¿Cómo olvidar esa tez perfecta? ¿Ése semblante que corta la respiración? ¿Ese pelo perfecto? ¿Esos ojos enormes y desconcertantes que se clavan en lo más profundo de mi mente?
En mi filosofía de vida no existen las segundas oportunidades.
Las segundas partes nunca fueron buenas, ¿No?
Intento mostrarme hostil durante nuestra conversación.
En el fondo lo hago por mi bien. No sé si estoy totalmente preparada como para volver a esa amistad perfecta.
Necesito dejar de amarlo, y cada vez falta menos para que eso ocurra.
Llega un punto en el que sencillamente no contesto a su último mensaje.
Soy incapaz de seguir.
Temo tener sentimientos encontrados.
No puedo.
Los días pasan y, como de costumbre, todo gira en torno al fin de semana.
Necesito que esos ojos oscuros se claven sobre mí como puñales y me sanen.
Pero, en ocasiones, mi suerte es... simplemente una porquería.
No es mi noche. No es nuestra noche.
Algo se tuerce en el último momento y no consigo mi cometido.
Necesito sus caricias. Necesito sentirlo.
Los días pasan despacio y no me siento demasiado bien.
No me siento deseada, no me siento... querida.
De repente, un mensaje del chico de los ojos oscuros y penetrantes aparece en mi teléfono móvil.
Sus conversaciones siempre esconden mensajes ocultos cargados de erotismo, siempre están cargados de segundas intenciones.
Hacen que me vuelva loca.
Nuestra conversación cambia de repente y... aparece un tema que me aterra y que desearía no tratar jamás. No con él.
Sentimientos.
"¿Qué sientes por mí?".
¿Sentimientos? Él... era mi sueño. El amor platónico existe, y él siempre tuvo ese puesto en mi corazón.
Pero no puedo sentir. No debo sentir.
Los días pasan deprisa cuando juego con él.
Llena mi vida de lujuria, descontrol, locura y, lo más importante, felicidad.
"¿Cómo hemos llegado a ésta situación?" Dijo la voz de la coherencia encerrada bajo la sexy y pecaminosa apariencia de la locura.
Dijo la razón de mi caballero oscuro.
