Me despierto agotada. Llevo cuatro días infernales.
Llego temprano al instituto y me siento, esperando a que mis amigos aparezcan. Y lo veo.
Entra por la puerta, con su pelo perfecto y el rostro impasible. Bajo de nuevo la vista.
Me resulta simplemente irresistible.
Antes me pasaba los recreos en la cafetería, últimamente he cambiado de aires. Sentía que esas cuatro paredes me asfixiaban. Necesitaba respirar.
Voy caminando con una amiga, ignorando mi entorno en su totalidad.
De repente miro al frente y me encuentro a un chico con una sudadera oscura y unos ojos que conocen cada rincón de mi mente.
Él no me ha visto, y está a punto de chocar conmigo. De repente, se da cuenta y con un movimiento rápido me esquiva con una sonrisa dividiendo su rostro. Yo también sonrío.
Es una situación tan cálida y familiar...
De repente, una amiga llama mi atención, está muy alterada.
-¿Has escuchado lo que la gente va diciendo de vosotros? -Dice refiriéndose a él y a mi.
-¿Qué? No, ¿Qué pasa?
-La gente dice que la noche del sábado os liasteis y, que además, hubo mucho más que simples besos.
Desmiento con totalidad esta teoría. Definitivamente recordaría algo así.
Le hablo, me toca iniciar la conversación... y necesito contarle lo que está sucediendo, lo que la gente está diciendo.
Está tan sorprendido como yo, confirma mi teoría, nunca pasó algo así entre nosotros.
Hablamos durante toda la tarde, y todo parece tan... natural. Tan normal como solía serlo.
Ilumina mis días. Es lo que hace.
Incluso nos dormimos al mismo tiempo, dejando la conversación a medias durante la noche.
¿Y si no lo he perdido?
Tal vez las cosas no van tan mal como yo pensaba. Quizás he sido dramática.
Lo quiero.
Y es un problema, porque sigo sin saber si me corresponde o no.
Estoy tan confusa... sólo quiero recordar lo sucedido hace unos días.
Me correspondió cuando lo besé. Me mordió de vuelta.
