Capítulo 13: Tú eres mi problema.

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Amanda

¡Oh por Dios! ¡¿Gustavo estas bien?! ¡Tavo responde!

-Estoy bien–Dijo levantando su pulgar en señal de aprobación y con su cara enterrada en el césped–Solo me duele cada parte del cuerpo.

-¡Señor Jesucristo! –Exclamé– Santiago ayúdame a levantarlo.

Santiago rodo sus ojos y de mala gana lo ayudo a sentarse. ¿Qué le pasaba a mi mejor amigo? digo, sé que no le agradaba mucho Gustavo y todo... pero era ayudar al prójimo, él mismo me enseñó a: "hacer el bien sin mirar a quien".

Le dirigí una mirada de disgusto y me concentre de nuevo en Tavo.

-Vamos a llevarlo a la habitación, allí hay un botiquín de primeros auxilios–Dije con nerviosismo–

Gustavo me miraba fijamente, podía sentir sus ojos en mí. Y por alguna razón desconocida eso me hacía sentir nerviosa.

Santiago lo levanto con dificultad, Tavo paso uno de sus brazos por mis hombros y el otro brazo por los hombros de Santiago. En serio Tavo pesaba, y eso que yo ni siquiera estaba haciendo la mitad del esfuerzo que hacia Santi, y lo peor, Santi no se veía ni la mitad de agotado a como me veía yo.

En serio estaba en mala condición física...

Caminamos, a lo que a mi parecer fueron kilómetros de distancia, llegamos a la habitación y abrí la puerta. Le pedí al Señor en mi mente, que pudiésemos bajar las escaleras sin que yo dejase caer a Tavo. El Señor escucho mis plegarias y llegamos a su cama. Yo estaba sin aliento. Lo dejamos en su cama y me tumbe en la mía, respirando pesadamente, trate de recuperar el aliento, y luego de como 5 minutos lo logre.

Me levante y me dirigí al botiquín, Santi ya se había ido. Y no de muy buen humor por cierto... Tavo estaba respirando pesadamente en su cama, tome el botiquín y me dirigí a la cama de Tavo.

-Tavo, necesito curarte las heridas–Dije ayudándolo a sentarse–

-Argg esto duele como el infierno–Dijo al sentarse–

-Créeme que el infierno es mucho peor–Dije negando con mi cabeza–

-Tú... ¿Crees en el infierno? –Preguntó mientras curaba sus heridas–

-Así es. Creo en Dios, en el cielo, y también sé que existe Satanás–Dije como si fuese algo obvio–

Tome su mentón, para limpiar un gran raspón en su mejilla.

-Esto va a arder–Advertí–

Pude notar como se tensaba, pero ocultaba su dolor. Él ni siquiera se quejó cuando limpie con alcohol.

Gustavo

Cuatro palabras:

Ardía

Como

El

Infierno

Amanda estaba curando un gran raspón en una de mis mejillas, se veía tan concentrada, tan linda... Tenía el ceño fruncido, y su lengua se asomaba un poco fuera de su boca. La estaba mirando fijamente, olvidándome del maldi** dolor. No podía llorar, yo NUNCA lloraba.

-¿Porque me miras? –Preguntó tímidamente–

-Simple, me gusta ver cosas hermosas. Y además me encanta cuando te sonrojas–Le guiñe un ojo–

-¡Pfft! Yo no estoy sonrojada–Dijo a la vez que escondía su cara entre su cabello–

Tome uno de sus mechones y lo coloque detrás de su oreja.

¿Y si me enamoro de una Cristiana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora