34: Azul

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Que fácil fue tocar el cielo la primera vez

Tami

—No me gusta tu plan pero bueno... qué se le va a hacer —expresa Pili al ver que su prima me está transformando. Al terminar, me miro en el espejo... de nuevo soy otra.

—Muchas gracias —le digo la familiar de Pili.

—No es nada.

—¿A qué hora es la cita?

—En una hora.

Sin decirme más, Pili me desea suerte. Suspiro nerviosa, mi cuerpo no puede con la ansiedad. Me va a costar no hablarle o susurrarle.

Lo he citado en una cabaña a las afueras de la ciudad, lo preferí así porque no quería que fuese en un sitio público, donde me pudieran reconocer. Incluso tenia miedo de que Lucas aparezca, pero Marce me tranquilizó informándome de que el se mudó a Barcelona hace unos meses.

Y aquí estoy...

He llegado media hora antes, tengo papel y una pluma azul. Debo seguir con mi plan. Una es Azul y yo soy yo.

Lo necesito y si eso es ser tonta pues lo soy. Desde que mis amigos sevillanos me dijeron que podía enamorarlo como Tami pero sin perder lo que es Azul he entendido que si revelo mi identidad Pablo se va a quedar con los recuerdos de Azul y no con Tamara la mujer. Por eso quiero que me conozca más que me vea como algo más que su amiga.

Quiero que me sonría, que me bese, susurrarme que me ama. Pero a Tami no a... lo que soy en este momento.

A pesar de todo, lo sigo amando.

Momentos después tocan la puerta. Me pongo el antifaz porque sé que es él. Camino hacia la entrada y al abrir la puerta me encuentro con sus ojos adictivos como el café.

—Azul —suspira, da un paso para quedar a centímetros de mí y pega sus labios a los míos. Esta sed que tenía de probar su boca empieza a apagarse a medida que él acaricia mis mejillas en medio de nuestro momento— te he echado de menos amor.

Siento que voy a morir de amor.

Hago un leve movimiento por invitarlo a pasar y que se siente en el sofá. Una de las desventajas de Azul sobre Tami es que hay poco que contar de ella. Pero debo hacer un esfuerzo por inventar ciertas cosas. No quiero que sospeche.

—¿Cómo estás? —pregunta cariñoso. Busco las hojas y el bolígrafo en la mesa

Algo cansada, pero feliz de volver a verte, siento mucho haberme ido sin darte explicaciones...

—Me lo imagino... —responde— si quieres comemos o no sé... preparo algo.

No te preocupes, traigo comida. La verdad es que tengo mucha hambre.

—Entonces no esperemos más ¡A comer!

Fuimos a la cocina y saqué la comida que había preparado. Es pasta porque es lo único que sé cocinar. Recordatorio: meterme a cursos de cocina.

—¡Está delicioso!

No exageres

—¡Es la verdad! —por instinto, me acerco a él para sentarme en sus piernas— no lo hagas...

¡Hey, Moreno!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora