PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO
Yulian, una joven que no creía en nada más de lo que tuviera frente a sus narices. Estaba confiada en que el mundo era bueno, pero la vida decidió jugarle una mala pasada obligándola a elegir entre la vida, la muerte y el amor...
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Me desperté al sentir el mar de besos que iba dejando Mark por todo mi rostro.
—¿Cómo estás, pequeña? —preguntó, mientras se incorporaba de la cama.
—Extrañamente agotada—escondí mi cara en la almohada y suspiré.
Mark soltó una carcajada y me jaló por los pies, tirándome al suelo.
—Vamos, bella durmiente. Te tengo algo preparado.
—Después me lo das —susurré—. Ahora solo quiero descansar.
Me levanté del suelo y volví a subirme a la cama de un brinco.
—Vamos, no seas así...
Una carcajada se me salió de inmediato al presenciar la escena que estaba creando Mark; zapateando como todo un niño pequeño.
—Está bien, ¡Está bien!... —levanté los brazos a manera de rendición.
Definitivamente odiaba que me despertaran, eso causaba que empezara mi día de mal humor, pero Mark cruzaba con total facilidad cada uno de los límites de mis emociones, y yo ni me inmutaba por ello.
Me incorporé, busqué a Mark con la mirada y lo vi de pie junto a la ventana. Le eché una mirada asesina, pero eso solo hizo que se burlara de mí.
—Cuídate, Barner —le advertí, mientras entraba al baño.
El baño era un espacio completamente diferente al resto del lugar; el suelo era de un cristal blanco que lo hacía parecer un espejo, las paredes eran de un tono gris, había una bañera echa toda en piedra y unas lámparas que colgaban del techo.
Iba a quitarme la ropa para meterme bajo la ducha, pero para mi sorpresa ya llevaba mi cuerpo desnudo, así que entré y dejé que el agua caliente me arropara.
Mi cabeza se encontraba en un caos total y mi cuerpo nadaba en un mar de sensaciones, sin saber dónde detenerse, ¿estaba segura? ¿seguía corriendo peligro? ¿en verdad huía o me estaban entregando? ¿cómo podría al menos saberlo? Por otro lado, las pesadillas seguían apareciendo, aunque estuviera despierta y se veían tan reales que me hacían poner en duda la poca cordura que me quedaba.
Mark estaba más que seguro de que Martin se había paseado por mi cabeza en varias ocasiones, pero ¿para qué Martin querría asustarme de tal manera?, y si tanto deseo tenía de matarme ¿por qué simplemente no lo hizo?
Cerré la llave para tomar la pasta de jabón que se encontraba en una pequeña barra junto a todos los demás productos de baño. Comencé a restregarme el cuerpo, cuando en unos de los movimientos este se me resbala por entre los dedos. Al agacharme para tomarlo una corriente de viento sopló mi cuerpo haciéndome colocar los vellos de punta, era igual al aleteo de un pájaro. Giré mi rostro rápidamente, pero no había nada.