parte 51

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Me había quedado dormida entre sus brazos, al principio de la película, aún con el estómago revuelto y la cabeza dolorida. Pero su presencia me tranquilizaba de tal forma que me hacía sentir mejor. Saber que estaba allí, por mi, acurrucándose conmigo y aguantando la resaca que llevaba porque me quería era algo que me reconfortaba y hacía que me diera cuenta de lo que le necesitaba. Me desperté con el sonido de la película, en la que el chico se enfadaba con la protagonista y la dejaba tirada en medio de una fiesta. Me empezé a replantear lo de irme a vivir con él. Me gustaba la idea de que cada día nos iríamos a la cama, juntos y abrazados, viendo películas o simplemente hablando. Y despertar enredados en la cama, con la cara de pan que se me ponía por las mañanas y un zumo fresco junto a la mesita de noche. Además, me encantaba saber que le tendría a mi lado en el desayuno, en la comida y en la cena, que compartiríamos las duchas y el coche para ir a algún sitio, me imaginaba los fines de semana yendo a por helados y sentándonos en la terraza a tomar el aire.

Acabamos de ver la película y se removió para coger el mando a distancia. Apagó la televisión y, al girarse, se encontró con mi mirada.

-Buenos días, cariño.- Ya no parecía enfadado, ni siquiera molesto. Sus ojos se habían suavizado, y me ofrecía una media sonrisa.

-Si.- respondí sabiendo que él no lo entendería.

-¿Si que? ¿Sigues borracha aún?- se mofó.

Cogió su móvil que estaba sobre la mesa y abrió la mensajería. De refilón veía la cantidad de mensajes que le habían llegado en menos de diez horas.

-Me iré a vivir contigo.- susurré.

El móvil se le escurrió de entre los dedos. Y me miró de golpe. O no me había entendido bien o no se lo creía.

-¿Que?

-Que si, que me iré a vivir contigo. - le cogí las manos.- Desde que me lo pediste, es decir, ayer, lo he estado pensando mucho. Pero ahora si que estoy completamente segura. Confío en ti más que en nadie.- Le di un beso rápido en los labios.- Y sé, o eso espero, que me cuidarás. Cómo lo has hecho hoy. Y yo me muero de ganas por cuidarte a ti.

Por unos segundos no dijo nada, limitándose a mirarme sorprendido. Le sonreí. No podía adivinar lo que le pasaba por la mente, pero seguramente se parecería a que se preguntaría si aquello era real. Su mirada brillaba y una creciente sonrisa fue formándose en su rostro. En un visto y no visto, me vi bajo su cuerpo y nuestros labios buscándose en un instinto de necesidad natural. Me cogía el rostro con las grandes manos y me acariciaba los pómulos mientras susurraba cosas indescifrables, aunque algo llegué a entender.

-Te quiero, cariño.- me besó en la mejilla.- ¿Lo dices en serio? Si te vienes no creo que deja marcharte nunca más.

-Eso es lo que quiero.

Me sonrió con picardía y descendió sus manos por mi cuerpo hasta llegar a tocar la parte baja de mi espalda.

-Mmmmh...- ronroneó en mi cuello- A ver que tenemo s por aquí...

Me metí en la ducha, con el agua fría para despejarme un poco

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Me metí en la ducha, con el agua fría para despejarme un poco. Mientras me había desnudado, habia visto unos chupetones en el cuello y en la clavícula que no me gustaron nada. Lo iba a dejar pasar, por el momento. Bostecé y me enjaboné el pelo con parsimonia, masajeándome la cabeza. Me había quitado mucho peso de encima: ya no le volvería a echar de  menos , lo tendría conmigo cada día. Había dejado de dolerme la cabeza, dormir casi todo el día me había quitado la r resaca, y me sentía completamente despierta y activa.

Oí la voz de Luke, incluso antes que el ruido de la puerta al abrirse.

-¿Cuándo te mudarás conmigo? Por mi parte, esta noche la pasaríamos en mi casa.

No lo había pensado. Si me mudaba tendría que prepararlo todo: decírselo a mis padres, a los de la academia, hacer las maletas... Pero en aquel momento estaba tan a gusto que no dejaría que me estropearan el momento aquellos quehaceres.

-Me parece bien. Recogeré las cosas en cuando salga de aquí.

Abrió la cortina y yo di un salto.

-¿Que haces?

Se inclinó y me dió un beso. Iba totalmente vestido, incluso con los zapatos ya puestos. Me reí ante lo que estaba pensando hacer...

Le cogí del brazo y le estiré hacia mí. Al pillarle por sorpresa, cayó bajo el agua, sin poder aguantarse en nada hasta que sus brazos se colaron en la paret que tenía detrás, y dejándonos muy cerca el uno del otro, con el agua cayéndonos a ambos y mojándonos por completo. Estaba bastante sorprendido, y su boca se curvó en una sonrisa pícara.

-Serás...

Sus manos bajaron hasta mi cintura y empezó a hacerme cosquillas sin piedad y yo, saltando y moviendo las manos para que me dejara en paz, no paraba de reír y decir que me dejara.

Sus manos bajaron hasta mi cintura y empezó a hacerme cosquillas sin piedad y yo, saltando y moviendo las manos para que me dejara en paz, no paraba de reír y decir que me dejara

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Las maletas estuvieron listas tras hablar con mis padres y aclarar lo que haríamos. No se lo tomaron a malas, mi madre estaba muy contenta y incluso me animó a que me fuera y me ayudó a meter en la maleta algunas cosas que necesitaría. En cambio a mi padre no se le veía tan animado, sabía que no quería que me marchara, al fin y al cabo era su hijita, la más pequeña de todas, y con la que tenía una muy buena relación. Él siempre sabía lo que me pasaba, y nos entendíamos el uno al otro sin palabras. Habían cosas que nos gustaba hacer a los dos, como salir a correr los fines de semana o leer, y daba por seguro que lo iba a echar de menos. Pero él también sabía que quería a Luke, y por ello no me dijo nada para que me quedara... Al fin y al cabo había hablado con Luke sobre proponerme matrimonio y no le había matado por ello. Mi padre me respetaba, y confiaba en que tomaría las mejores decisiones para mi... Y si al final no acertara, mi padre siempre estaría allí para levantarme del golpe.

La prensa aumentó cuando se acercó el coche de Luke a la puerta. Tom esperó fuera mientras Luke se vestía con la ropa limpia y seca que le habían traído Josh y Jack. Con todo recogido y en la puerta me despedí de mi familia con unos grandes abrazos y salí mientras los flashes me cegaban y los entrevistadores preguntaban todo tipo de cosas. Los guardaespaldas metieron todo en el maletero y Tom arrancó el coche. Me invadió un gran alivio que duró todo el viaje, me sentía como en casa en los brazos de Luke, su mano acariciando mis mechones, su aliento calentando mi cuello... Era todo lo que necesitaba.  

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora