Parte 41-1

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-¿Cuando podremos entrar? Hace una que deberíamos estar dentro calentando.- Se quejó la coreógrafa de mi escuela, Clara, a mi lado.

Llevábamos mucho tiempo esperando a que abrieran las puertas del polideportivo y nos dejaran entrar. Todos estábamos muy nerviosos por actuar en aquel campeonato internacional, y la gente se había empezado a amontonar a nuestro alrededor, buscando las razones del por que seguíamos fuera.

-Cuando nos den la orden, abriremos las puertas.- dijo un hombre que llevaba una camiseta que ponía <<Staff>>

La gente empezaba a empujar hacia delante, como si esperaran romper el cristal con los que habíamos llegado primero, la gente no paraba de quejarse y de llamar la atención de cualquier guardia para que les dijeran algo nuevo.

-¿Pero a que mierda esperáis?-  Clara empezaba a perder los nervios.

El hombre la miró por encima de sus gafas negras y negó con la cabeza, dejándonos claro que era información confidencial.

En aquel momento, los empujones cambiaron de dirección. En vez de empujarnos hacia delante, lo hacían hacia los costados. Empezaron a surgir chillidos y gritos. La gente empezó a utilizar codos, piernas y brazos para llegar al centro de la masa. Entre todo el barullo, pude distinguir el nombre de "Luke".

Negué con la cabeza, creyendo que todo era alucinaciones mías, hasta que unos hombres de negro, calvos y pinganillo se hicieron paso entre la multitud, protegiendo al chico que tanto había amado y, desgraciadamente, seguía queriendo.

Iba muy guapo, como siempre. Su pelo rubio estaba algo más crecido, con la piel más morena. Las gafas reposaban encima de su cabeza, para dejar a la vista sus ojos, que buscaban desesperadamente algo, o alguien,... a mí.

Y nuestra mirada se cruzó. Sus ojos relucieron al verme y me sonrió, aliviado de encontrarme allí. Aparté la mirada de aquellos ojos azules que tanto había echado en falta y la dirigí al cogote de una cría a mi lado. Un cosquilleo se había apoderado de mi estómago, y notaba mi cuerpo temblar, y no era exactamente por los nervios a salir al escenario precisamente.

Miré mi muñeca, donde la pulsera que me regaló relucía como si fuera nueva. ¿Para que había ido?¿Que era lo que quería? No entendía nada.

Y es que no tenía ganas de verle, no cuando había empezado a dejar de llorar cada vez que lo recordaba, que había dejado de torturarme por la ruptura.

Le volví a mirar, esa vez solo por curiosidad. Luke le hablaba a uno de sus gorilas y me señaló con la cabeza. El hombre negó con la cabeza y posó su mano en la espalda de Luke para hacerle seguir caminando, ya que el gentío les engullía. Cuando desapareció detrás de las puertas de cristal, cerraron de golpe la puerta para que no entrara nadie más hasta que Luke estuviera apartado.

¿Había viajado hasta allí?¿Para qué? Ya me hacía una idea... Joder.

Le echaba de menos, claro que lo hacía, pero no podía pasar de nuevo por otra mentira, y por mucho que le quisiera, también quería a mi familia, y no la quería abandonar. Porque, ¿como saber que aquella relación duraría? Todo era tan complicado,... Me frustraba tanto... Y si había decidido olvidarle, necesitaba de su ayuda. Si se presentaba allí, como si no hubiera pasado nada, yo debería empezar de nuevo cuando se fuera, y cada vez seria más difícil. Porque ¿Como olvidar a alguien que estaba permanentemente en tus recuerdos? ¿Como obviarlos cuando eran lo que más feliz me hacían? Sabía que nunca había confiado en alguien como lo hacía con Luke, y que me hubiera defraudado de aquella manera había sido lo más doloroso. Él me había enseñado a quererme, me demostró que podía querer a alguien más que a mi propia vida. Me había hecho creer en el amor, algo a lo que había caído. Antes de conocerle, veía el amor como un mito, una simple ilusión que habían inventado las personas para aferrarse a algo, para tener una meta en la vida, creyendo que todo sería perfecto. Pero entonces apareció por la puerta y todas las expectativas se desvanecieron.

En nada abrieron las puertas, y a empujones, por fin entré en el pabellón. En vez de dirigirse todos hacia sus respectivos vestuarios, los cientos de bailarines corrieron hacia donde Luke se había ido con sus guardaespaldas. Decidí ignorarlos y fui hacia el pasillo de los vestuarios. Nuestro vestuario estaba marcado porque, en la puerta, había un letrero con el símbolo y el nombre de mi academia. Abrí la puerta y me encontré con una gran sala, con parquet, y las paredes estaban cubiertas por espejos inmensos. Justo en medio del vestuario habían bancos y sillas blancas. Dejé mi mochila y empecé a arreglarme con las manos temblorosas. Había que hacer la ceremonia de abertura, en la que se presentaban a todos los clubes, los jueces, y nos recordaban rápidamente las normas del campeonato y los horarios. Debajo del chándal me había puesto una camiseta de tirantes negra y unos pantalones elásticos del mismo color para que, cuando acabara la ceremonia, pudiera calentar y probar la pista durante la hora que nos daban. El chándal, lila, blanco y azul, llevaba el escudo de la academia de baile, un triángulo con una bailarina en su interior. Salí cuando todo el mundo empezaba a entrar. Por el pasillo me crucé con varias ex-compañeras de Arythmic, con quienes hablé y salí a la pista. Las gradas estaban repletas de familiares, amigos y interesados en la danza, incluso se decía que habían promotores que iban ahí a seleccionar a los mejores. Habían puesto un gran escenario en el centro de la sala enorme, con focos por todas partes y, en las gradas, en un sitio especial, habían colocado la mesa en la que los jueces valorarían.

Me senté en una de las sillas de plástico arrimadas a la pared y me esperé ahí a que todo aquello empezara.

Me senté en una de las sillas de plástico arrimadas a la pared y me esperé ahí a que todo aquello empezara

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Y, al cabo del rato, nos llamaron a cada club para que formáramos filas en el gran escenario ya preparado. Y así lo hicimos, al cabo de cinco minutos ya habían al menos diez filas, cada una de un color que no contrastaba con la de al lado, y todas las integrantes de cada club permanecían nerviosas en sus sitios. Para cuando acabó el repaso del horario, tocó el discurso de los jueces. Luke salió de su escondite, fuera donde fuera, y aproximó sus labios al micrófono mientras el ruido cesaba lentamente. 

-Buenos días a todo el mundo.- dijo mientras disimulaba el nerviosismo que él también sentía.- Los dirigentes de este evento me ofrecieron un puesto en el jurado hace ya un mes y, a partir del cual, empezé a acudir a un cursillo rápido para formarme. Ahora, con todo orgullo, puedo decir que estoy capacitado para puntuar cada maravilloso baile que vamos a ver hoy. Pero no quiero tampoco que penséis que la nota que os pongamos sea la que os clasifica, la que os defina, porque hoy nada de eso debe importaros. Debéis disfrutar. La coreografía no es la que hace el baile, sino el bailarín. Debeis sacar lo que lleváis dentro, todo el trabajo que ha habido para llegar aquí, lo que sentís al momento de bailar, y hacer de todo un uno.- la gente aplaudió ante el énfasis de las últimas palabras.- Si vosotros disfrutáis, nosotros también.

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora