Capítulo 42: Estúpida, mi novio ficticio idiota.

3.7K 204 98
                                    

Amanda

No tenía idea de lo que estaba haciendo, sólo sabía que Santiago tenía que permanecer despierto. La puerta sonó, y me aleje de Santiago bruscamente, fui hacia ella, sólo para encontrar a Rut. Inmediatamente la hice pasar y juntas ayudamos a Santiago a subirse en el auto.

Santiago me miraba con aprensión, e hice una nota mental de no sonrojarme. Lo había besado por una buena razón ¿no es así?

Subí al asiento del copiloto, evitando la mirada de Santiago, Rut se sentó en el asiento del conductor y nos pusimos en marcha rápidamente. Santiago parecía adormecido otra vez, y mi corazón palpitaba violentamente.

 Santiago parecía adormecido otra vez, y mi corazón palpitaba violentamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yo no podía besarlo de nuevo.

-Amanda—La voz de Rut eclipsó mis pensamientos—

-Eh ¿sí?

-Santiago necesita compañía allá atrás.

-Ah, bien.

Como pude, solté mi cinturón de seguridad y me pase al asiento de atrás, por medio de los dos asientos delanteros. Una vez estuve allí, tomé el rostro de Santiago, para llamar su atención.

-Tienes que mantenerte despierto—Dije mirándolo a los ojos— es muy importante que te quedes conmigo ¿Entendido?

Él asintió.

-Mirame fijamente ¿ok? Ya estamos bastante cerca del hospital—Sonreí—

Él estaba manteniendo su mirada fija en mí, y aunque yo misma le había ordenado que hiciese eso, me sentía nerviosa.

-Lo estás haciendo muy bien bobo—Dijo Rut desde el frente—

Él soltó un gruñidito de frustración, y luego todos reímos, soltando un poco de la tensión.

Una vez estuvimos en el estacionamiento del hospital, Rut y yo bajamos con Santiago, más que todo para orientarlo, pasamos a la sala de emergencias, y una vez allí, una enfermera comenzó a parar el sangrado de su nariz.

Salí de la sala de emergencias, para respirar aire fresco y tratar de poner en orden mis pensamientos. Yo, verdaderamente, estaba cabreada con Gustavo, pero al mismo tiempo, mi tonto corazón enamorado lo amaba, pero el hecho de que yo lo amara no significaba que él podría venir a adueñarse de mí como si yo le perteneciera, porque las cosas no eran así.

Tomé mi cabeza con las dos manos, como si así el enredo de emociones en ella se disolvería. La cuestión aquí, era que el enredo no desaparecía mágicamente, como me hubiese gustado que fuera.

-Los vi—La voz de Rut me sorprendió desde atrás—

Sin darme la vuelta pregunté:

-¿Ver qué?

-A Santiago y a ti besándose.

-Él iba a dormirse Ru, sabes lo peligroso que eso puede ser.

-Claro, y no había otra forma de mantenerlo despierto que no fuera besarlo ¿verdad? —Su tono era un reproche—

¿Y si me enamoro de una Cristiana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora