Amanda
Santiago y yo íbamos camino al centro comercial.
Por alguna razón, aferrarme a su espalda, era incomodo, pero con tavo...
Aferrarme a su espalda, era tan fácil... tan cómodo...
El viaje se hizo eterno, como si hubiesen mudado el centro comercial 500 km más lejos.
-Hemos llegado preciosa–Dijo él con voz coqueta–
-Preferiría solecito–Dije con cortesía–
-Como sea.
Entramos al lugar y Santiago trato de tomar mi mano, pero yo lo esquive, fingiendo buscar mi celular en mi bolsillo trasero.
Me sentía incomoda. Esto definitivamente no era una salida de amigos, él estaba demasiado raro.
Caminamos hasta salir del centro comercial. Él estaba conduciéndome a alguna parte...
Íbamos a cruzar la calle, espere que avanzara para cruzar con él, sin embargo él solo se detuvo y se giró hacia mí.
-Dame tu mano–Dijo casi susurrando–
Su cara estaba a escasos centímetros de la mía...
Me aleje instintivamente. Ser besada por mi mejor amigo no estaba en mis planes para hoy...
Él solo extendió su mano, esperando que yo posara la mía.
-Ya se cruzar la calle yo sola, pero gracias–Dije bromeando–
Él sonrió y se quedó mirándome, casi detallando mi rostro por unos segundos.
-La mano...–Dijo él sonriendo–
-Aquí esta–Dije mostrándole mi mano, con una sonrisa burlona–
-ja, ja, ja muy graciosa–Dijo él fingiendo estar serio– Es en serio, dame la mano.
-Ash, ¿Para qué?
-Es una sorpresa. Ahora, dame la mano y no preguntes–Dijo extendiendo su mano–
Él me conocía muy bien, sabía que yo amaba las sorpresas.
Puse mis ojos en blanco y sonreí mientras le daba mi mano. Él me condujo a través de la calle, luego a través de un parque y finalmente a una pequeña choza.
La choza era muy linda. Era toda de piedra, con lindas florecillas que crecían por fuera y le daban un toque tierno y romántico.
Romántico...
Esto definitivamente era una cita.
-¿Recuerdas cuando éramos niños, y tu madre te regalo ese chocolate?–Dijo él con una sonrisa–
-Sip, lo recuerdo, aún conservo la envoltura. Es lo último que me dio antes de... ya sabes... morir–Dije recordando con nostalgia–
-También recuerdas que nunca pudimos conseguir un lugar donde compralos–Dijo él–
-¡Si! –Dije sonriendo– Recuerdo que prometimos que cuando pusiésemos viajar, buscaríamos por todo el mundo hasta que consiguiésemos un lugar en donde comprarlos.
-¿Cómo se llamaba el chocolate? –Dijo con el ceño fruncido como si estuviese pensando– no recuerdo su nombre.
-Bah, ¿Tan rápido lo olvidaste? –Dije con una sonrisa–
-Estoy envejeciendo... ¡Ay mi espalda! –Dijo fingiendo ser un anciano–
Comencé a reír.
-Nietecita, me pasas mis dientes, creo que se cayeron por el suelo.
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¿Y si me enamoro de una Cristiana?
Teen FictionGustavo es un chico manipulador, lindo y rico que siempre obtiene lo que quiere, bueno... casi siempre. Lleva una vida desenfrenada de lujos, vicios y placeres. Sin embargo estas vacaciones no serán lo que él planeaba... ¿Y si llegase a enamorarse d...