En cuestión de segundos el chico de ojos cafés está a una distancia extremadamente peligrosa de mis labios.
Me mantiene presa contra la pared con sus caderas y yo soy incapaz de defenderme, o de razonar.-Vámonos.
Dice.
Con esta única palabra hace que mi cuerpo se ponga rígido.
Muerdo mi labio inferior y casi por arte de magia, encuentro mi chaqueta en cuestión de segundos.Al colocarme mi abrigo negro, noto algo diferente. Menos peso.
Toco mis bolsillos para comprender el motivo.
Tanto mi teléfono móvil como mi cartera han desaparecido.¿Dónde están mis cosas? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué hay tanta luz?
Reacciono de repente.
El chico de ojos cafés me besa apasionadamente y me acaricia.
¿Qué está pasando? ¿Cómo hemos llegado a ésta situación? ¿Cómo hemos llegado a éste lugar?Todo está borroso, todo es locura.
El chico de ojos cafés me desea, me desea muchísimo.
Desabrocha con delicadeza mi mono negro, dejándome semidesnuda e indefensa.No lucho, simplemente me dejo hacer.
Es como si todo esto ocurriera en cuestión de milésimas de segundo.Vuelvo a entrar en la discoteca. Está casi vacía. ¿Será muy tarde?
Una amiga me devuelve mi teléfono móvil y siento un gran alivio en mi interior.
No lo había perdido.Perder mi teléfono móvil significaría perder conversaciones eternas con el chico de ojos claros. Y con el de ojos oscuros.
Perder mi móvil sería una desgracia.Guardo con recelo tantas cosas. Tantas fotografías suyas. Tantas confesiones.
A pesar de sus muros, conozco muchas cosas sobre el chico con la mente más complicada que he encontrado en mi vida.Vuelvo a casa a la una de la madrugada. Siento que hay muchos recuerdos perdidos. Casi demasiados.
Esto me recuerda a aquélla noche en la que cometí el error de besar al chico con los ojos más desconcertantes que he visto en mi vida.Me coloco el pijama con dificultad. Todavía me siento mareada.
Me meto en la cama y me quedo plácidamente dormida.