Capítulo 25 - ¡¿Qué quieres?!

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Habían pasado tres semanas desde lo sucedido con Mark y no se ha atrevido a dirigirme la palabra

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Habían pasado tres semanas desde lo sucedido con Mark y no se ha atrevido a dirigirme la palabra. Cada que estábamos en algún lugar juntos se hacía en alguna esquina lejos de mí, y se quedaba observándome, analizándome. Era pendiente de cada uno de mis movimientos, incluso sentía como se metía dentro de mi cabeza.

Santin y Kristin tampoco habían vuelto a aparecerse, no había vuelto a tener contacto con ninguno.

No podía salir de casa.

Cada que quería salir, me jalaba hacia él. Me trataba de desconcentrar de las mil maneras que le fueran posibles.

No quería que saliera, me tenía encerrada en mi propia casa.

Mark se la pasaba hablando por el móvil, las pocas veces que alcanzaba a escuchar, siempre era por Martin. Por las noches se iba y llegaba en plena madrugada, ebrio. Se la pasaba diciendo comentarios estúpidos, y chistes sin sentido.

Caminé hacia el balcón y me acomodé en la hamaca, que Mark había colocado allí para mí. Me miré los brazos y observé los moretones que me habían quedado después de la última discusión que había tenido con Mark; eran muy notables. Tenía la mayoría en el brazo derecho.

Me costaba moverlos, pero me costaba más olvidar lo sucedido.

Cerré los ojos y las imágenes de la discusión no tardaron en llegar.

Flashback

—¿Qué carajo fue lo que hiciste allá? —me gritaba Mark desde la cocina.

—¡No lo sé, no lo sé! —gritaba yo.

—¡Claro qué si lo sabes, maldita sea, Yulian!

—¿Cómo mierda voy a saber lo que hice? ¡Sabría algo si usted se dignara en contarme! —exploté—. ¡Me estás escondiendo cosas, Mark!

—No... no te estoy escondiendo nada, te estoy protegiendo —musitó.

—¡Vete al infierno, Mark! —grité, y comencé a subir las escaleras.

Mark apareció a mi lado a los pocos segundos y me tomó del brazo.

Me jaló hacia él y me besó bruscamente.

—¿De dónde crees que vengo?

—¡Eres un hijo de puta! —traté de zafarme se su brazo, pero él me apretó más fuerte—. ¡Me estas lastimando!

—Vas a tener que averiguar cómo lo hiciste, si no quieres que lo te haga recordar yo mismo, ¿oíste?

—No te atreverías —volví a tratar de zafarme de su brazo.

—No me retes —susurró y me empujó de tal manera que perdí el equilibrio y rodé por las escaleras.

Desperté ya de noche; estaba en mi habitación. Todas las luces estaban encendidas. Me traté de parar de la cama, pero mi cuerpo no tenía fuerzas, me sentía muy débil. Tomé aire y me levanté. Mi cabeza daba vueltas. Me paré en el umbral de la puerta y miré al pasillo a ver si escuchaba u oía a Mark, pero no. Todo estaba en un profundo silencio.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora