2: Conociendo al chico de la guitarra

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Tamara

Trato de aparentar mi asombro al ver que él será el que me enseñe el colegio. Mientras, él hablaba con mi mamá, yo solo me quedo admirando su rostro: sus pestañas, sus ojos, sus lunares; tiene muchos, parece una galleta con chispas de chocolate... Suena ilógica mi analogía, pero es lo único en lo que puedo pensar en este momento...

Deja de hablar con mi madre y se acerca a mí; por una extraña razón mi corazón late a mil por hora solo acercarse.

—¡Hola! —dice con una sonrisa— mi nombre es Pablo y yo seré el encargado de mostrarte la escuela, encantado —me extiende su mano en un gesto de saludo.

—Ho-hola so-soy Tamara, mucho gusto —respondo nerviosa.

Después de esa presentación, recorremos el colegio en absoluto silencio. Al terminar llegamos a la oficina de la directora.

—¿Pablo Moreno?

—Sí, directora.

—Necesito que la acompañes a tu salón, ella estará en el mismo curso que tú y quiero que se sienta cómoda.

Asiente y me lleva, él se da cuenta de que no hablo mucho y que estoy distraída. Llegamos al salón y ahí es cuando decide hablar.

—Tamara ¿Por qué no hablas?

—Lo siento yo... soy algo tímida.

—Ya veo... ¿De dónde eres? Es que por tu acento se nota que no eres malagueña.

—Soy de Madrid, pero mis papás consiguieron trabajo aquí y nos mudamos, pero no sé nada de este lugar —contesto penosamente.

—Entonces es la primera vez que vienes a Málaga.

—Sip —digo ya un poco más calmada.

—Espero que te guste mi tierra.

Después de esto, me lleva hacia la salida de la escuela y, a pesar de que ya hablé un poco con él, aún sentía nervios, este chico me está atrayendo mucho y no sé por qué.

—Así que también eres observadora —más que pregunta suena a afirmación, se dio cuenta de que lo estoy mirando demasiado, mis mejillas se encienden.

—Un poco —digo nerviosa —es que veía tus lunares, tienes muchos —él ríe.

—Vaya, pensé que dirías que tenía un bicho raro en la cara —empezamos a reírnos.

—Por cierto ¿Eres bueno con las materias que llevas?

—No —ríe ¿No se cansa de reír?— sólo que me esfuerzo mucho por sacar buenas notas, si no, no me dejan ir a mis clases de música.

—¿Sueñas con ser cantante?

—Sí, me encantaría, pero tengo miedo de que no funcione, hace unos días conocí a un productor, quería hablar conmigo porque alguien le dijo que yo canto bien y que compongo mis canciones, me dijo que en cuanto cumpla los 18, empezaremos a grabar un disco —dijo en una mezcla de alegría y miedo.

Salimos del colegio y empezamos a caminar, yo solamente lo seguía a donde iba mientras seguíamos conversando.

—¿Estudiarás la universidad?

—Por el momento sí, quiero estudiar publicidad, como no hay nada planeado acerca de la grabación o sobre si publicarán mi disco... por cierto ¿Cuántos años tienes?

—16, en noviembre cumplo 17 años ¿Y tú?

—En mayo cumpliré 18 años

Caminamos hasta lo que es su casa y ¡Qué gran coincidencia! está en frente de mi casa.

—Vaya, tu casa está en frente de la mía —dice sonriente— me has caído muy bien, me gustaría ser tu amigo.

—Pues eso veremos, vecino —él rompe en carcajadas y yo me uno a su risa y voy hacia la puerta de mi casa.

—Hasta luego Pablo.

—Dime Pablito, hasta luego Tamara.

—Dime Tami —y cierro la puerta, mientras mis pensamientos siguen divagando por él.

¡Hey, Moreno!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora