38: Celos

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Yo no pienso que me pueda de ti olvidar
yo no pienso que mi corazón resista un día más.
  

Pablo 

La miro sorprendido... 

¿Le gusto? 

Pero... 

—No entiendo... cómo...

—Bueno... creo que has cambiado mucho en estos meses—sube su mano hacia las mejillas— te ves de maravilla con esa barba—se muerde el labio. 

—Tami... 

—Suena eso a si fuera una niña, Pablito—empiezo a temblar— podrías buscar otro sobre nombre... o tal vez llamarme Tamara. Te dejaré decidir... quizás una semana sea lo suficiente para que tomes la decisión que creas adecuada. 

—¿Entonces...? 

—Hasta la semana que viene—se acerca a mi oído— Pablo. 

Me pierdo en la sensación de sus manos en mi rostro, en su voz susurrándome que no me doy cuenta de que se está yendo.

—¡Tami!—pero la puerta principal se ha cerrado. Camino hacia la sala y me reclino en un sofá. Miro hacia el techo para tratar de procesar lo que me acaba de decir. Le gusto y no lo entiendo... ¿Tanto hemos cambiado para sentir esa atracción que siquiera podemos negar? Mi mente no deja de rememorar los pocos besos que nos dimos. 

Idiota... debiste decir que sí... que mas da Azul ahora. 

Mi vida esta pendiente más de ti

Una semana después 

Ha pasado una semana desde que ella dejó esa sensación de ansiedad en mí, estoy desesperado por verla. A pesar de que sea mi vecina ha hecho lo posible para no encontrarnos, como una forma de decir "respeto tus decisiones y por ello te doy tu espacio", pero en vez de que eso me aclara... hizo que despertasen más ganas de besarla. 

Hoy mi hermana quiso salir junto con su novio a ver unas cosas para la bebé, pero de última hora me pidieron que los acompañara a la plaza así que sin saber por qué... decidí acompañarlos. 

Veo a Casi y su novio tomados de la mano, caminando por la plaza, muy felices... me gustaría algo así en el futuro... cumpla o no uno de mis grandes sueños. 

—¡Mira Pablo! —exclama Casilda— allá va Tami y vaya chico con el que va.

—¿A qué te refieres? 

—Por allá —hace un gesto discreto— el chico está de buen ver, parece que tiene muy buen gusto mi amiga.

Me volteo hacia donde dice mi hermana y efectivamente, está con un chico alto, rubio. Algo en mi interior se enciende ¿Dónde está la Tamara con la que me besaba, con la que susurraba mi nombre al oído? ¡Me está volviendo loco! 

Es que... ella me dio una semana para decidir, se ha alejado de mí y ahora está encima de un chico rubio que parece devorarla con la mirada ¿Acaso soy uno más en su lista de conquistas? ¿Tanto ha cambiado en Sevilla? 

¿Celoso? 

Olvido esa idea de mi mente y camino hacia donde están; aún con los gritos de mi hermana. En cuanto entro en su cambio de visión, Tamara me mira traviesa. 

—Parece que estás disfrutando muy bien del fin de semana—saludo, sin tener éxito de no sonar seco. 

—La verdad es que estoy en muy bien acompañada. Hace una semana que no nos vemos Pablete—otra vez esa sensación de devorarla a besos aparece.  

—Y creo que me he perdido de mucho...—respondo sarcástico— ¿Quién es él? 

—Mmm... es algo que no te interesa —la miro enojado. 

—Disculpa que la moleste, señorita... será mejor que este humilde joven se vaya con su familia. No interrumpo más su cita. Buenas tardes—hecho una furia, regreso hacia donde está mi hermana y su novio. 

—¿Pasa algo, hermanito? 

—Nada, sigamos con las compras. 

Trato de borrar la imagen de ellos juntos de mi mente, pero simplemente no puedo. Quiero ahorcar a ese imbécil y tomar de la mano a Tamara y llevármela a donde sea y besarla hasta dejarla sin aliento. 

—A mi no me engañas, Pablo Moreno... estás celoso—dice Casilda, sacándome de mis pensamientos. 

—Eso no es cierto. 

—Y yo soy Madonna. Pablete, está bien que te sientas así, creo que ya es hora de que sientas algo por una persona que tiene cara y cuerpo. 

—Azul también tiene cuerpo. 

—Pero no ha mostrado la cara. Te gusta Tami, eso se nota. Intenta algo con ella, verás que con el tiempo, Azul será parte del pasado. 

—Pero ella está con ese idiota. 

—Vamos a comer un helado... mi chico lo invita. 

Y así fue que regresé hacia el lugar donde todo empezó, a la heladería y para colmo de males... ella está con ese tonto allí. 

Paso de ellos y me siento en la mesa de enfrente. Para mi desgracia, los novios se sientan juntos, dejándome amplia visión de lo que pasa entre Tamara y su cita.  Veo como él trata de tomar su mano y ella no lo permite. Sonrío por ello. Su mirada se encuentra con la mía y sé que va provocarme, pero no, esta vez yo saldré victorioso. Este juego puede ser para dos personas. 

Me levanto y camino hacia la mesa donde están. Me quedo a un lado del asiento de Tami. 

—Vaya coincidencia. 

—Eso veo.  

—Y tenemos una conversación pendiente—interrumpo— creo que es momento de retomarla. 

—Vaya, pero tendrá que ser en otro momento. No quisiera dejar plantado a Leo—ella toma una cucharada de su helado y aleja su mirada de mí. 

  —Lo siento, Leonardo—miro al chico— pero esta chica es mía—tomo su mano y la levanto. La obligo a caminar lejos de ese tipo y cuando estamos lo suficientemente alejados, ella suelta mi mano bruscamente. 

—¡Qué es lo que haces! —exclama. 

  —¿Que es lo que hago? Es que estoy con muchas ganas de ti, que no soporto que estés en brazos de otro, no cuando no somos algo ¿Lo que me pasa? Eres tú, que mi cabeza no deja de pensarte y que cada poro de mi ser me grita que esté cerca de ti ¿Lo que quiero? Es que salgamos, que intentemos ser algo más ¿Lo que necesito en este momento? Es que me beses y digas que quieres salir conmigo —enredo mi brazo con su cintura y busco sus labios con desesperación— dime que sí. 

Y por fin beso sus labios. Disfruto de cada momento en el que nos besamos... ella empieza a corresponderme y entrelaza sus manos sobre mi nuca. Mi mano baja a su cintura y la acaricio. 

—Sí...—susurra— vamos a intentarlo.

Y mi corazón se ilusiona de nuevo... quizás... poco a poco esté olvidándome de Azul.

Por un poquito de tu boca, me muero si toca
por un poquito de tu corazón, hago lo que sea, hago lo que sea.


¡Hey, Moreno!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora