Parte 1

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Tanto alboroto me asfixiaba, y todo eso para conseguir ver a un chico que consiguió la fama por su cara bonita. Aquel famoso era Luke. Con sus ojos claros y el cabello rubio encandilaba a todo el mundo sin siquiera pestañear, y desgraciadamente, mi hermana mayor entraba en lo que era "todo el mundo".

Llevaba su cabello marrón suelto, y un kilo de maquillaje cambiaba radicalmente su cara. Se había puesto un mini vestido que marcaba sus curvas y unos taconzos que mamá tenía prohibido que se pusiera.

-Alex, no hace falta que te pongas tan guapa, nunca ligas.- bromeé.

-Cállate y ayúdame a abrocharme el vestido.

Sólo nos llevábamos dos años de diferencia, yo tenía dieciocho, ella veinte y mi hermano mayor, veintiuno. Los tres vivíamos aún con nuestros padres, y dudaba que Alex abandonara la casa durante otros dos años más.

-Estás preciosa.- le dije mirándola.

-¿Tu crees, ?¿No me hace mucho culo?

-Para nada.

Muchas veces la envidiaba, era muy guapa, lista y tenia un buen trabajo como profesora de baile. Desde pequeñas que mi hermana y yo íbamos a una academia\polideportivo llamado Arhytmic a bailar. Bailábamos desde hip hop, funky y acrobacias hasta contemporáneo, clásico y jazz.
La mayoría de las tardes estábamos ocupadas entrenando para los campeonatos, que cada vez estaban más cerca. Por las mañanas iba a la universidad.

La academia está cerca de los grandes polígonos donde se hacían los conciertos. Alex me entrenaba particularmente, pero cómo aquel día ella iba a ir al concierto de Luke, iba a entrenar sola.

Me había puesto unos pantalones negros y cortos de tela elástica y una camiseta con él símbolo de la escuela.

Subimos al coche y aparcamos a tres calles de distancia. Había mucho tráfico y poco sitio donde aparcar, pero yo me entretenía observando a las fanáticas , que llegaban en cada parte de su cuerpo él nombre de su ídolo. Cada vez que veían un coche con los cristales tintados se ponían histéricas pensando que era Luke quien viajaba en él.

Alex tuvo que darme un manotazo en él hombro para que parara de reír.

- ¡Ey!

-Deja de reirte, Cass. Por lo menos ellas llevan ropa de verdad, tu siempre vas con ropa de deporte.

Me encogí de hombros.

-¿Que otra cosa me voy a poner? Si no salgo de fiesta ni nada.

-Eso es verdad. Deberías ir a la discoteca o a conciertos, o hacer botellones. Lo que se hace a tu edad, vamos. Así no vas a ligar.

Le miré a los ojos y le señalé con él dedo, acusándola.

-Lo dice la que sale cada noche y no se come una rosca.

Negó con la cabeza y abrió mi puerta.

-Venga, que no quiero llegar tarde.

Asentí sonriente por haberla dejado sin palabras.

-¡Cuando acabes, acuerdate de que tu hermana te estará esperando aquí!- le dije cuando encendió él motor de nuevo.

Se despidió con la mano y fue a buscar un lugar mejor donde aparcar.
Suspiré y saqué la llaves para abrir la puerta del polideportivo.
Abrí las luzes y ante mí apareció un montón de cuerdas, gomas elásticas y pelotas para pilates. Todo estaba bien ordenado, cosas que me extrañaba, porque normalmente dejaban por en medio algún que otro objeto tras acabar la clase.

Dejé la bolsa de deporte en una esquina y fui a encender los altavoces.
Broken Strings, de James Morrison, empezó a sonar por toda la sala. La sala era gigante, medía igual que un campo de basquet, y eso era lo mejor de la academia, que podías bailar sin sentirte reprimido.
Fui calentando con la voz de Morrison acariciando mi oídos, y es que era mi cantante favorito quien cantaba la mayoría de mis coreografías para campeonatos.

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora