Capítulo 34: El dolor de la pérdida.

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Amanda

Me estuve haciendo la fuerte durante todo el camino al campamento, en parte para no preocupar a tavo, y en parte para no preocuparme a mí misma, la verdad fue que solo logre no preocupar a tavo, porque en cuanto a mí, no logre mentirme.

Yo sabía que Papá era estricto, y ni tavo ni nadie (excepto Dios) podría cambiar eso en él. Papá no daba paso a segundas oportunidades, para él la primera impresión lo era todo, así que básicamente, tavo estaba perdido.

Lo nuestro había acabado sin siquiera comenzar.

Posiblemente debía decírselo a tavo de una vez, la cuestión estaba en que no podía alejarme de él, mi mente se negaba a asimilar correctamente todo esto y sabría que sería mucho más doloroso si lo decía luego, pero en mi interior aun guardaba una pequeña esperanza de que todo fuese bien.

-Hey, sé que es como la quinta vez que te lo pregunto, no quiero ser fastidioso pero... ¿estás bien?

-Oh, claro claro–Fingí una sonrisa– te estas volviendo todo un paranoico.

-Supongo jajajaj, pero si tú lo dices, así ha de ser.

Ouch, golpe a mi corazón.

-Si.

-Oye, por cierto, sé que no lo dije antes, pero... estoy listo para decirlo ahora.

-¿Decir qu...

-Te amo–Me corto en seco–

Esto era más de lo que mi frágil corazón podría soportar por ahora, puse una mano en mi boca y algunas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

Su cara cambio automáticamente, cambiando de la felicidad al desconcierto.

-Yo, yo–Limpie mis lágrimas rápidamente– solo estoy llorando de felicidad.

Forcé la sonrisa más convincente que pude poner en mi rostro y lo mire.

-Vaya, eso sí que me ha dejado helado, pensé que había dicho algo malo, o por el estilo.

-No, jajajaja es que, sabes, estoy en mis dias, y ya sabes, me pongo sensible y eso, cosas de chicas.

Él me miro con incredulidad.

-Si no estás lista para decírmelo, está bien, pero por favor deja de mentirme, odio cuando haces eso.

Antes de que pudiese responder algo, nuestro taxi fue abordado por sirenas y luces rojas y azules.

La puerta del lado de tavo fue abierta de forma violenta y tavo fue alejado de mí sin ninguna consideración, papá comenzó a hablar por el parlante de su auto.

Que suerte tener un papá policía ¿eh?

-¡Salga con las manos en alto! No se atreva a hacer algo de lo que luego podrá arrepentirse–Le escuche decir–

Luego yo fui sacada del auto con la mayor delicadeza posible.

Me llevaron a sentarme en la patrulla de Papá, al parecer él estaba "interrogando" a Gustavo.

-Mike, tienes que convencerlo–Dije dirigiéndome al compañero y mejor amigo de papá– tu sabes que yo no lo haría.

-Amandita, no puedo, él es el jefe. Él da las órdenes y yo obedezco.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las tragué todas, no permitiéndome derramar ni una sola.

-Tratare de ablandarlo–Mike me miro con ojos bondadosos– pero no prometo nada.

¿Y si me enamoro de una Cristiana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora