26. La fiesta.

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Ha pasado más de una semana. Una semana sin pensar lo más mínimo en esos ojos claros en los que antes giraba todo mi mundo.
¿Es una señal? ¿Quiere decir qué ya no lo amo? ¿Qué ya no puede destruirme?

Es un día especial, es un día de fiesta y descontrol absoluto.
La fiesta de estudiantes es así. Alcohol, música, locura, y sexo.
Me coloco un mono negro y ajustado sin tirantes y mis botas negras de tacón.

Es más que probable encontrar esos ojos claros y gigantes entre el gentío y el descontrol, pero ya no me asustan.
Me siento mejor.

Voy caminando con una amiga. La sujeto del brazo mientras avanzamos. Y... ocurre.
El chico con la mente más complicada y misteriosa del mundo, ese chico brillante con el destello mágico en la mirada, ese chico delgado y guapo, saluda a mi amiga.

Alzo la cabeza y me vuelvo fría, indiferente, incluso cruel.
Mi rostro se vuelve rígido, inexpresivo.
Ni siquiera lo miro. ¿Se habrá dado cuenta?

Bebo. Bebo durante toda la tarde.
Cuando la noche comienza a aparecer la ginebra hace efecto en mi persona.
No me siento mal, solo... feliz.

En mitad de mi trance y mi felicidad absoluta un chico extremadamente guapo y delgado se coloca en mitad de mi camino.
Entorno los ojos y veo unos enormes ojos claros y desconcertantes.

Esos ojos preciosos que me aterran y me atraen.
Me mira fijamente y de repente, una media sonrisa aparece en su rostro.

-Mira, es la chica que me odia.

Me quedo paralizada durante unos segundos, no esperaba que me dirigiera la palabra.

-No te odio. Nunca te odié. -Digo casi sin pensar. En este estado es tan sencillo ser sincero... -Pero te guardo rencor.

Su media sonrisa pasa a una sonrisa plena y perfecta que divide su rostro angelical en dos.

Me encantaría decirle lo mucho que he sufrido, lo mucho que debería odiarlo, lo mucho que llegué a amarlo en vano.

Eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora