Capítulo 15: Confesiones de media noche

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Amanda

Tavo no me respondía, estaba sentado en su cama, sus manos estaban en sus oídos.

-Gustavo ¿Qué sucede? –Dije con miedo–

Él no me respondía, parecía inmerso en sus pensamientos. Me dirigí rápidamente al interruptor de la luz, la encendí y él pareció reaccionar.

Solo me miro. Sus ojos carecían de brillo, se veían oscuros y planos, tenía ojeras y estaba demasiado pálido para ser normal. Yo estaba paralizada, no sabía qué hacer, solo me quede observándolo.

-¿Qué haces despierta? –Dijo frío–

No balbucees Amanda, no tartamudees, que no sienta que le tienes miedo... trátalo con calma.

-Yo... solo me desperté–Dije débilmente–

-Vete a dormir–Ordeno–

-No...no puedo–Dije, y mi voz vacilo al final–

-¡DIJE QUE TE FUERAS A DORMIR! ¡¿NO ME ESCUCHASTE?! –Dijo groseramente–

Trague saliva. No debía temer, mi padre celestial estaba conmigo.

Me arme de valor, un valor que solo Dios puede dar y me dirigí a su cama. Él estaba inmóvil, rígido su rostro carecía de emociones.

-¿Qué pasa Tavo? –Volví a preguntar lo más dulce que pude, como cuando mi hermana solía despertar en medio de la noche y yo iba a consolarla–

-No pasa nada–Dijo evitando mi mirada–

-Mírame–Dije tomando su mentón–

-Suéltame–Dijo despacio, y tan frio que hizo que sus palabras doliesen dentro de mi pecho–

-Puedes confiar en mí–Dije genuinamente–

-¡VETE! ¡SUELTAME! ¡DEJAME SOLO! –Dijo gritando y tapándose los oídos de nuevo–

Nuevamente me arme de valor y me senté en su cama. Él estaba tapando sus oídos, sus ojos estaban cerrados, puse una mano en su brazo, y él se tensó automáticamente.

-¡DIJE QUE TE FUERAS! ¡MALDITA SEA! –Dijo apartándose de mí–

Esas palabras activaron los recuerdos en mi mente, antes de tener a Cristo, solía pasarme esto, así que lo supe. Las palabras resbalaron tan rápido de mi boca que las dije sin pensar.

-Tuviste una pesadilla... ¿cierto?

El no respondió, ni siquiera me miro.

-¿Qué te atormenta Gustavo? Déjalo salir...–Dije–

Lagrimas comenzaron a formarse en mis ojos al verlo tan atormentado, sabía muy bien cómo se sentía.

El comenzó a respirar demasiado rápido.

-Aléjate de mí Amanda, no soy bueno–Dijo en un susurro–

-No puedo. No voy a dejarte solo–Toque su espalda con suavidad–

Él se levantó, y comenzó a caminar a la salida, pero fui más rápida que él y le bloquee la salida.

-Apártate–Dijo. Peligro emanaba de su voz, pero eso no me asusto–

-¿No estás listo para decírmelo? ¿Es eso? –Lo mire fijamente–

-¿Cómo lo sabes? –Dijo mirando al suelo–

Me encogí de hombros.

-Tu vida ha sido perfecta Amanda. La mía es una mierda–Dijo sin levantar la mirada y con un claro enfado en su voz–

Sonreí nostálgicamente.

-Mi vida está lejos de ser perfecta.

Quería demostrarle que podía confiar en mí, así que decidí contarle mi historia. Tome su mano y él se tensó automáticamente, pero no la aparto. Lo conduje hasta su cama y lo hice sentarse junto a mí. Ya la fase de los gritos había pasado, aun se veía atormentado, pero estaba más calmado.

-Mi vida, no ha sido nada perfecta Tavo, empezando porque nisiquiera se quiénes son mis verdaderos padres. Me dejaron en un basurero y mi madre adoptiva la señora Sheer me recogió cuando estaba a punto de morir–Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, pero proseguí–

-Ellos me dieron todo su amor, me sentía feliz, pero un día, de repente Mamá se sentía mal. Así que fuimos al médico, y nos dijo que mama tenia leucemia linfoblástica, un cáncer muy fuerte y altamente destructivo. Y en mama estaba avanzado.

-Ella, nunca perdió la esperanza, siempre tuvo fe. Siempre, estaba alegre, decía: "morir en Cristo es ganancia". Mamá se había convertido en cristiana cuando yo era pequeña, la mamá de Santiago era su amiga, y ella la invito a la iglesia. A mí no me agradaba su manera de pensar, no me agradaba la iglesia, pensaba que era una locura, que era una pérdida de tiempo.

-Todas las noches tenía pesadillas, sobre mamá muriendo, sobre yo en el basurero... vivía constantemente atormentada. Me preguntaba ¿por qué a mí? ¿Qué hice para merecer esto? –Las lágrimas caían silenciosas por mis mejillas–

-Hasta que un día, desperté en medio de la noche, así como tú, me desperté asustada. Dias antes nos habían dicho que mamá estaba muy mal, que no iba a sobrevivir otro año. Ella estaba tan mal que tenían que darle medicinas tan fuertes que hacían que no nos reconociera, siempre estaba cansada, siempre acostada. Papá tenía que bañarla, darle de comer, ella ya no se valía de sí misma. Entonces, me desperté muy atormentada, fui a su habitación y ella estaba despierta. Papá estaba tan cansado que no se dio cuenta. Mi hermana también estaba dormida.

-Yo me acerque a ella. Ella tenía los ojos vidriosos, estaba a punto de llorar.

-Mami ¿Qué pasa? –Le dije en susurros, para que solo ella escuchara–

-Recuerdo claramente que respondió: "Y es hora pequeña, mami va a partir"

-Lo recuerdo tan claramente que duele. No son palabras fáciles para una niña de ocho años, y esa era la edad que yo tenía. Rápidamente desperté a papá y a mi hermana. Ella se despidió de todos, llorábamos mares enteros. Papá la beso, y le dijo que se veía tan hermosa como la primera vez que la vio... ellos estaban tan enamorados....

-Luego ella nos dijo a mi hermana y a mí que debíamos ser unas chicas fuertes y que obedeciéramos a Dios en todo. Después de eso, les pidió que nos dejaran a solas y me dijo: "Mandi, Dios es la solución a todos tus problemas"

-Y luego murió.

Al terminar de relatar la historia estaba llorando a mares, apuesto a que tenía la nariz y los ojos rojos. Tavo estaba mirándome fijamente, ya no parecía estar atormentado, sino sorprendido.

-¿Cómo puedes ser tan feliz a pesar de todo? –Dijo. Y pude apreciar de cerca que sus ojos estaban vidriosos–

-Yo estaba rota Tavo, rota desde adentro. Tenía rencor, vivía constantemente angustiada. Pero cuando conocí a Cristo, él me lleno, me restauro. Recogió mis pedazos y los unió con el pegamento de su amor. Él siempre estuvo para mí, aun cuando lo aleje–Lo mire a los ojos– Él puede sanarte, pero tiene que permitírselo.

Él me miro, por un largo tiempo, se acercó y me abrazo. Sus brazos eran fuertes y cómodos. Se acercó a mi oído y susurro:

-Eres la chica más fuerte que conozco.

Luego beso mi cabello.

Nos quedamos así por un rato, calmándonos. Luego de eso, me zafe de su abrazo y me retire un poco.

-Cuando esté listo para contarme, voy a estar aquí–Dije sonriéndole–

Él tomo un mechón de mi cabello y empezó a jugar con él.

-Eres tan buena para mi...–Dijo en un susurro–Mandi, tú....     


¿Y si me enamoro de una Cristiana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora