Capítulo 23: Él no estaba roto, él estaba hecho trizas.

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Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana».

Mateo 11:28-30

Gustavo

Decir que estaba nervioso era el mayor eufemismo de mi vida.

Estaba ATERRADO.

Tenía más miedo que nunca, pero al mismo tiempo sentía esa necesidad de dejar salir esto; Esto que estaba doliendo y escociendo en mi interior, esto que me dejaba noches enteras sin dormir, esto que estaba pudriendo mi vida en un proceso lento y doloroso.

Por lo general yo nunca he sido una persona muy abierta con mis problemas, pero mi pasado...

Mi pasado estaba guardado en mi interior, tan profundo que tenía que escarbar demasiado para sacarlo, solo lo sabíamos mama y yo, y....

Papá.

-Tavo...–Dijo Amanda sacándome de mi trance–

-¿Sí? –Dije nerviosamente–

Me sonrío. De alguna forma ella desencajaba en todo esto, ella parecía tan apacible, tan calmada, pero al mismo tiempo sentía tan natural que ella estuviese aquí...

-Yo...–Dije sin poder aguantar por mucho tiempo más mis lágrimas–

-Dejalo salir, está bien, yo estoy aquí–Dijo ella apoyando una mano en mi hombro–

Y no pude más. No pude seguir haciéndome el fuerte cuando no lo era.

Las lágrimas empezaron a salir de a montones por mis ojos, es como si todo lo que no hubiese llorado en estos años, se hubiese acumulado dentro de mí, y ahora que había dejado salir un poco, todo lo demás de alguna forma había logrado abrirse paso.

Amanda solo se limitó a abrazarme. Acariciaba mi espalda de vez en cuando, susurrando palabras como: "Esta bien" "No voy a juzgarte" "Yo estoy aquí". Su abrazo me transmitía calidez, bondad, es como si en este mismo momento, no tuviera miedo de ser yo.

Por otro lado, yo era como un grifo abierto, no podía parar de llorar, y por alguna extraña razón, no me sentía mal con eso.

Me retire un poco, rompiendo el abrazo, era hora de decírselo.

Amanda

Yo podía sentir su dolor.

Según estudios, hay neuronas en el cerebro, llamadas "Neuronas Espejo", estas neuronas "reflejan" las emociones de las personas con las que estemos en un ambiente cercano, es por eso que cuando una persona comienza a reírse desenfrenadamente, poco a poco las personas de su alrededor comienzan a reírse también, esto sucede con más emociones, no solo con la risa, sucede con el dolor también. Por eso cuando decimos: "Me contagiaste la risa" en realidad no es eso, es solo que las neuronas espejo de tu cerebro están funcionando.

El caso, es que estas células estaban funcionando más que perfectamente en mí, porque de alguna manera, yo sentía su dolor como mío propio.

Él no estaba roto, él estaba hecho trizas.

La intensidad con la que sus ojos me miraban, me hizo sentir vinculada con él.

-Yo solo quería ir al básquet esa noche...–Dijo mirando a la nada–

Oh Dios... él estaba abriéndose a mí.

-Papá dijo que no, pero yo tenía que ser tan bastardo e insistir. Yo sabía que el auto no estaba funcionando correctamente, ¡Maldita sea! ¡Yo lo sabía! Pero soy tan maldito que le insistí a Papá para que me llevara. –Enojo puro, destilaba de su voz–

¿Y si me enamoro de una Cristiana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora