El verano acabó cuando empezaron las clases, sin embargo, las fiestas no.
Se aproxima una fiesta muy importante. Y queremos vernos.
Él quiere verme allí, y eso me entusiasma.
Hoy también hay fiesta, pero es menos importante que la que está por venir la semana que viene.
Él va a ir, y yo quiero ir... por él.
Hablamos durante todo el día, como siempre.
Finalmente no puedo ir a la fiesta, mis amigos no quieren ir.
Parece más molesto de lo que esperaba ante mi ausencia. Hay algo creciendo en mi interior. Es esperanza. Realmente quería verme.
Insiste en llevarme con él y soportar mi compañía durante toda la noche.
Definitivamente me parece un acto adorable y tentador. Sobretodo tentador.
Pero me es imposible aceptar algo así...
No se despide de mí esa noche. Me siento vacía.
Es domingo, y le hablo. Anoche me abandonó, necesito saber por qué... una explicación.
El caso es que no me dejó. Si no que su móvil no funciona como es debido.
Me asusto en vano. Aunque prefiero que todo sea un malentendido antes que su indiferencia.
No podría soportar su indiferencia.
Es lunes. Y el cielo es gris. Muy gris.
Debería estar eufórico, pero no es así en absoluto. No se encuentra bien.
Ha escrito una redacción sobre su infancia y... sus sentimientos se han activado. Son un arma de doble filo.
Se pasa el día muy desanimado, e intento hacerlo feliz, incrementar su felicidad.
Finalmente consigo que se sienta mucho mejor.
"Gracias por simplemente estar, ¿Sí?"
Gracias a ti por aparecer y cambiarlo todo. Gracias por existir.
Necesito que la semana pase rápido, necesito verlo. Verlo en serio.
Quiere mantener una conversación conmigo, una conversación de verdad. En persona.
"Quiero ver tu mirada, ver tus intenciones, analizarte."
He de decir que me aterra que lo haga. Que descubra mis sentimientos. Que huya.
Sus ojos me aterran y a la vez me atraen. Es exactamente la misma sensación que me transmitía sin conocerlo.
Esa incertidumbre. Mirarlo es como ver las dos caras de una misma moneda.
Es hipnótico.
