Parte 21

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Luke seguía sujetándome cuando pasó la lengua por donde había estampado el pastelito. Yo hice una mueca y moví la cabeza ligeramente asqueada. Él sonrió y se hizo paso entre mis labios para besarme con intensidad. Notaba el sabor a chocolate y a nata entremezclados con el suyo, tan único y especial que siempre marcaba su propia identidad. Iba subiendo la intensidad hasta que unos platos cayéndose al suelo hizo que le empujara del pecho a Luke y me hizo bajar rápidamente al suelo.

Alex estaba medio arrodillada en el suelo intentando recoger los trozos grandes de algunos platos de porcelana rotos que estaban desparramados por el suelo. Intentaba evitar mirar hacia arriba, y desde allí podía ver lo roja que estaba poniendo, pero nada parecido al potente rojo tomate que teñía mi rostro.

Mientras ella recogía los restos, Luke y yo vimos como salía una fina línea roja de su dedo.
Se había cortado.

-Alexandra, estás bien?- dijo Luke acercándose a ella.

Ella asintió y movió la mano, diciéndonos que no pasaba nada.

Desde cuando mi hermana se había vuelto tan tímida? Verla allí, mirando a cualquier lado menos a nosotros, nerviosa por salir de allí me hizo gracia, y me tranquilizé un poco.
Luke se agachó a su lado y le cogió del codo para ayudarla a levantarse.
Luke, al revés que nosotras, parecía relajado y parecía que controlaba la situación. Así, fue al grifo y metió el dedo de Alex en remojo y me miró por encima del hombro.

-Ves llevando eso, luego vamos nosotros. Intentaré limpiar la herida.

-Si, claro...

Recogí un poco el desperdicio que habíamos creado con papel de cocina y cogí la bandeja de plata. Alex ya no estaba tan nerviosa, parecía incluso feliz de estar junto a Luke. Nada extraño por otra parte, Luke le ofrecía toda su atención.

Antes de pasar por la puerta, Luke me llamó:

-Cass!-

Me giré para verlo. Se pasó el dedo por el labio inferior. Me guiñó un ojo.

-Límpiatelo.

Fui hacia el comedor, pasándome la mano por la boca, intentando borrar hasta el mínimo rastro de chocolate que hubiera.

Por una parte me invadió una sensación de agradecimiento al ver que Luke se había ofrecido para ayudar a mi hermana. A mi hermana  y a mi nos solían distinguir por dos cosas, por la diferencia de edad, y por lo patosa que era yo siempre. Raramente era mi hermana la que se tropezaba o se trababa en medio de una frase. Raramente era ella la que se quedaba en blanco, la que evitaba la mirada de la gente o la que se despistaba, y esa vez había sido la primera vez que Alex me daba pena por verla de aquella manera, aunque supongo que si conociera a mi cantante favorito e hiciera lo mismo que había hecho ella, yo me comportaría igual.

-¿Que hacíais? Habéis tardado mucho. ¿Y Luke? Alex a ido a buscaros.- me avasalló mi madre.

-Ahora viene, es que hemos tenido un pequeño percance...

-Ya, claro- Dijo Mikel irónico. Seguí amirando el plato, como sin ada de lo que ocurriera allí le incumbiera. 

Mamá y papá intercambiaron una rápida mirada y siguieron comiendo.

Me senté en mi sitio, sintiéndome sola al tener el asiento de al lado vacío. Mi angustia no duró mucho, ya que Luke y Alex aparecieron por la puerta corredera. Alex tenía el dedo vendado, cosa que no pasó desapercibida para mis padres.

-¿Que te ha pasado, cariño?- se levantó mi padre.

Alex le hizo una señal con la mano para que se quedara sentado.

-Nada, nada, se me ha roto un vaso de cristal, pero Luke lo ha arreglado. Apenas sangra la herida.

Se sentaron y Luke posó su mano encima de la mía, por debajo de la mesa. 

-Así que no solo actúas y cantas, ahora eres enfermero? Me caes muy bien chaval.- alagó mi padre.

-No es para tanto, sé lo más básico. Supongo que Mikel podría enseñarme algo más.-

Mike no contestó, se limitó a hacer una sonrisa tensa y a mirar de nuevo su plato.

Le ocurría algo, algo gordo. Estaba decaído, ausente, y nunca le había visto de aquella forma. Removía la comida del plato sin haber probado bocado de ella. Su copa seguía llena de vino y evitaba conversar con alguien. Solo estaba allí su cuerpo, porque sabía perfectamente que su mente vagaba detrás de cualquier otra cosa que de la cena.

Comimos todos el postre, conversando en cruzada. mientras Alex y yo hablábamos de baile y de nuevos pasos que había logrado hacer, Luke y mi padre hablaban sobre partidos de futból mientras el último cogía a mi madre de la mano encima de la mesa. Al darme cuenta, fijé mi vista en mi mano derecha, la que estaba acogida por la grande y cálida mano de Luke, y no pude evitar soñar con la posibilidad de acabar como mis padres, junto a Luke, en una casa sencilla, despertándome cada dia con un beso duyo y acostándonos abrazados el uno al otro, Luke llamándome cada día para preguntarme si estoy bien y decirme que me echa de menos. Ver películas románticas los días pares y de acción los días impares, pero siempre estirados el uno al lado del otro para reir y llorar juntos. Ser felices pasara lo que pasara.


Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora