Capítulo 18 - Anónimo

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"Te amo"

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"Te amo"

Eso decía el papel que estaba pegado en la tapa de una caja pequeña negra, que estaba en el suelo de la entrada de mi casa.

Había pensado que era de Mark, pero no había salido de casa en todo el día, así que no lo creí.

—Cariño, ¿qué es? —preguntó Mark desde las escaleras.

—Nada, solo el periódico —respondí.

La verdad no me daba ganas de contarle que alguien había estado dejando detalles en la puerta de mi casa las dos últimas semanas. Aunque en cualquier momento se iba a dar cuenta.

La última vez había sido la semana anterior, dos días después de la fiesta de Santin; ese día alguien me trajo un ramo de rosas rojas hermosas que tenía una tarjeta que decía "Lo siento" Es que si ni siquiera Mark que era mi pareja, me daba detales así.

Rasgué el envoltorio negro y sacudí la pequeña caja.

Cuando la abrí vi un iPod y otra nota.

"Siempre le damos más valor a las cosas materiales, ¿cierto?

—Tu anónimo."

¡Ay, no me jodan! Eso me sacudió los nervios dentro de mí. ¿Siempre le damos más valor a las cosas materiales? ¿Qué mierda significaba eso? Y si era así, ¿por qué un iPod? ¿Y si hay conversaciones grabadas allí? Es más, ni notitas pendejas me debería de mandar, quien quiera que fuera "Mi anónimo"

Subí a la habitación y aproveché que Mark estaba en la ducha, para meter la pequeña caja con el iPod en su interior, en el cajón de mi ropa.

Se me salió una pequeña sonrisa, que supuse fue por el hecho de estar encendiéndole cosas a Mark.

Me senté en la cama y tomé mi celular. Mark llegó unos segundos después y se sentó a mi lado.

Me rodeó con sus brazos por detrás y suspiró.

—¿Qué pasa? —pregunté, mientras giraba la mirada para encontrarme con sus penetrantes ojos marrones.

—No lo sé. Lo mismo pregunto yo, ¿qué pasa? —me besó la frente y continúo hablando—. Todo ha estado muy tranquilo últimamente, ¿no crees?

Asentí.

Mark tenía razón, todo había estado muy tranquilo los últimos días. No lo habían buscado para matarlo o para matarme a mí, y menos ahora que Martin sabía que la inexistencia de un anillo.
Él seguramente debería estar investigando sobre lo que de verdad necesitaba, y en algún momento no muy lejano, se dará cuenta de que me necesita es a mí.

—Tienes razón, pero si Martin se diera cuenta; no sabría qué solo necesita tu corazón,

—¡¿Qué?! —lo miré perpleja.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora