La noche ha sido tormentosa para Isabella: no ha parado de tener pesadillas con lo sucedido con su madre. Todos los sentimientos que invadieron su cuerpo durante la situación, los ha vuelto a experimentar en las pesadillas, haciendo que se levantara angustiada y con sudor en la cara. Además, no encontraba posición en la que las múltiples heridas que decoraban sus brazos y sus manos, protegidas por vendas, no le dolieran. Era un poco incómodo.
Por más que se repitiera a sí misma que solo era una pesadilla y que todo ha pasado, su mente se encargaba de recordárselo una y otra vez. Será un peso con el que tendrá que cargar durante mucho tiempo, ¿pero cuánto? ¿Será el suficiente para que Isabella no pierda la cabeza?
Otro asunto que le atormenta es la reacción de su novio. No para de pensar en él y en cómo serían las cosas si él estuviera a su lado. Seguro que sería su atrapasueños y no permitiría que las pesadillas le azotaran en la noche. No. Sus brazos alrededor de ella le protegerían de cualquier mal y sus besos y caricias serían la cura perfecta para sus penas. El antibiótico que mejor le sentaría.
Son incontables las vueltas que ha dado en la cama y las veces que ha bajado a la cocina, con sumo cuidado para no despertar a su padre y a su abuela, para beber un poco de agua, pero de nada han servido las gotas frescas del agua; no han conseguido enfriar la mente, haciendo que no soñara con nada. Lo que le han provocado es un ligero escalofrío.
Regresa a la cama e intenta dormirse, ya un poco más calmada. Parece que ha pasado una eternidad cuando su despertador suena, indicando que son las 8:30 de la mañana. Hoy regresa a Rosetto pero ¿cómo? No puede conducir, así que tendrá que dejar el coche aquí y coger un autobús o metro, depende los horarios, pero ahora su preocupación no es esa ahora mismo, sino prepararse mentalmente para el momento, quizás, más duro del día: hablar con Gianluca.
Isabella sabe que se va a derrumbar nada más verle. Es mucha la presión y el dolor que está soportando. Trata de ser fuerte pero cuando está con Gianluca o habla con él, se derrumba, porque sabe que es el único que le puede levantar, construyendo el castillo con todas sus piezas, como si nunca se hubiera caída; como si siempre hubiera presentado esa estructura; incluso, hacer ese castillo más grande y resistente.
Su padre le recibe con un cálido abrazo cuando entra a la cocina y se ofrece a prepararle el desayuno. Isabella se sienta a la espera de su vaso de leche con mucho, mucho café y tres magdalenas.
- ¿Qué tal estás? -le pregunta Benedetto entregándole el vaso de café.
- ¿Cómo crees que voy a estar? -pregunta sarcástica -He estado a punto de morir a manos de mi madre...
- Isabella, le ha dado un brote psicótico, no era su intención -le defiende Benedetto.
- ¿Y eso debería tranquilizarme? -pregunta Isabella incrédula -Si lo hubiera conseguido, ¿le hubieras perdonado por tratarse de "un brote"?
Se levanta bruscamente de la silla, dejando el desayuno a medio terminar.
- Ponte en su lugar -le pide Benedetto mientras Isabella abandona la cocina.
- ¡La victima soy yo! -le recuerda enfadada sin volverse.
Lo que le faltaba: que justifiquen el acto violento de su madre. Vale. Entiende que ha sido por eso pero, ¿quién le garantiza que no le vuelva a ocurrir? ¿Y las secuelas que esto ha dejado en Isabella, no importan?
Se encierra en su habitación. Urgentemente necesita desahogarse con Gianluca. Le envía un mensaje, con dificultad, para ver si pueden hacer un Skype ahora mismo y se alegra un poco cuando recibe la afirmación. Enciende su portátil y le llama a través de esa aplicación.
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Grande Amore [Gianluca Ginoble] Il Volo // TERMINADA //
FanfictionIsabella tiene planeado quedarse solo el verano en Roseto degli Abruzzi (Italia) para reunir el suficiente dinero que le permita continuar sus estudios universitarios en su ciudad natal: Nápoles. Pero en su estancia ahí conoce a Gianluca Ginoble, el...