Me aparto bruscamente.
¿Qué demonios acaba de pasar? No.
Estos no son los ojos que buscaba. Estos ojos azules me son totalmente indiferentes.
Comienza a nublarse mi visión debido a la ginebra.
El chico de ojos azules vuelve a la carga. Me sujeta firmemente por la cintura y vuelve a besarme. Una parte de mi desea gritarle que mi corazón tiene dueño, aunque su dueño no sea consciente de esta posesión.
Mi amiga parece estar en mi contra. Me sirve otro medio vaso.
Mi estabilidad es... cómica.
Esos ojos azules casi felinos me persiguen constantemente entre en gentío.
Y yo no ceso en mi búsqueda de los ojos más desconcertantes que he visto en mi vida. Esos ojos que hace menos de un mes lo cambiaron todo.
Y entonces ocurre, lo encuentro. Camina con un amigo y lo detengo. Lo beso cordialmente en las mejillas mientras mi mente juega a cuestionarse el sabor de sus labios. Quiero algo más que un beso cordial. Estúpido alcohol.
Mantenemos una conversación y le confieso lo sucedido con el chico de los ojos azules y el pelo perfecto. Su respuesta hace que me estremezca por dentro
-Me voy a poner celoso, ¿Eh?
Alza una ceja, divertido, y me dedica una sonrisa plena.
-¿Sí?
Contesto coqueta.
Sus pupilas están enormes debido a la escasa luz que nos envuelve. Puedo ver la magia que transmite su mirada. Podría pasarme horas mirando esos ojos. Quiero perderme en ellos.
Su amigo me lo arrebata y vuelvo a perderlo de vista. En este momento parezco una niña pequeña y mimada a la que le han arrebatado su juguete nuevo.
-Ahora vuelvo.
Dice antes de desaparecer mirándome fijamente a los ojos.
Lo espero. No sé durante cuánto tiempo lo espero.
El alcohol se me sigue subiendo a la cabeza y la percepción del tiempo deja de estar clara para mí.
Mi amiga me arrastra, obligándome a abandonar mi espera.
De repente, miro mi teléfono móvil. Hay un mensaje de los ojos que busco. Me citan en un lugar concreto: "Vente a los coches."
