Capítulo 7: Vida de Westergard

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**Narra Kevin**

Creí que mi vida era perfecta y que no necesitaba nada, tal vez lo era pero un día lo perdí todo. En menos de un minuto todo lo que conocía desapareció, el reino cayo y mi vida parecía estar debajo todos esos escombros.

Mi familia era grande, aunque era hijo único, me sobraban primos para jugar (yo era el menor), todos mis tíos estaban casados y con hijos, excepto el tío Hans, siempre estaba triste y asilado. Mi padre me decía que de pequeño, al principio era muy alegre y como todo niño quería llamar la atención, pero los deberes les impedían poder relacionarse con el último Westergard. Lo demás lo deduje, niño sin atención, chico solitario y ahora adulto amargo. Pero esa era no era la peor parte, mis abuelos casi lo de heredan y destierran, pero no pudieron ya que la ORDEN de la reina de Arendelle (por atacarla y casi matarla) dictaba que debía estar siempre aquí, asique tuvieron que desistir a cualquier intento de alejarlo, excepto el olvido y el rechazo. Siempre estaba solo y si antes sus hermanos no le prestaban atención, ahora lo odiaban por manchar el nombre de los Westergard, lo que ocasionó que todos tuviéramos que limpiarlo, mejorar la calidad de los productos, ir a bailes de alta sociedad entre otras cosas. Y para empeorar, mi abuela materna Ana y el (según me cuentan) cuando se vieron se odiaron al instante, no sé porque, nadie me lo ha dicho. Siempre trataba de agradarle, pero en su lugar mi padre me alejaba, mi madre me retaba y el simplemente cuando lo iba a visitar me miraba al inicio con enojo y luego con lastima, acariciándome la cabeza y luego irse sin cruzar palabra.

**Flashback**

-Vamos, Charles- dije a mi primo que estaba todavía jugando con un soldadito de madera tallada- Llegaremos tarde y no podremos recoger nada, van a castigarnos y todo por tu lentitud.

Mis primos y yo (2 de 16, lo se tengo familia grande) habíamos jugado la Guerra de Troya por varias horas, pero olvidamos por completo la gran reunión familiar que se llevaría a cabo para quien sabe qué cosa. Seguro era algún baile aburrido, temas de las mercancías o lo peor, el siguiente heredero. Ese tema me pone de nervios, hace que todos guarden un silencio sepulcral y que mis primos saquen a la luz su lado más fanfarrón y malvado, todos quieren ser rey. Menos yo, mi padre es ahora el monarca de Westerdare, es una isla de las tres que forman un pequeño archipiélago, mejor conocido como las Islas del Sur, cada una tiene su líder y estos se ponen de acuerdo sobre todo. Por lo que veo, mi padre siempre anda viajando y esta con el nivel súper alto de nervios, por eso siempre estoy con mis primos o con mi madre y mi tía Florencia (que por cierto, tengo 12 en total).

Entramos corriendo, le entregamos nuestras capas a una mucama y salimos disparados a la Sala Victoria (lugar de juntas). Entramos Charles, Jacob y yo silenciosamente, cada uno dirigiéndose a su lugar. Todos ya están sentados en la gran mesa circular, ya están todos, mis tíos, primos, mis padres y el abuelo Cornelius.

-Bien, muchachos -dice el abuelo, con voz grave levantando una mano para que guardemos silencio- Esta es una reunión de suma importancia. Como ya han de saber ha habido problemas con países vecinos y se cree que habrá una pequeña confrontación. Por eso he decidido hacer esta junta para informarles que acciones llevaremos a cabo para poder aprovechar esta situación.

Insensible, tal vez esto sea el inicio de una guerra y el abuelo pensando en dinero. Supongo que asi es el mundo de negocios, frío y diligente. Cuando yo sea rey haré las cosas a mi manera, y no sin corazón, o bueno... si tengo que serlo.

-Por lo tanto, lo más sensato que se nos ha ocurrido a Noah, los demás gobernantes y a mí, es hacer un gran baile (-Lo sabía- pienso) para poder hablar con los patrocinadores, tener más oportunidades de aumentar el promedio de....

Bla, bla, siempre es lo mismo y nada es emocionante en esos bailes. Mujeres superficiales, hombres engreídos y otros jóvenes con movimientos y modales monótonos y estudiados, todo predecible.

En una esquina veo al tío Hans, con la mirada gacha y la mente por las nubes. ¿Qué pensara?

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