Amanda
Me estuve haciendo la fuerte durante todo el camino al campamento, en parte para no preocupar a tavo, y en parte para no preocuparme a mí misma, la verdad fue que solo logre no preocupar a tavo, porque en cuanto a mí, no logre mentirme.
Yo sabía que Papá era estricto, y ni tavo ni nadie (excepto Dios) podría cambiar eso en él. Papá no daba paso a segundas oportunidades, para él la primera impresión lo era todo, así que básicamente, tavo estaba perdido.
Lo nuestro había acabado sin siquiera comenzar.
Posiblemente debía decírselo a tavo de una vez, la cuestión estaba en que no podía alejarme de él, mi mente se negaba a asimilar correctamente todo esto y sabría que sería mucho más doloroso si lo decía luego, pero en mi interior aun guardaba una pequeña esperanza de que todo fuese bien.
-Hey, sé que es como la quinta vez que te lo pregunto, no quiero ser fastidioso pero... ¿estás bien?
-Oh, claro claro–Fingí una sonrisa– te estas volviendo todo un paranoico.
-Supongo jajajaj, pero si tú lo dices, así ha de ser.
Ouch, golpe a mi corazón.
-Si.
-Oye, por cierto, sé que no lo dije antes, pero... estoy listo para decirlo ahora.
-¿Decir qu...
-Te amo–Me corto en seco–
Esto era más de lo que mi frágil corazón podría soportar por ahora, puse una mano en mi boca y algunas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.
Su cara cambio automáticamente, cambiando de la felicidad al desconcierto.
-Yo, yo–Limpie mis lágrimas rápidamente– solo estoy llorando de felicidad.
Forcé la sonrisa más convincente que pude poner en mi rostro y lo mire.
-Vaya, eso sí que me ha dejado helado, pensé que había dicho algo malo, o por el estilo.
-No, jajajaja es que, sabes, estoy en mis dias, y ya sabes, me pongo sensible y eso, cosas de chicas.
Él me miro con incredulidad.
-Si no estás lista para decírmelo, está bien, pero por favor deja de mentirme, odio cuando haces eso.
Antes de que pudiese responder algo, nuestro taxi fue abordado por sirenas y luces rojas y azules.
La puerta del lado de tavo fue abierta de forma violenta y tavo fue alejado de mí sin ninguna consideración, papá comenzó a hablar por el parlante de su auto.
Que suerte tener un papá policía ¿eh?
-¡Salga con las manos en alto! No se atreva a hacer algo de lo que luego podrá arrepentirse–Le escuche decir–
Luego yo fui sacada del auto con la mayor delicadeza posible.
Me llevaron a sentarme en la patrulla de Papá, al parecer él estaba "interrogando" a Gustavo.
-Mike, tienes que convencerlo–Dije dirigiéndome al compañero y mejor amigo de papá– tu sabes que yo no lo haría.
-Amandita, no puedo, él es el jefe. Él da las órdenes y yo obedezco.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las tragué todas, no permitiéndome derramar ni una sola.
-Tratare de ablandarlo–Mike me miro con ojos bondadosos– pero no prometo nada.
ESTÁS LEYENDO
¿Y si me enamoro de una Cristiana?
Novela JuvenilGustavo es un chico manipulador, lindo y rico que siempre obtiene lo que quiere, bueno... casi siempre. Lleva una vida desenfrenada de lujos, vicios y placeres. Sin embargo estas vacaciones no serán lo que él planeaba... ¿Y si llegase a enamorarse d...