Pablo
Leo de nuevo la nota... quizá no estoy del todo perdido, sonrío ante el hecho. Al menos me ha dado el beneficio de la duda Azul, que de alguna forma me tranquiliza, sólo espero que a partir de ahora, las cosas salgan bien.
Días después
Tami
Ha llegado diciembre y con ello el invierno; en unos días tendremos unas mini vacaciones para así disfrutar de las festividades decembrinas con mi familia y amigas. Las cosas con Pablo siguen igual, de hecho van peor no me habla y yo tampoco, sin embargo observo que sigue escribiendo cosas en aquella libretita beige. Después de aquel día, en el que discutí con él, no le he vuelto a escribir notas. Finalmente debo aceptar que nunca me verá como algo más que una amiga, así que no vendría al caso seguir escribiéndole. Así que mantengo las notas para mí, como una forma de desahogo. Tomo un post-it de mi escritorio y dejo que mis pensamientos hablen.
¡Hey Moreno!
A veces, bueno... siempre, pienso en ti, pero no tengo oportunidad de que me ames; espero que aún luches por tus sueños, realmente te echo de menos Pablo Moreno, realmente te extraño.
Te ama.
Azul.
Termino de escribir, hoy me permito escribir eso, hoy me permito dejarle esa nota. En estos días todo ha cambiado y sin embargo, lo extraño.
Salgo de mi casa y dejo la nota en el sitio de siempre. Después sigo caminando por las calles, perdiéndome entre la gente; pasan varios minutos hasta que veo una gran librería, se ve preciosa. Entro y veo grandes estanterías, me permito oler el lugar, empiezo a buscar si tienen los libros que tanto deseo leer; me detengo ante un estante que da a un gran ventanal, que a su vez, da hacia una tienda de música, específicamente de discos. Esbozo una sonrisa, todo esto me recuerda a Pablo, a la primera vez que le oí cantar, el primer encuentro; es curioso que lo que cantaba aquella vez se llame Desencuentro. De un momento a otro mi sonrisa se apaga, allí adentro está el ladrón de mi corazón, está buscando algo entre los vinilos.
Hace muecas, resopla; al parecer no encuentra lo que busca, sonrío ante el hecho. Pero cuando noto que va a girarse, automáticamente me volteo y choco por accidente con un hombre, algo mayor que yo, no muy alto y calvo. Veo que tiene los dedos largos, debe ser músico.
—¡Por fin encuentro a ese chiquillo! —exclama con emoción y yo le miro sorprendida— lo siento es que buscaba a un chico que tiene un gran talento y nos citamos para ver en aquí, pero al parecer tiene un gran amor por la música y los libros —me sorprendo— Soy Antonio Portillo pero todos me dicen Porty, mucho gusto
—Yo... —escucho el tintineo de la puerta.
—¡Porty! —escucho a mis espaldas, es Pablo— ¡Hombre lo siento! Es que necesitaba ver si había un vinil que deseo desde hace tiempo.
—No te preocupes —me mira— Lo siento chiquilla ¿Cómo te llamas? —siento la mirada de Pablo a mis espaldas, inmediatamente se pone a mi altura y me mira.
—Ta...
—Es Tamara, mi vecina.
Pablo
Duele decir eso, duele después de haber compartido tantos momentos.
—Sí —responde firme—, la misma.
—Y dime ¿Te gusta leer? Digo te veía admirando este lugar y tratas con cuidado los libros.
—¡Sí! —dice con emoción con la misma ilusión que yo tengo con la música.
—Entonces.... Supongo que estudiaras letras ¿No?
—Mmm... no lo sé, creo que no —dice decidida, me sorprende su decisión— me llama mucho la atención las relaciones públicas.
—¿O sea publicista?
—Eso, bueno.... creo que es mejor que me vaya —nos deja solos, agacho la mirada, ni siquiera puede soportarme por dos minutos, Porty nota mi estado de ánimo.
—¿Acaso te gusta esa chica? —mis mejillas se calientan— ¡Vaya!
—¡No! —respondo entre serio y molesto— ella... era una gran amiga y por idiota la perdí.
Empiezo a contarle todo lo que ha pasado desde aquel día, desde el cumpleaños de Tami. Porty me escucha atentamente, después de que termino mi relato, reflexiona unos segundos y me habla.
—Tomaste esa decisión precipitadamente —agacho mi cabeza.
—¿Acaso... nadie me puede entender? —me mira y hace un gesto comprensivo.
—No importa si te entiendan o no, lo que importa es si tú te sientes bien con esa decisión.
—Me importan los demás Porty.
—La echas de menos ¿Verdad?
—Sí, no sirve negarlo contigo —digo con una sonrisa melancólica— pero ya no hay más que hacer.
—Pablo...
—No —contesto cortante —debo dejar eso en el pasado, finalmente me demostró que no puede soportarme.
Después de charlar un rato con Porty, me dirijo a casa. Ya no espero nota de Azul porque me dejo en claro que ya no me quiere... pero al menos ha sido la única que me ha dicho que no la he decepcionado del todo, pero antes de entrar una pequeña hoja azul se asoma en el escondite en el que ella siempre dejaba las notitas.
¡Hey Moreno!
A veces, bueno... siempre, pienso en ti, pero no tengo oportunidad de que me ames; espero que aún luches por tus sueños, realmente te echo de menos Pablo Moreno, realmente te extraño.
Te ama.
Azul.
Yo también extraño esas notas...
Extraño a mis amigos...
Extraño no discutir con mi familia y ser el clan que siempre hemos sido.
A veces siento lo que Porty me dice, siento que esta relación ha sido muy precipitada, pero también hay algo que no me deja separarme de Mariana. No sé quizá el destino quiere que las cosas sigan así, pero yo... francamente no entiendo por qué.
Tami
Veo, desde mi ventana, a Pablo; noto su mirada cargada de tristeza y en su mano mi notita azul. También echo de menos mandarte esas notas.
Echo de menos mirarte.
Extraño verte reír.
No sabes cuánto daría por estar a tu lado.
—¡Os echo de menos! —escucho aquel grito.
Yo también Pablete, yo también.
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¡Hey, Moreno!
FanfictionÉsta es una historia donde Pablo Alborán no existe aún, sólo existe Pablito Moreno Pablo y Tamara Ella es tímida y casi no habla Él es simpático y es de los más populares Ella es linda Él es guapo Pertenecen al mismo salón de clases, pero son...