parte 54

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La habitación que Luke tenía en aquella casa era incluso más grande que la de su propio apartamento. Las paredes, de un color azul claro, seguramente era la única habitación de la casa que era de otro color diferente al blanco. Tenía dos armarios llenos de ropa de cuando era pequeño, y hasta encontré, en una esquina al lado de la mesa, un skate descolorido y hasta astillado de las tantas veces que se habría utilizado. Luke tenía incluso un piano de cola en el lado opuesto de la cama. Recorrí con los dedos el marco de una foto: Luke con un casco y rodilleras, la ropa algo sucia, y el skate a sus pies. Por el fondo parecía estar en un parque, y sonreía a la cámara aún teniendo una rascada en la mejilla. Oí a Luke entrar desde el lavabo y ponerse detrás de mí. Me rodeó la cintura con sus fuertes brazos y me estrechó hacia él.

-¿Ya estás cotilleando?

-Mas o menos, me estaba informado sobre tu oscuro pasado.- dije imitando una voz grave y misteriosa.

Rió sobre mi pelo y me dió un suave beso sobre mi hombro. Se me puso la piel de gallina al sentir sus labios, siempre me ocurría lo mismo cuando le tenia cerca.

-Siento lo que ha pasado abajo.

-No pasa nada, lo entiendo.- me di la vuelta para tenerlo de frente.- No quiero que piensen que soy una interesada, me sabe muy mal, pero es que no sé qué hacer...

-No tienes que hacer nada, cariño.- dijo mirándome a los ojos y asegurándose de que le escuchaba.- Mi padre no estaba preparado para este cambio, pero no tiene ningún derecho a hablarte así. Estoy harto que me judgen, y que lo haga mi propio padre... Pero creo que a mi madre le caes bien. Ella no piensa igual que Daniel, pero está sorprendida de que te haya pedido matrimonio.

-Yo sigo estándolo también.- susurré.- ¿Y como has podido soltarlo ahí en medio? Estás loco.

Sonrió y juntó nuestros labios con fuerza, casi sin dejarme respirar, asegurándose de que no cortara nuestro beso cogiéndome del las mejillas. Caminó, dejándome contra el espacio de pared que había junto a las estanterías, dejando la foto a la izquierda de mi cabeza. Rompió el beso para reseguir el contorno de mí rostro con los labios y bajar hacia la clavícula.

-¿Tu no tenías sueño?- dije con la voz grave.

-Es verdad.- murmuró.

Y, para cuando me quise dar cuenta, ya estaba en la antigua cama de Luke, debajo de su cuerpo. Empezó a desabrochar las tiras de mi mono y lo bajo hasta dejar mi sujetador libre. Se quitó la americana y la camiseta y las lanzó al suelo de la habitación. Tenía que pararle, no me sentía cómoda haciéndolo ahí, en casa de sus padres, mientras ellos estaban en la planta de abajo haciendo Dios sabía que.

-Luke- le cogí la mano que iba hacia abajo.-Para, por favor.

-¿Que?

- ¡Estamos en casa de tus padres! No podemos hacerlo aquí.

Me recosté y até las tiras de mi mono de nuevo, ¡solo faltaba ser una tentación más para la larga mano de Luke!

Me miró con ojos de cordero, pero al ver que no desistía en mi decisión, bajó la cabeza y reposó la mejilla encima de mi pecho. Dió un largo suspiro y se movió para ponerse a mi lado. Me arrimé a él y cerré los ojos. A los pocos minutos los dos estuvimos en un sueño profundo.

Cuando abrí los ojos ya eran casi las cinco de la tarde, pero Luke seguía completamente dormido

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Cuando abrí los ojos ya eran casi las cinco de la tarde, pero Luke seguía completamente dormido. Me recosté con un fuerte dolor de cabeza, y pensé en pedir una pastilla para disminuir mi dolor. No quería despertarle, así que me deslicé de entre sus brazos y conseguí salir. Caminé hacia las escaleras que daban al piso de abajo sin hacer ruido. No sabía que su madre podría estar aún merodeando por allí, pero lo que temía era encontrarme con Daniel.

La luz de la tarde que se filtraba de entre las cortinas me guiaba por las escaleras y me ayudaba a no tropezar. Cuando me quedaban un par de peldaños por bajar, oí el ruido de unas hojas en el comedor. Tenía que cruzarlo para llegar a la cocina, o el viaje habría sido en vano. Me armé de valor y entre por la puerta de cristal.
Para mi alivio, Isabelle se encontraba leyendo en uno de los sillones negros que estaban al lado del gran ventanal. Parecía completamente sumergida el libro, estaba recostada, con el pelo recogido a un lado y unas gafas de leer de pasta negras reposando sobre su cabeza. Pasó una página, parecía haberle hecho gracia algo que había leído. Di un paso al frente, y levantó la vista de golpe. Sonrió, como si la hubieran pillado con las manos en la masa y, tras cerrar el libro, lo dejó encima de la mesa.

-Cass.- dijo con gran seguridad.- ¿Quieres sentarte un momento? Quiero hablar contigo.

Tragué con fuerza y me acerqué hacia el sillón continuo.

-Primero de todo quiero pedirte perdón. Daniel no ha hecho bien en tratarte así. No es nada personal.- vio el anillo de compromiso que llevaba en el dedo y cogió esa mano para acercársela.- Pero es complicado. Su madre luchó mucho para que Luke saliera adelante y consiguiera todo lo que ha conseguido. Y bueno, Daniel no quiere que lo fastidie.

-Perdona, Isabelle, pero no lo entiendo. ¿Su madre...?

Frunció el ceño y se enderezó. Ella también parecía confusa.

-La madre de Luke murió hará diez años, ¿no lo sabías?

Abrí los ojos como platos y la sangre se me heló. Luke no me había dicho nada de aquello, que su madre había muerto... ¡¿Cómo se me había pasado por alto?! Tampoco es que me hubiera dado alguna pista sobre ello... Pero era una estrella, seguramente habría información en las redes y noticias, y yo no me había ni enterado. A veces parecía que viviera en otro mundo...

-Bueno, pues si,- dijo con pesar.- su madre falleció de una rara enfermedad nada más entrar en la academia de música. Supongo que Luke encontró una vía de escape a través de la música.- comentó con añoranza.- Siempre ha sido un chico muy persistente. Yo le daba clases de piano. Aprendía muy rápido, y siempre quería más. Su padre y yo nos hicimos buenos amigos hasta que, bueno, me pidió salir cuando Luke cumplió los doce y sus actuaciones ya empezaban a llevar dinero a casa. A Luke no le costó aceptarme, supongo que me veía más como una tía que como madrastra.

-Vaya... Ya me había comentado algo de la escuela de música, pero no tenía ni idea de todo esto... Siento estar tan perdida.

-No te preocupes, no es tu culpa. Luke es algo retraído con todo lo que ha pasado en la vida. Espero que no se enfade conmigo por habértelo contado, suficiente tengo con que Daniel se me haya puesto de morros.

Se rió y se peinó el pelo hacia un lado mientras se quitaba las gafas de la cabeza. Aquella mujer, fuerte y inteligente, no se parecía nada a la imagen de mujer florero que había tenido nada más conocerla. Su pelo rubio ya no estaba tan recto ni perfecto, su postura transmitían tranquilidad y serenidad... Parecía más humana, más cercana.

-Pero yo estoy muy contenta de que te haya encontrado. Cuando cortasteis pasó por aquí a pedirme consejo. Fue la primera vez que lo hizo, que me trato como a una madre. Para entonces yo ya sabía que debías de tener algo especial para volverle tan loco. Y no me equivocaba. Me recuerdas a mi de joven, pero aún me recuerdas  más a su madre Rosie.

Sonreí ante aquel cumplido, pero mi cabeza no dejaba de echar humo, demasiada información en tan poco tiempo. Iba a tener que hablar seriamente con Luke sobre todo aquello.

-Gracias, Isabelle.- Le ofrecí una tierna sonrisa. Y me levanté- ¿Tendríais una pastilla para la cabeza? Siento que me va a explotar.

- Por supuesto.- Se levantó y me señaló una cajita que estaba en una estantería. - Cualquier cosa no dudes en pedírmela, estás en tu casa.

-Muchas gracias.

Cogí un vaso de agua, la cajita y subí de nuevo a la habitación tras despedirme de ella.

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora