Capítulo 27: Él sabía a amistad.

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Amanda

Solo necesite sentir sus labios contra los míos, para saber que esto nunca funcionaría.

Él sabía a chocolate, a vainilla y a dulzura. Sus labios se sentían desconocidos contra los míos, como si intentásemos juntar agua y aceite.

Conclusión: él sabía a amistad.

No me malinterpreten, Santiago no besaba mal, no es como que yo supiese mucho de besos, pero él sabía besar.

La cosa es... que no había un sentimiento de mi parte.

Santiago podría ser el mejor besador del mundo, pero si no había un sentimiento, este beso no significaba nada, al menos no para mí.

La ira me lleno, él no había respetado mi opinión, de hecho, ni siquiera la había tomado en cuenta. Él solo me beso porque quería hacerlo, sin respetar el hecho de que la boca era mía, y de que yo debía decidir a quién besaba.

Así que coloque las manos sobre su pecho y lo aleje, rompiendo el beso.

Lo siguiente, fue mi mano contra su mejilla, resonando con fuerza.

Todo se quedó en silencio por un momento, como si el mundo se hubiese detenido por un instante, y luego me encaminé a la salida. Conforme caminaba, un nudo se iba formando en mi garganta. Cada vez era más y más apretado, impidiéndome respirar.

Y me di cuenta que estaba corriendo, tratando de disolver el nudo.

Pero no se disolvía, no. No desaparecía, porque yo lo estaba perdiendo. Cada paso que daba, era un paso más lejos de él. Y una distancia más grande en esta amistad.

Sin duda alguna, este beso lo cambiaba todo...

El nudo pareció aflojarse por un momento, pero entonces, lo escuche... escuche sus pasos...

Él venía siguiéndome.

El nudo se apretó de un tirón, para luego convertirse en lágrimas que comenzaron a inundar mis ojos, y que amenazaban con salir. Sentí que estaba más cerca, él corría mucho más rápido que yo, así que me alcanzaría en cualquier momento.

Las lágrimas comenzaron a picar con más intensidad en mis ojos y sentí su mano tomando mi brazo, él me giro, y quedamos frente a frente.

-No, esta vez no...–Dijo sin aliento– Esta vez no vas a salir corriendo.

Las lágrimas escocían en mis ojos, como diciendo: "Déjanos salir" "Necesitamos salir". Así que las obedecí, y comencé a llorar. Él tenía razón, no podía seguir ignorando sus sentimientos hacia mí.

Era hora de hablar.

El problema... era que el nudo en mi garganta había vuelto, enmudeciéndome.

-¿Por qué me alejaste? ¿Tan mal beso? –Preguntó tratando de ser cómico para que hubiese un ambiente menos tenso–

Solo negué.

-Entonces... ¿Por qué no podemos besarnos?

-Porque no siento lo mismo que tu...–mi voz sonó pequeña y ahogada–

-Pero... tal vez si intentamos...

-Santiago... no puedes obligarme a amarte–Dije luchando con el nudo en mi garganta–

-Entonces... ¿Vas a dejarme en la friendzone? –Dijo con dureza–

-No es que te esté dejando en la friendzone... es que nunca saliste de allí.

¿Y si me enamoro de una Cristiana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora