rostro hacia un lado y las vi.

Mis alas... me dejé caer al suelo en ese mismo instante. Eran enormes, y con un brillo que dejaría ciego a más de uno.

Los ángeles tenían razón; eran grises.

—Es la primera vez en toda la historia, que alguien tiene las alas grises —comentó un ángel, a mis espaldas.

—¡Otra sorpresa más! —se burlaba Martin—. Nuestra querida alteza es todo un misterio.

No me di ni cuenta de cómo pasó, pero estaba parada frente a Martin, dándole un golpe tan fuerte en el estómago; que lo hizo vomitar sangre.

Cerré los puños, comencé a golpear el rostro de Martin.

No podía controlar mi fuerza. Martin me gritaba, pero mi furia era tanta, que no podía ni escuchar lo que decía.

Mis manos estaban llenas de sangre, pero no sentía dolor en ellas. Solo quería seguir y seguir golpeándolo.

Me tomaron de la cintura y me alejaron de él.

—¡Suéltenme! ¡Lo voy a matar! —grité, furiosa.

—Santin te necesita —Mark me giró, y pude notar la tristeza en sus ojos.

Lo abracé inmediatamente, y él se rio suavemente.

—¡Gracias al cielo, estás bien! —susurré, pegada a su camisa.

—Noah pudo salvarme a mí, pero no ha podido con Santin. Te necesita ahora —tomó mi rostro con sus manos, y me dio un suave beso sobre la frente.

Me tomó de la mano y me llevó a una pequeña casa, que se encontraba detrás de la plaza.

Entramos y allí estaba él.

El suelo estaba lleno de sangre, y Santin jadeaba de dolor.

Estaba sintiendo demasiado dolor. Noah estaba sobre él, diciendo un montón de cosas en latín, pero al parecer no funcionaban.

—¡No funciona, maldita sea! —gritaba furioso— ¡En Mark funcionó a la perfección! —seguía gritando, decepcionado.

Me acerqué a ellos dos, y me arrodillé en el suelo junto a Santin. Tomó mi mano inmediatamente, pude sentir todo su dolor.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora