Tami
Dos meses...
Han pasado dos meses desde que Pablo y yo salimos como pareja. Hemos estado muy bien, platicado por horas de nuestras cosas, de lo que hemos hecho en el dia. Salir los fines de semana a cualquier sitio e incluso cenar en casa de mis padres o en su casa.
Tanto mi familia, como la de Pablo se han maravillado con la noticia. Aunque era algo muy incomprensible que sucediera, están alegres por lo que se está dando entre nosotros.
Pero aún sigo bajo la sombra de Azul. Aunque no me lo quiera decir sé que en si corazón aún hay rastros de sus sentimientos por ella.
Me cuesta competir con ella porque fui yo la que estaba jugando al amor a ciegas y me dificulta ser yo ante Pablo porque tengo miedo de que llegue a hacer conexiones y se dé cuenta de quién se trata Azul.
Estoy en este momento recostada en el césped del jardín de la casa de mi novio (suena fabuloso decirlo) tomada de su mano.
Es un día espléndido, perfecto para estar en los exteriores. Acaricia mis dedos con delicadeza y no puedo evitar acercarme y acurrucarme en su pecho.
—¿Sabes? —susurra Pablo— han pasado dos meses desde que me dijiste que si y no te había invitado a un sitio especial para mí... bueno hay dos sitios especiales pero quiero enseñarte primero el más cercano.
—¿Cuál es? —pregunto con suma curiosidad. De repente, él se levanta y me da la mano para apoyarme en él y ponerme en pie.
—Es aquí ¿Vienes?
Y más que una afirmación en palabras, le di un beso en la mejilla. Me sonríe y me lleva de la mano hasta una zona desconocida para mí. Me dice que estamos en el sótano de su casa pero para ser eso en realidad parece una habitación para invitados. Entramos en ella con sumo cuidado.
—Este lugar ha sido mi refugio en estos meses. Cuando Azul no estaba, ni respondía mis mensajes —algo se estremece en mí ¿Será que sospecha ya?— pero luego fue este rincón el que me hizo reflexionar sobre si seguir mis impulsos y salir contigo. Quiero mostrarte este lugar porque es una de las cosas más íntimas de mi vida y quiero que seas la primera, después de mi madre, que entra.
Enciende las luces y me quedo asombrada con lo que hay aquí: varias guitarras, un pequeño piano y un sofá de color blanco. No es el estudio más sofisticado del mundo, pero sé que tiene un especial significado en él.
—Te presento mi pequeño estudio, mi refugio.
—¡Es maravilloso!
—No tanto como tú, bella —me abraza por la espalda, descansando sus manos en mi abdomen y besándome en el cuello. Aunque la verdad es que nunca hemos hecho el amor. Al menos no como Tamara.
—Así que aquí es donde grabas tus maquetas ¿No es así?
—Pues si... he grabado algunas cosillas y se las he llevado a los productores. Me han dicho que muy pronto empezaremos a grabar y eso me hace feliz. Siento que las cosas van a cambiar muy pronto.
—Es que eres maravilloso con la guitarra. Tienes un gran talento. Tu voz es mágica —le digo mientras me giro hacia él y le beso en los labios.
—Lo dices porque eres mi novia.
—Me gusta escuchar eso de tu boca —susurro— y no miento cariño.
Él me mira como si hubiese dicho algo raro. La realidad es que en estos dos meses no nos habíamos dicho motes de cariño o cosas por el estilo. Momentos después, noto una sonrisa desplegándose por su rostro.
—Me encanta el mote, amor.
Ok... ya puedo morir de amor.
—Siempre encuentras la forma de hacerme sentir bien.
—Tú siempre ves lo mejor de mí, aún cuando casi nadie lo ve —una punzada se instala en mi pecho.
—Ya... —respondo con la voz apagada, pero él me estrecha entre sus brazos.
—No linda, no te pongas así. No quería decir eso...
—¿Aún la amas? —me mira dolido.
—Lo siento... pero... no puedo decírtelo.
—¿Por qué? —pregunto molesta.
—Porque no quiero lastimarte.
—Pero yo quiero saber —me suelto bruscamente de sus brazos y camino hacia la puerta. Siento una de sus manos en mi antebrazo.
—No te vayas, no te enojes. Por favor. Sé que no soy un hombre completo y que quizás esto salga mal, pero yo estoy haciendo lo posible para que estemos bien. Quiero estar contigo, en este momento sólo quiero que existamos sólo nosotros.
—Entonces, no me hagas daño...
—Te juro que si después de un tiempo, no consigo olvidarla —suspira— te dejaré libre.
—Pero es que no quiero ser libre. Quiero estar contigo.
—Entonces lucha a mi lado, ayudame a vencer mis miedos. Cuidáme siempre. Juráme en estas paredes que estarás a mi lado, pase lo que pase.
—Te lo prometo... pero prométeme que no me vas a lastimar.
—Te lo prometo —sellamos nuestro juramento con un beso apasionado. Sé que en este momento no necesitamos más, pero debo estar preparada para lo que vaya a pasar.
A veces tengo miedo de que sea vencida por mi propia sombra.
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¡Hey, Moreno!
FanfictionÉsta es una historia donde Pablo Alborán no existe aún, sólo existe Pablito Moreno Pablo y Tamara Ella es tímida y casi no habla Él es simpático y es de los más populares Ella es linda Él es guapo Pertenecen al mismo salón de clases, pero son...