Capítulo 24 - Es peligroso...

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—Tenemos que pensar en algo, de verdad

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—Tenemos que pensar en algo, de verdad... —Mark se jalaba el cabello y las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos —. Tenemos que hacer algo.

—¡Bravo! ¡Bravo! —Martin se encontraba recostado en el marco de la puerta, aplaudiendo— Esto es maravilloso, Mark. ¿De verdad no has considerado unirte a clases de actuación? Yo podría ayudarte —dice con sarcasmo.

—¿Qué haces aquí Martin? —inquirió Mark.

Santin me colocó detrás de él, para protegerme.

—¿Creíste que me iba a quedar arriba, cuando tenía tantas ganas ver a mi querida amiga? —preguntó Martin, mientras se acerca a mí.

—¿Cómo qué arriba, Mark? ¡¿Cómo putas que arriba?! —ese era Santin.

Su rostro se había vuelto de un rojo intenso. Pensé que iba a golpear a Mark, pero solo se dio la vuelta y comenzó a suspirar y a maldecir en voz baja.

Aquí pasaba algo que todos sabían menos yo. Había algo que no me estaban contando, pero tenía que averiguarlo. Tenía que saber lo que estaba pasando conmigo. No podía quedarme más de brazos cruzados.

Martin se había colocado a mi lado. Me corría el cabello del lado izquierdo, y me lo colocaba detrás de la oreja. Acercaba su rostro e inhalaba.

Mi cuerpo inmediatamente reaccionaba, y se erizaba.

—Hueles delicioso, querida —susurró en mi oído.

—Gracias.

—No hay de qué, mi reina —Martin se disponía a darme un beso, pero corrí mi rostro. Gesto que no le gusto para nada—. ¿Te vas a poner de mala conmigo? Recuerda que eres tú la que pierde; yo simplemente disfruto —me dio un suave y frio beso en la mejilla.

Me tomó del cabello y me empujó contra la pared. Con la mano que tenía libre me tomó del cuello y me levantó. Mis pies quedaron colgando en el aire.

—No te confundas conmigo, cariño —musitó, muy cerca de mi rostro.

Me tomó el rostro con la mano con la que sostenía mi cuello, y aun estando en el aire me besó. Me besó de una manera tan repugnante e incluso dolorosa. Metió su lengua en mi boca y sentí como si me estuviera quemando por dentro. Quería gritar. Traté de morderlo, pero mis dientes no se movían. Estaba completamente inmóvil, a su merced.

Cuando se alejó unos pocos centímetros de mi rostro, observé sus ojos y solo vi rabia, celos. Sentí como si pudiera ver cada una de las perversidades que ese ser tan vil y asqueroso había cometido. Sentí que la bilis subía por mi garganta.

—Eres repugnante —solté.

Me escupió y salió de la habitación.

Me dejó caer en el suelo, muerta de miedo. Mis manos y todo mi cuerpo temblaban. Me tapé el rostro y comencé a llorar.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora