13. Promesas

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- ¡QUIERO A MI PAPÁ!... - respondió con voz quebradiza el más pequeño, llenandose sus ojos de lágrimas.

- ¿Tú papá? - preguntó con tono triste la sirueta. - ¿Quieres a Red?.

- No... - comenzó con pequeños llantos y sollozos el hunther azul marino. - quiero a Zero...

Dicho esto, el chiquillo dejó caer su cuerpo y se apoyó de los barrotes mientras lloraba oyó los apresurados pasos de aquella sombra en dirección a él pero no le importó nisiquiera notó cuando lanzó algo de su garganta a el suelo, ni vió el momento en el que entraba en la basta luz de la luna. Al oir como se detenía frente a él, todo fue silencio tan solo sintió una mano cálida acariciarle la pequeña cicatriz del rostro con tanto cuidado, con tanto cariño. Sollozó suavemente sin querer abrir los ojos sintiendo cada vez más como la cálida mano intentaba limpiar sus lágrimas.

- ¿De verdad... - comenzó aquella voz cálida y familiar, aquella voz de tan especial reploid. - ... me quieres a mi?.

- ¿Zero? - preguntó tímido aún sin querer abrir los ojos el pequeñito.

- Soy yo mi-mirame... - pidió con voz temblorosa. El más pequeño obedeció con tímidez, levantando poco a poco el rostro y abriendo sus pequeños y aguados ojos, viendo como estaba arrodillado para estar en la misma altura. - ay pequeño... - apenas pudo llegar a decir.

- Zero, Zero n-no... no llores. - intentó consolar el pequeño, acercando una mano a él, el rubio solo la tomó con su mano libre.

- No te preocupes - exclamó comenzando a derramar lágrimas mientras sonreía, algo muy confuso para el pequeño. - no estoy triste, estoy... muy feliz.

El rubio se acercó a el espacio que había entre un par de barrotes y juntó su frente con la de el pequeñito, el pequeño notó sus ojos cerrarse y sus lágrimas comenzar a ceder una por una sin excepción, el rubio hizó notar su dolor de que su hijo estuviese en ese frío y oscuro lugar, el más pequeño lo captó y se juntó lo más que pudo dejando que sus cascos rozaran y crearan una pequeña chispa, pronto Zero notó que aquellos frios y metálicos barrotes eran un estrobo. Axl se sorprendió al momento en que Zero bruscamente se separaba de él y se dirijía a un costado de la celda, trató de detenerlo alzando su brazo pero se apartó de los barrotes, al momento que se alzaban, abriendose, y dejaban pasar desesperadamente a el rubio. El brusco abrazo que recibió el pequeñín lo obligó a retroceder un poco perdiendo el equilibrio pero no le importó en lo absoluto tan solo le devolvió inmediatamente el abrazo, sollozando en su pecho, dejando que toda la armadura quedara empapada por sus lágrimas, el rostro de Zero se alzó un poco quedando el pelo de Axl a la altura de su nariz, pudo oler, sin forzar mucho la nariz, y sin intenciones de hacerlo, el polvo, la suciedad, el sudor... la sangre seca, cerró los ojos mientras enterraba el rostro en los suaves cabellos rojizos del pequeño, sintiendo su pequeño pechito subir y bajar rápidamente, llorando desenfrenadamente. Acarició con cuidado los cabellos del chiquito, con cariño. Desvió su atención de sus acciones sin dejar de acariciar tiernamente su pelo o dejar de abrazarlo, pensó claramente el chiquito lloraba por dolor, por tristeza y él por emoción, por alegría; se separó del pequeño con una sonrisa en el rostro intentando mostrarse amigable, amable. Se agachó un poco quedando a la altura del rostro del chiquillo, aún regalandole una sonrisa adolorida; lo pudó ver y sentir, su nariz rojiza, sus ojos completamente rojos e hinchados alrededor, sus labios rojos y temblorosos, su entrecortada y ansiosa respiración, sus mejillas coloradas con un tono carmesí y rastros largos y sin fin de lágrimas; el pequeño no comprendió sus acciones solo lo veía mientras sus grandes manos dejaban reposar su peso en sus pequeños hombros.

- Estoy aquí... - empezó Zero apretando sutilmente los hombros del pelirrojo. - Yo siempre, siempre... te voy a cuidar, no importa lo que pase, no importa lo que se interponga... yo voy a estar aquí para ti...

Heridas de batalla [Megaman X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora