Seco mis lágrimas con el dorso de mis manos e intento contener el torrente de emociones que me atraviesan el alma.
No siente absolutamente nada por mí. Es un hecho. Es real.
¿Por qué lloro? Al fin y al cabo una parte de mi ser siempre lo supo.Este dominó gigante que es la vida ha caído. Ha caído sobre la cara equivocada y con mucha más fuerza de lo previsto.
Todo lo que sube, baja. O eso dicen. Y yo me he caído desde lo más alto.Otra noche en vela. ¿Cuántas más tengo que padecer?
No son buenas noches, ni lo serán.
No si no está.Salgo de la cama con ojeras que me llegan hasta los pies. ¿Qué esperaba de un martes 13?
Voy al instituto exclusivamente para hacer un examen y vuelvo a casa. No me encuentro bien.Me paso el día en la cama, sola, mirando a un punto fijo. Inmóvil. Pensando. ¿Qué hacía cuando él no estaba en mi vida? ¿Pasaba el tiempo tan despacio? ¿Eran los minutos tan eternos?
La oscuridad. La oscuridad intenta alcanzarme y yo... yo no tengo fuerzas para seguir huyendo.
Yo nunca creí en el amor a primera vista. Ni en los flechazos.
Él definitivamente me atrajo desde el principio, y prácticamente me enamoré de él al instante.El chico de ojos oscuros y aires de superioridad atenta con regresar a mi vida y desatar mis demonios de nuevo.
Los demonios que habían desaparecido debido a la luz cobran vida.Mi chico de ojos claros e irresistibles no me necesita. Yo... yo sobro en su vida.
Él está agobiado, y mi presencia no hace que su condición mejore en absoluto.Necesita espacio, y yo necesito tiempo.
¿Cuánto? No tengo ni la menor idea.
Tengo que alejarme de él, porque eso es estar enamorado. Es sacrificarte por aquello que amas.¿Qué puede salvarte de la oscuridad?
La luz.
¿Qué puede salvarte de la luz?
La oscuridad.