Heridas de batalla [Megaman X]

35. Meses de Soledad

Han pasado 5 meses desde que me trajeron aquí, aún sueño con una ciudad en caos, con X y con el cadáver de Zero, pero poco a poco me fui acostumbrando, ya no corro hasta él, ya no lo lloró, solo lo veo, culpó a X con rabia y me voy. Al inicio dolía pero luego me acostumbré a la sensación, tanto que ni siquiera la sentía.

Solo que esta vez...

Hice algo...

Distinto.

Caminé hasta el destruido cadáver, lo miré con asco y luego lo pateé bruscamente, haciéndolo rodar un poco. Lo volví a hacer hasta que cayó en llamas y estas lo envolvieron. Grité, de dolor, de ira. Grité que me dejara en paz, que dejara de torturarme. Todo desapareció, incluyéndolo a él, más no las llamas, ellas seguían allí. Dándome calor, dándome cobijo. Me encontré dentro del ardiente fuego pero no me duele, no me quema. Cerré mis ojos dejándome llevar por la reconfortante sensación. Se siente como los brazos de Zero, cariñoso y calmado. Su brillo parece eterno, tan claro y persistente. Pero su cálido abrazo me hace dudar, tornándose en la forma de Zero, aún abrazándome en las brasa, Confiar en el fuego es peligroso, el fuego puede dar calor y ahuyentar el frio, es cierto. Pero también quema y destruye, ¿no?... Entonces, mejor no confiar en él, el que previene no lamenta. Y yo ya sufrí lo suficiente como para lamentar otra desición. Salí de las cálidas brasas y corrí en la oscuridad hasta hallar una sombra blanca, pero cuando me acerque más pude notar que es Lumine, suspiré y sus pasos llegaron hasta mi. Me acercó lentamente una de sus manos y yo la tomé ya sabiendo el resultado. Desperté.

Eso no ha sido lo único en estos meses, también he creado gente de confianza aquí. Pero la verdadera persona con la que puedo hablar es con Strom Eagle, huímos hasta el almacén y hablamos desde allí. Ahora yo sé más de él, ambos conocemos a Zero y ambos hemos tenido relaciones estrechas pero cuando Sigma se relevó y se llevó consigo a un montón de Reploids, lo obligó a ir pero sigue sin decirme como lo presionan. A veces me gustaría entrar a la sala del Trono con él y darle una paliza a Sigma. Según lo que él dice, todo sale bien y pronto podré empezar a deshacer su plan. Nada de esto hubiera pasado si yo no hubiese sido tan débil, tan dependiente.

También comienzo a mirar todo... como lo mismo. Antes era entretenido estar en un nuevo sitio, pero luego se saber la verdad, ya no saludo a nadie, ya no me molesto en mirarlos pero por dentro ardo de ira por mi estado. La indiferencia a todo lo cargo en mi mirada, incluso con Red. Ya no lo mimo o le acarició su cabesita, solo lo miró fijamente si esta quieto o si busca mi mano para uno que otro mimo. Él no tiene la culpa pero tampoco nadie la aceptará.

- Nunca nadie tiene la culpa, ¿no?.- le dije cargandolo y mirandolo con indiferencia y frialdad.

Sigma ha sido un gran apoyo desde que llegué, pero Lumine es quien realmente tiene más efecto en mi, los entrenamientos que ambos pasamos. Tengo tendencia a quedarmele viendo a los ojos, mejor dicho, a su ojo visible; es como si ese color naranja me atrapara y me dijera más de mil palabras por segundo. Las expresiones de Lumine son más de las que pensé, pero sin embargo son pocas, algunas de ellas me hablan con tan solo mostrarse, otras me confunden pero casi siempre, me mira con seriedad pero luego me regala una sonrisa amistosa. Realmente tiene toda mi confianza, pero lo peor de todo es que lo sabe. Sabe el peso de sus palabras sobre mi. Oh, también descubrí que ese raro lugar a donde voy cada vez que toco su mano es mi mente.

Hay ocasiones en las que dudó de mi. Que dudo en volver. O que dudo en quedarme.

☆☆☆☆☆

5 meses... 5 meses de tortura... 5 meses de desesperanza... 5 meses de dolor puro recorriendo mi pecho... 5 meses de estar lejos de mi pequeño.

Mi pecho arde durante todo el día, perdí el apetito y también el sueño. Cada vez extraño más su sonrisa, sus brillantes ojos, su adorable inocencia. Mi mente me juega bromas pesadas, a veces oigo su risa, su llanto o sencillamente su tierna voz llamandome a jugar con él. Una vez oí como gritaba mi nombre asustado pero me ví forzado a ignorarlo.