parte 48

4.4K 220 3
                                    

Tenía que ir a clase de baile por la mañana. Pero me encontré con un gran problema: no sabía como salir de casa. Todavía había gente con cámaras alrededor de la casa. Mi padre probó con llamar a la policía, pero se limitaron a decir que no podían hacer nada, que mientras no entraran en casa, estaban en su derecho. Estábamos en la entrada de la casa, mi padre apoyado en la puerta, mi madre en una silla y yo cruzada de brazos en medio.

-Me están poniendo de los nervios.- crucé la sala para luego volver al mismo sitio.- Creo que hacen relevos y todo, no paran. Estoy por salir y gritarles las cuarenta.

-No puedes, Cass.

-Ya, ya lo sé. Pero es que no los aguanto. Llegaré tarde por su culpa.

El móvil sonó en la palma de mi mano. Apareció en la pantalla un mensaje de Luke.

Ya ha llegado el coche a tu casa.

Abrí la puerta y vi a los mismos guardaespaldas del día anterior a los lados de la puerta. Mantenían un espacio de seguridad para separarles de mí, y incluso estaban decididos en utilizar los codazos y manotazos para conseguirlo. Me abrieron paso hasta el coche, y casi me lancé en los asientos de atrás del coche. Arrancamos enseguida, en una pequeña sacudida, y dejamos atrás a toda aquella masa de gente.

-¿Podríais ir a buscar, cuando me dejéis, a mis padres? Mi padre sigue trabajando este mes, y no puede llegar tarde.

Josh, quién estaba de copiloto, se dio la vuelta para mirarme a los ojos.

-Luke nos dijo que nos encargáramos exclusivamente de ti.

-No pasará nada por ir y volver, son solo unos minutos.

-Deja que lo comente con Luke...

-Pero no hace falta, de verdad.

No me respondió, así que creí que lo había dejado estar. Prefería aquello a que Luke me regañara por tentar a sus guardaespaldas para desobedecerle. Repasé en mi móvil todos los mensajes que tenía, todos de gente que, increíblemente, quería hacerse amiga mia o que me conocían. Muchos de los mensajes me preguntaban sobre mi relación con Luke, pero también habían anónimos que incluso llegaban a las amenazas. Cerré la aplicación, cansada de tantos textos intimidantes. También tenía innumerables llamadas que no parecían importantes, ya que no se repetían dos veces ninguna. Cuando estaba guardando el móvil de nuevo, apareció un teléfono delante de mis narices, tendido por Josh.

-Luke quiere hablar contigo.

Si las miradas mataran, Josh estaría por los suelos. Cogí el móvil y me lo llevé al oído.

-¿Si?

-Si necesitas más guardias enviaré otros dos para tus padres, pero me gustaría que no te quedaras sin vigilancia, y menos cuando no estoy contigo.

-La escuela de baile está cerrada...

-Me da igual. No quiero que te separes de ellos. Están yendo otro par de guardaespaldas hacia tu casa. Y no te enfurruñes.

Podía decir que me conocía bastante bien, pero no iba a aceptarlo.

-No estoy enfurruñada.- añadí.- es que ya te echo de menos.

El silencio vino acompañado por un largo suspiro. Sabía que era mutuo, que también necesitaba verme y oírme, que quería abrazarme y besarme, acortar la distancia entre nosotros.

-Esta tarde no puedo quedar, tengo una entrevista aquí cerca. Me gustaría que vinieras.

-No es tan sencillo. Mis padres quieren cenar conmigo y, visto lo que pasó ayer, no creo que llegara a tiempo. Pero mañana por la tarde tengo un hueco- añadí, para no dar todo por perdido.- Iré contigo.

-Si no hay más remedio... Reservaré para el mediodía.

El coche paró frente a la academia. Había una larga cola para recepción. Habían niñas cogidas de la mano de sus madres y otras que parecían de mi edad. Ninguna me sonaba de haberla visto ahí, y tampoco llegábamos a tener ni treinta bailarinas. Sabía lo que ocurría, no era tan tonta como para pensar que toda esa gente se apuntaba a nuestra clase por pura curiosidad artística. Toda la cola se giró hacia el coche cuando paramos delante.

-Jack, mejor demos la vuelta. Hay una puerta en el callejón que da directamente a la aula de clásica. Me duele demasiado la cabeza como para aguantar más gritos y peticiones.

Conforme con lo que había dicho, arrancó de nuevo y nos adentramos por la puerta negra de emergencias.

Una de mis compañeras de clase apareció de golpe por la esquina que estábamos a punto de pasar, tan rápido que casi chillé al verla.

-¡Estás aquí! Carla te está buscando. Quiere hablar contigo.

No sabía que quería la directora​ de mí, pero cuando uno era mandado al despacho no acababa nada bien.

-Gracias.- le dije sonriendo al pasar por su lado.- Nos vemos ahora.

Noté que se me había quedado mirando incluso cuando crucé la puerta continua. Y no me acostumbraba a que me trataran tan bien, tan... Educadamente.

Pasé por delante de niñas pequeñas que se quedaron señalándome con el dedo y otras hablaban entre sí. Llegué delante de la puerta en la que colgaba un letrero "Clara Vianetti" . Llamé a la puerta con golpes débiles, esperando a que los hubiera oído sin molestarla. Asomé la cabeza por la pequeña rendija que abrí.

-¿Me has llamado, Clara?

Levantó su mirada del ordenador gris y dejó de teclear al instante. Me sonrió y me hizo una señal con la mano para que me acercara, mientras se levantaba de la silla.

Me acerqué a ella y cerré la puerta a mis espaldas antes de que entraran mis guardaespaldas. Ellos llamaron a la puerta, pero decidí no hacer ni caso y cerré con pestillo, solo por si acaso.

Me senté en la silla negra que tenía frente su mesa de despacho y ella se quedó de pié, con la mirada puesta en mí.

- Bueno... - dije ante tal silencio.- Lo siento. Sé que debe ser un incordio tener a tantas fans alrededor, pero es que ...

Frunció el ceño y me hizo bajar de las nubes por las que me había ido.

-Nada de eso, Cass, nada de eso. Estamos encantados de que estés aquí.- se rascó debajo de la oreja.- ¿Sabes... Sabes cuantas niñas nuevas se han matriculado en tan solo un día?

Negué con la cabeza a lo que ella se rió. Sus manos cogieron un bloque grande de folios rellenos y me los tendió. Habían incluidas fotografías de chicas de diferentes edades, con teléfonos, puntuaciones y direcciones.

-Más de cien. - enfatizó el número.- El triple de lo que se apuntan durante un año entero. Algo realmente increíble. No nos caben tanta gente en una misma clase, así que hemos decidido, es decir, he decidido, crear una nueva.

-Pues me alegro mucho.- murmuré indecisa. Sabía que la gente venía por que yo lo hacía, y yo era famosa porqué tenía a Luke. No sabía como sobrellevar aquella sensación de yo sin él no era nadie. Nadie nunca había escuchado mi nombre, pero de repente mi cara cubría todas las revistas que pudieran existir. Y no culpaba a nadie, Luke me lo había advertido varias veces, aunque sin especificar. Y yo había sido la que le había presionado para que cediera. No quería valerme por su nombre para seguir adelante, tenía que diferenciar sus cosas de las mías, su imagen de la mía. No me iba a aprovechar de aquella posición.

-Te queremos ofrecer el puesto de profesora.- soltó sin rodeos.

-No.- Dije sin pensarlo. Mi mirada se quedó fija en la mesa que tenía delante y mi dedo reseguía su contorno delicadamente, en caricia.- No puedo aceptarlo. No tengo título ni mucha experiencia con niños... Y no tengo tiempo para ello. Me gusta bailar, pero para mí.- aquello no era del todo cierto, pero deseaba quitarle de la cabeza aquella idea. - Hay muchísima gente capaz para este cargo.

-Pero nosotros te queremos a tí.- dijo en un tono agudo. Ya sabía a lo que se refería, pero lo ignoré.

-Clara, no puedo, lo siento. -Me levanté y salí por la puerta, mucho más insegura de como había entrado.

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora