Capítulo 24: Regreso al fuego

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No le da tiempo de preguntar nada para cuando estoy al otro lado de la calle. Me detengo rápidamente para sacar algo de mi mochila cuando dos personas corren por la calle y sin cuidado, una choca momentáneamente conmigo. Sin decir perdón sigue su fuga y antes de mencionar algo las farolas de la calle empiezan tronar. Las paredes parecen quemarse por dentro cuando todos empiezan a notar el aire pesado. Espesa y brumosa, una niebla sale de las alcantarillas para abrazar la luz naranja.

Pero la sorpresa cambia a temor cuando se escucha una farola romperse, casi puedo sentir cada cristal caer al piso. La gente se aleja del lugar y corre del fuego que se expande por el aire. No puedo moverme, todo el accidente corre por mi cabeza y los nervios se apoderan de mi sangre para congelarse y empezar a sollozar. Siento el fuego dirigiste a mí, y dentro de él, unos ojos señalándome.

Como animales, la gente corre fuera del peligro. Otra vez. Yo en cambio tengo el don suicida de paralizarme ante todo, los pies se mueven entre tropiezos y una mano me jala lejos de ahí. Aunque no llegamos a estar a salvo, siento una superficie ardiente contra mi espalda y la respiración cortándose a cada intento de reaccionar.

-Ayúdame, Ed- susurro con la garganta seca y el humo aplastando mis pulmones.

Entonces el peligro se expande, asfixiando mi corazón en cada palabra que pronuncio. Una gran desconfianza pinta mi ruego. Esa corazonada hace que mis pies se alejen, y corran lejos. Mi mente grita que hay algo más peligroso cerca, que el fuego. Miro hacia todos lados, sigo moviéndome. Y al tocar mi cara la siento delicada y deshaciéndose a cada roce. Mis rodillas chocan y doy pasos torpes haciendo que la desesperación crezca.

A metros de distancia una sombra larga se esfuma, me quedo quieta. Cierro los ojos y siento varias corrientes de aire huyendo a la dirección contraria. Cuando una no logra verme, caemos al piso. Forcejeamos un poco y mi hombro se entierra contra algo filoso, perforándome el brazo al intentar pararme; y mezclando mis gritos con los sollozos de una niña cerca, agudos y penetrantes. Entre mis lágrimas y el humo, visualizo a una figura pequeña sobre un cuerpo. Mi dolor seguía palpitante en las entrañas, y juntando su presencia, llegue a la conclusión que era nuestro fin. De verdad es mi fin. De un momento para otro, de un desayuno a las calles ardientes; las oportunidades de vivir y opciones para el futuro eran nulas. Las ganas de vomitar remplazaron la falta de aire, y empezó una tos incontrolable con gotas calientes saliendo de mi boca. Pero mi atención seguía del otro lado del camino, con ella. Tratando de ser escuchada, rogaba ver a su mamá. A comparación con hace varios años, la situación de ahora era el doble de horrible. Ya no tenía nada que perder, porque lo más importante había perdido brillo. Mis ganas de vivir eran pobres, pero el dolor me mantenía despierta.

Todo ruido calla y un carruaje de carga negro bloquea mi vista hacia ella, ¿habremos hecho contacto visual?

Yo te estaba escuchando. Yo también quiero ir con mi mamá.

-Quiero irme ya...

-Lamento decirte, que estarás despierta hasta que te ordenemos lo contrario.

En segundos me encuentro dentro, a oscuras. Escucho varios sus gemidos y lloriqueos. Mi cuerpo arde y punza, siento mis heridas abiertas y goteando. Tengo miedo de seguir viendo. Todo termino afuera, pero algo me decía que lo peor acababa de empezar.

-¿Lennah?

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Habrá un aviso importante pronto. 



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