Amanda
-Sí, soy yo, Amanda—Dije con un nudo en la garganta, y porque básicamente eso era lo único que se me ocurría decir—
-No me jodas
-No lo hago, soy yo.
-¿Qué te hace llamarme? —Dijo un poco a la defensiva—
-La fiesta de cumpleaños de papá.
-¿Y qué tengo que ver yo con eso?
-Me gustaría que vinieras—Traté de darle un aire calmado a mi voz, pero solo sonó como un graznido patético— Digo, si quieres.
-Claro ¿por qué no?
Era tan surreal este momento que no podía ni creérmelo.
-¿Hablas en serio?
-Que sí que si—repitió con fastidio—
Decidí no molestarla más porque si no terminaría por no venir.
-Entonces te espero—Dije tímidamente—
Ella colgó y me dispuse a ir a buscar las cosas, se suponía que tavo vendría a buscarme en un rato e iríamos a comprar las cosas juntos. Así que me duché, y me vestí. Quince minutos después de que estaba lista el timbre sonó, ya que estaba sola en casa baje para abrir la puerta y era Gustavo. Pensé que al verlo estaría nerviosa y que actuaría como una tonta enamorada, pero la verdad es que solo me sentí triste con él, sobre todo cuando me miraba, mi corazón dolía un poco. Toqué mi mejilla como un reflejo, al recordar la última vez que habíamos estado juntos.
-¿Vamos al auto?—Preguntó con un poco de timidez—
-Vamos.
Entramos en el auto, el silencio era un poco aplastante entre los dos, él pareció notarlo así que puso música en su auto y comenzó a pasar las canciones, luego de unos minutos se detuvo en una canción que no conocía, a él parecía agradarle y sus dedos tamborileaban sobre el volante. Me sorprendí a mí misma mirándolo con intensidad, se veía tan lindo, tan vulnerable.
-Ya te lo dije hace tiempo, las fotos duran más—Dijo medio sonriendo—
-Bah, solo vamos al supermercado—Dije volteando los ojos—
Luego de unos cuantos minutos llegamos al supermercado, decidimos separarnos para comprar la comida y asi hacerlo más rápido, tavo estaba tranquilo, no había intentado coquetear de nuevo conmigo, pero me miraba constantemente con intranquilidad, como si yo fuese algo que podría desaparecer si no se observaba. Yo intentaba ignorar eso, y solo concentrarme en mi tarea.
Poco a poco fui tachando las cosas de mi lista, me sentía muy emocionada, quería que mi papá se sintiera feliz por su fiesta de cumpleaños, aunque sentía que la lista se había alargado más de lo que esperaba... mi hermana y mi tía vendrían, vaya, tendría que orar mucho porque papá las recibiera decentemente a las dos. Ya solo faltaban un par de cosas y estaría lista, me dirigí a buscar los tomates.
-Tomates... tomates tomates... por aquí deben estar...—me dije a mi misma—
-¿Buscabas esto? —Dijo alguien interrumpiéndome—
Subí un poco mi mirada para encontrarme a un sonriente Daniel con una bolsa de tomates en la mano.
-Exactamente eso busco—Dije devolviéndole la sonrisa—
Me pasó la bolsa y nos saludamos. No sabía cómo debía tratarlo, la última vez quedamos en buenos términos, pero la verdad aun no sabía que esperar de él.
ESTÁS LEYENDO
¿Y si me enamoro de una Cristiana?
Novela JuvenilGustavo es un chico manipulador, lindo y rico que siempre obtiene lo que quiere, bueno... casi siempre. Lleva una vida desenfrenada de lujos, vicios y placeres. Sin embargo estas vacaciones no serán lo que él planeaba... ¿Y si llegase a enamorarse d...