¿Acaso fue Edwin? ¿Algún guardia? ¿Suerte? No, aquella persona que nos había salvado el pellejo no era nada más ni nada menos que una complete desconocida. Mientras Celin seguía aferrada a mi brazo lloriqueando intenté darle las gracias. No obstante, nuestra heroína salió corriendo. Antes de perderla de vista pude ver como sus ojos resplandecían de manera muy particular. Un brillo anormal.
La guardia real del lugar pasó al lado de nosotras para controlar la situación. Busque en los techos de las casas a los responsables, pero era imposible acertar a un objeto en tal altura. Nos refugiamos detrás de una carreta llena de flores.
—¡Celin, Celin! ¿Estás herida?
—¡No me toques! ¿Cómo sabes mi nombre? —tardó un poco en reaccionar. Miraba a su alrededor con ojos vidriosos. ¿Cuánto tiempo había pasado lejos de casa? Mucho más importante, ¿qué hacia aquí?
—¿Princesa Celin? —inquirí. No me había equivocado de persona. Sus mejillas se coloraron bastante, al hablar su voz temblaba ligeramente.
—El tiempo no puede borrar la persona tan importante que alguna vez fui, ¿cierto? —Se desconectaba de la realidad y volvía unos instantes después; mientras jugueteaba con su cabellera roja—. ¿Quién eres tú?
—Una vieja amiga. ¿Puedo llevarte a algún lado?
—Ya has hecho suficiente. Estaré plenamente agradecida —fuerza una sonrisa y se levanta—. Si me disculpas, tengo que buscar a mis compañeros. La vida de bailarina no es solo diversión.
—Pero, tú no eres una bailarina. ¿Dónde está tu primo? ¿Tus padres? ¿Alguna dama de compañía? No, olvida eso. ¿Qué haces aquí?
La doncella que tenía enfrente había cambiado notablemente, sin embargo sus movimientos son estudiados y elegantes. Tiene el cabello descuidado y había adelgazado de manera alarmante.
—Ya te recuerdo —intento tomarla del brazo, pero retrocede y frunce el ceño—. Iba contigo al colegio, ¿no? Eras la chica que le había causado problemas a....
—¡Lo recuerdas! Bien, tienes que venir conmigo. Vamos a casa.
—Que desfachatez tienes al mentirme. Sé tanto como tú, ya no hay lugar para nosotros. Menos para mí— baja la voz y sus ojos delatan la confusión y el terror que debió haber sufrido—. Me aburrí. Me sentí harta de la rutina de siempre y los abandoné. Si todo hubiera sido así de fácil... Lo que me obligue a hacer para conseguir comida, lo que hicieron conmigo. Alguien como yo no puede pertenecer a ese mundo dorado. ¡No podré verlos a los ojos!
Conmovida e impresionada deje que saliera corriendo. No había nada que hacer ahora.
—Tal vez... No todos podemos tener un final feliz.
El ataque había terminado. Los heridos eran tratados y los pocos muertos estaban rodeados de sus familias. No le preste mucha atención a lo último.
—¡Lennah! ¿Dónde estabas? ¡¿Qué te sucede?! —me había olvidado de Ed. Parecía enojado. No, estaba enfurecido. Mientras me daba un sermón nos encaminamos dentro de un callejón.
—¿Querías ayudar, no? Bueno, esta persona no va a escapar.
Señala con la cabeza un cuerpo en el piso. Por instinto, me arrodillé a ver sus heridas. No eran profundas.
—Debemos ir con las autoridades. A ver un verdadero doctor. Solo sé lo básico —cuando iba a levantarme, el herido cobró vida y me forzó a volver a sentarme. Di un respingo al ver su rostro, era aquella heroína. La chica que desvió las flechas.
—Por favor, señorita. Ustedes son los únicos que pueden ayudarme.
—El mundo es pequeño —intercambiamos una mirada cómplice.
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Cuentos Muertos para Niños Felices ✨Próximamente✨
Adventure¿Qué ha pasado en el mundo de las reinas, los dioses, las brujas y los dragones? Cuando la historia termina, cuando el libro se cierra y ya no hay más que contar... ¿Qué pasa ¿Termina? Lennah creció en un mundo lleno de ilusiones. Sabía lo que e...