parte 50

4.1K 227 4
                                    

La ligera brisa movía el pelo que me tapaba la cara, lo notaba en la nariz, haciéndome cosquillas y haciéndome estornudar. Me pasé la mano por la cara, y al levantar el brazo noté que me pesaba kilos. Y fue cuando me di cuenta de la resaca que de venía encima, la cabeza me dolió cuando levanté la cabeza para saber quién había abierto la ventana, y me siguió doliendo cuando la dejé caer de nuevo en la almohada. Tenía la boca demasiado seca y maloliente como para tragar, y notaba el estómago tremendamente revuelto. La puerta también estaba entreabierta, y de ella salían voces, desde el piso de abajo. Pero tenía la cabeza como un bombo, así que no presté atención ni que decían ni a quien pertenecían las palabras. Y en aquel instante me percaté en que la ropa que había llevado puesta la noche anterior estaba bien doblada encima de mi escritorio. Llevaba puesto mi pijama... Y no recordaba habérmelo puesto. Puse toda mi fuerza de voluntad para levantarme... Las náuseas vinieron a mi en segundos, pero me las aguanté. Salí al pasillo, tambaleándome y achicando los ojos por la diferencia de luz que había. Oí la voz de mis padres en el comedor, y parecían hablar con alguien más, alguien a quien aún no había escuchado. Bajé peldaño a peldaño, agarrada a la barandilla como si me fuera la vida en ello y, tras al menos cinco minutos de agonía, pude ver la puerta que daba a la cocina. Tras ella  las voces de mis padres se oían amortiguadas, y oí a mi madre reírse. Abrí la puerta, intentando hacer el mayor ruido posible como para que se dieran cuenta de que había bajado a desayunar.

-Buenos días...- me quedé de piedra cuando me encontré a mis padres sentados a la mesa... Frente a Luke.

Me miraron los tres, con una sonrisa en el rostro​, aunque la de Luke no contrastaba con la desaprobación que llevaba en la mirada. Y supe que estaba molesto por mi culpa de inmediato. Los tres llevaban una taza en sus manos, aunque la de mi madre llevara té y la de los hombres café. Me invadió un gran alivio por que él estuviera ahí. Le había echado tanto de menos en tan poco tiempo... Me acerqué a ellos, sintiéndome despierta de golpe, y me senté en la silla de al lado de Luke. Él, algo distante, me dio un beso en la sien y me habló dulcemente.

-¿Quieres comer algo?

Él sabía la respuesta, claramente, pero la educación le podía. Y yo... Era solo pensar en llevarme algo a la boca y tener ganas de ir corriendo al lavabo a devolver la cena de la noche anterior.

-No, gracias.

Mis padres se miraron entre sí, a la vez que tomaban un trago de sus bebidas, notaban la pequeña ​tensión que iba en aumento. Luke puso su mano en mi hombro y me con el dedo pequeña, trazaba pequeños círculos en él, dejando un cosquilleo a su paso.

-Quiero hablar contigo un momento.- susurró Luke en mi oreja.- Vamos fuera.

Me levanté con él de la mano.
-Ahora volvemos.

Salimos al pasillo, me cogía de la mano demasiado fuerte y tiraba de mi hacia fuera. Íbamos a subir las escaleras, pero me paré en seco.

-Espera, espera... Que me duele la cabeza...

Se puso justo delante de mi y se acercó a mí rostro. No parecía contento, pero tampoco enfadado... Estaba impasible. Y aquello era peor que nada. Pero sentirme tan cerca de mi, cuando nuestras narices se podían casi tocar, hacían que perdiera la cabeza. Aquel pequeño espacio que nos separaba me dolía mucho más al que había habido el día anterior. Y me lancé a besarle.

Apenas había rozado mis labios con los suyos cuando me separó, me cogió del brazo y me metió en el lavabo que había al lado. Tras cerrar con pestillo y darse la vuelta, me encaró.

-¡¿Como se te ocurre hacer lo que hiciste anoche?!

Su voz, ahora más fuerte, me dejó desconcertada. ¿Se suponía que estaba enfadado? Me preguntaba que habría hecho para que se pusiera así.

- ¡Bebiste sin control... Y no respondiste a mis llamadas! Tuve que llamar a Josh para localizarte... Y me dice que estabas bailando con casi diez chupitos encima... ¡¿Tu que querias?! ¡¿Quedarte inconsciente?! ¡¿ En coma, quizás?!

Se calló, quería que le contestara... Pero no tenía ni idea que decirle. Tenía el cuerpo entumecido, y las náuseas volvieron a mi con más fuerza.

-Me dijiste que no eras de esas que se emborrachan hasta perder el sentido. ¡Y luego me voy y pasa esto!

-No me grites.- dije secamente.

-¡¿Que qué?!-Se pasó la mano por el pelo y se dió la vuelta. Dejó su mirada ahí, en el espejo en el que se reflectía su enfado.- ¿Que creerías que iba a pasar cuando me enterara de eso?

Entre mi cabeza, a punto de explotar, mis rodillas, temblorosas, y las tremendas ganas de vomitar no en dejaban concentrarme... ¡Solo había sido una noche! Además, tampoco pensé que le darían tantos detalles a Luke sobre la fiesta... ¡Habían hasta contado lo que había bebido! No les iba ha echar la bronca a ellos, eran unos mandados, pero no pude evitar que me cayeran un poco mal. Su mirada se volvió de nuevo hacia mí y, el enfado que encontré en sus ojos, fue el colmo. Me doble de golpe, con la cabeza hacia el suelo y noté la comida subiéndome por la garganta... Y eché la poca comida que me quedaba en el estómago. Luke, en un movimiento rápido, me cogió de la cintura y el pelo y me llevó hacia el retrete. Me arrodillé y volví a vomitar. Luke cogió la coleta que tenía en la muñeca y la utilizó para hacerme una coleta baja. Se arrodilló a mi lado y puso su mano en mi nuca. Tenía más arcadas, pero ya no me quedaba nada en el estómago para poder echar, mi garganta se abría y se cerraba, y tenía escalofríos que me agitaban.

-Lo siento, Luke...- mi garganta volvió a abrirse y a cerrarse y cerré los ojos.

-Sssssssh... Ya está, ya está.

Cunado volví a recuperar mi voz, me giré hacia él con los ojos húmedos.

-No debí beber... tanto.

-Lo hablaremos después.- su mirada ahora era más tierna, y me me habló con una voz suave.

Cuando vio que no iba seguir vomitando, me levantó y me llevó a la habitación en brazos. Me acomodó en la cama, sentada, y él se puso a mi lado con una palangana por si acaso.

Me besó el pelo y, sin decirme nada más, salió de la habitación. Me preocupé, por si no volvía, pero a los cinco minutos volvió con una botella de agua y un zumo de naranja en la otra mano. Lo dejó todo encima de la mesa, encendió la televisión y puso una película de las que me gustaban a mí, las románticas.

Apoyé mi cabeza en su pecho y dejé que me abrazara mientras sonaban los créditos del principio. Me sentí completamente a gusto, aún con lo mal que me sentía y aquella sensación de que aún teníamos que hablar de lo de anoche.

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora