Capítulo 36 - Ha comenzado

219 44 7
                                    

Cuando llegué a mi habitación llamé a Sarcks para pedirle el favor de que me trajera una computadora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando llegué a mi habitación llamé a Sarcks para pedirle el favor de que me trajera una computadora. Me preguntó que para qué la necesitaba, y me dijo que en la biblioteca había muchas, a lo que le respondí en repetidas ocasiones que eso ya lo sabía, pero que necesitaba uno al que solo él tuviera acceso.

Mientras esperaba que me lo llevara me quedé sentada en el borde de la cama, mirando el techo. No tenía mucho para hacer estando encerrada en esas cuatro paredes.

Desde el incidente con el fuego me pasaba mirándome las manos cada que estaba sola.

Había tratado de hacer que pasara lo mismo al chasquear los dedos, pero siempre fallaba en el intento. Salían chispas, pero no se incendiaba la habitación como me gustaría que lo hiciera, la verdad...

Sarcks llegó al rato con la computadora, lo invité a pasar. Se sentó en el borde de la cama, y se quedó mirándome.

—¿Me dirás para que la computadora? —Sarcks se tocaba el cabello, que por cierto ya lo tenía más largo.

—Necesito consultar algo —prendí la computadora y me mordí el labio.

—En la biblioteca podías consultar lo que quisieras.

—No.

—¿No?

—Necesito hablar con Mark, Sarcks —suspiré, y lo miré—. Me rindo. Necesito hablar con él. Ha pasado mucho tiempo... y si ellos no pueden subir y a mí no me dejan bajar, entonces debo buscar la forma de comunicarme con él.

—Está bien, supongo.

Sarcks alzó sus brazos en forma de rendición y se tiró en la cama.

—Yulian, ¿no era más fácil que me pidieras prestado el móvil?

—Mierda.

—¿Qué?

—La verdad es que no pensé en eso... no creí que ustedes tuvieran teléfonos —me encogí de hombros.

—Y, ¿cómo me llamaste entonces? —se burló.

—La recepcionista —coloqué los ojos en blanco.

Sarcks se echó a reír, mientras yo seguía con la super búsqueda del Facebook.

Le dejé un mensaje a Mark, ya era cuestión de esperar a que él revisara el celular, viera mi mensaje y me respondiera.

—¿Y tu celular? —Sarcks husmeó en mi mesita de noche.

—Sariel me lo quitó cuando me instaló aquí.

Asintió.

Sarcks se quedó conmigo hasta que se hizo de noche. No quería que se fuera, no quería estar más tiempo sola; era deprimente.

Me preguntó sobre mi desayuno con Sariel, a lo que le comenté lo que había sucedido.

—Creo que te estas adelantando demasiado a los hechos, ¿no crees?

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora