Especial: No quiero irme

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Tami

Ha sido muy lindo el detalle de cenar juntos y celebrar que él por fin grabará el disco. Pero lo miro tan distante ¿Acaso está pensando en Azul?

Realmente no debería aterrorizarme pero... hablamos de que está enamorado de una ilusión, porque esa chica ya no existe. Ahora frente a él está la verdadera Tami, esa que está dispuesta a todo por él.

Quiero ser la única en su vida, quiero que olvide que Azul alguna vez existió.

Lo veo muy tenso, quizás es mejor que me vaya.

—¿Pablo? ¿Todo bien? —se sobresaltada y me dice que sólo estaba pensando. Pero decido levantarme y hacer ademán de que me voy— si quieres puedo...

No escucho más, porque me toma de la mano y me besa con intensidad. La sed que tengo de él es demasiada y bajo mis manos hacia su pecho y siento sus dedos en mi cintura.

—No te vayas... nunca me faltes.

Pablo... si supieras lo mucho que quiero cumplir eso, pero necesito que me digas que me amas y que no tienes más a Azul en tu mente.

No quiero perderte, no quiero irme. Por eso quiero estar contigo lo más que pueda, hasta que llegue el momento de enfrentar la realidad y es el que tengas que decidir.

—Hasta que tú digas.... hasta que ya no quieras... yo me quedo— besa mis dedos y mis muñecas. Nos tomamos de las manos y sé que esto no tiene vuelta atrás. Quiero estar con él. Nos besamos hasta perder el aliento, nos separamos y volvemos a reunir nuestros labios.

Lo necesito, quiero que sea mío. Recorro su espalda con mis dedos y beso su cuello, para luego mordisquear su lóbulo de la oreja. Sus manos rozan mi cintura y quiero más... deseo mucho más.

Vamos al interior de la casa y él se detiene por un instante.

—Ta... Tamara —susurra con la voz ronca y no resisto más, quiero ser suya como Tami, nunca más como Azul.

—Quiero estar contigo —respondo entre besos y así seguimos, caminando hasta aquella habitación, en la que entré hace varios meses y en la que me hizo mujer, aunque no lo sepa.

Sigo besándolo como si la vida depende de ello. Pero siento que no está listo.

—Pablo... si tú quieres yo...

—Yo también quiero estar contigo.

Ingresamos a la recámara, recuerdos fugaces de una noche que fue plena, pero al mismo tiempo llena de incertidumbre. El miedo se apoderaba de mi, pero hoy no. Me siento más segura, me siento libre de las ataduras de ese secreto que tengo guardado.

Supongo que también lo está recordando, pero intento borrar sus recuerdos con mis caricias. Se gira y yo me apresuro a rozar mis manos contra su pecho y torso.

Siento toda mi piel erizarse y la sangre como electricidad. Intensificamos las caricias y me va desnudando lentamente, hasta dejarme en ropa íntima.

—Eres hermosa —susurra. Besa mi cuello. Suspiro. Decido ser más atrevida, ser más sensual con él. Porque con él puedo ser realmente yo, estar más segura de mí y de mi cuerpo, dejar que me ame de la misma forma en la que yo le amo.

—Estamos en desventaja —susurro y le quito la americana y desabrocho su camisa, dejando su torso desnudo. Miro a sus ojos y veo que la respiración se entrecorta.

Empezamos a recorrer nuestros cuerpos con devoción y los besos se vuelven más apasionados.

Siento sus besos en cada rincón de mí, no puedo evitar lanzar sonidos de satisfacción. Me lleva lentamente a la cama, donde termino por dominar y amarle con mis besos y caricias.

—Tamara... —suspira mientras beso su abdomen— te necesito.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

—¿Acaso no lo sabes? Soy tuya —regreso a su boca y le confirmo con besos lo que acabo de decir.

Me siento tan libre, vivo más plenamente el momento, porque ya no tengo que ocultar mi rostro en un antifaz. Puedo hablar y decirle lo mucho que lo amo, que me bese los labios, los ojos, la punta de la nariz.

Soy Tami...

Me toma de la cintura y me estrecha contra su cuerpo. Nos despejamos de la poca ropa que nos queda y él queda encima mío. Me mira con tanta ternura y besa mi cuello, empieza a dejar mordiscos en mi cuerpo. Hasta que vuelve a verme.

—Ámame... por favor —susurra.

—Lo hago... Te amo —entrelazamos nuestros dedos y finalmente somos uno. No existe nada ni nadie más en este momento, sólo Tami y Pablo.

Y pase lo que pase, no voy a dejar de amarte.

¡Hey, Moreno!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora