parte 30

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LUKE
Estaba en la reunión con los dirigentes del estadio y con mi mánager, acabando de detallar los detalles del concierto cuando no de mis guardaespaldas me avisó a través del pinganillo su llegada. Durante la hora entera que llevaba dentro de aquella sala solo pensaba en volver a verla, en hablar, pero sobretodo en besarla. Si, besarla... lo necesitaba, porque solo de aquella manera sabría que estaba conmigo, que estábamos bien, y podría recuperar las fuerzas que había perdido durante la noche. Cuando oí su nombre a través del penganillo, me erguí en la silla y miré a los hombres que me acompañaban.

-Perdonar, necesito salir un momento.

Salí de la sala sin esperar respuesta, pero supe por el ruido de la silla de Dan, que este se había levantado y me estaba siguiendo.

Le esquivé al entrar en el ascensor, cuando las puertas se cerraron detrás de mí cuando él apenas había girado la esquina.

Los segundos dentro del ascensor me parecieron años.

Salí del ascensor cuando las puertas aún no habían acabado de abrirse y me hize paso a codazos hacia la entrada. Ella ya no estaba ahí.
Y volví al pasillo para ir a los vestuarios de los bailarines. Estaba delante de la puerta esperándola, les pregunté a unas bailarinas que salían si estaba ahí dentro, a lo que respondieron que si. Estaba esperando media hora, cuando la puerta se abrió y salieron el cuerpo de baile entero. Se me erizó la piel, expectante a verla. Y entre el montón de chicas, la encontré, con la mirada baja y el rostro sombrío. Estaba preciosa, los costureros que había contratado personalmente para ella lo habían hecho muy bien. El encaje blanco resaltaba su color de piel algo bronceada, su cabello ondulado recogido en un moño, con mechones marcándo su rostro. No se había maquillado excesivamente, ella no lo necesitaba, y hubiera odiado que cualquier producto tapara su piel tan suave. Se retorcía las manos, y no tardó nada en separarse del grupo para alejarse de mí. Y me dolió aquello.

Ignoré a las demás chicas, a quienes se les caían la baba, y fui tras la chica que cargaba mi corazón bajo el brazo, la que me había enseñado lo que era el amor verdadero, mi chica.

Me la encontré al lado de la puerta que daba acceso al escenario. Me acerqué un poco más, y la descubrí hablando con Julia. Dan apareció, reprochándome con la mirada, hice como si no le hubiera visto.

Salimos al escenario detrás de Dan. Cass intentaba mantener las distancias conmigo, y no podía estar más rígida, con las manos hechos puños y atenta a todos mis movimientos. Me puse en la silla en el centro del escenario, en frente de Cass. Quería que me mirara, tenía y necesitaba que lo hiciera, pero tozuda cómo ella misma, fijaba sus ojo en cualquier otra parte. De tan cerca que estaba de ella, noté lo marcados que tenía las ojeras, ligeramente maquilladas, pero algo iniciados. Quería acariciarla, abrazarla y no soltarla.

Pero no podía.

Empezaba a cansarme de tantas restricciones.

Cass bailó... Pero le faltaba todo. Le faltaba aquella energía que emanaba de ella sin esfuerzo, la fuerza se había disipado, y transmitía frialdad.
Pararon la música.

La encontré junto a Chris, abrazada a él, quien iba sin camiseta. Una vena del cuello de me rompió al verles juntos. Por un segundo me pregunté si era por él que lo nuestro no iba bien. <<Suéltala, ya>> pensé <<No toques lo que no es tuyo>>

Minutos después acabamos hablando en el vestuario, con el dolor marcado en el pecho, viendo como Cass se alejaba de mí. Sus ojos, humedecidos, reflectaban un gran dolor que tapaba su alegría habitual. La quería por encima de todo, y evitaba pensar que íbamos a acabar de aquella manera. Sentía que estaba entre la espada y la pared, aunque nada me dolió más que sus últimas palabras:

-Mañana pediré la renuncia.

Seguí en la misma posición en la que me había dejado Cass al salir por la puerta, mirando a un punto fijo en la pared de enfrente

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Seguí en la misma posición en la que me había dejado Cass al salir por la puerta, mirando a un punto fijo en la pared de enfrente. No quería que se fuera, no podía abandonarme, tenía miedo. No me había dado cuenta que estaba llorando. Las manos me  temblaban en los costados, y un gran vacío había inundado mi cuerpo. Dan apareció por la puerta, y al verme, me reprochó con la mirada.

-Por el amor de Dios. ¿Qué ha pasado? No me digas que...

-Déjame. - Dije aportándole.

-Te lo advertí, Luke.- me cogió del brazo y me lo estiró para que le mirara.- Déjala. No vamos a tirarlo todo por la borda ahora. Debes concentrarte.

- ¡Suéltame!

Salí a toda prisa, buscándola, pero no la encontré hasta que tocó volver a salir al escenario. Pero ella me evitaba, y con tanta gente a nuestro alrededor, no podía hacer nada.

A lo mejor debería dejarla, pensé, ella quería una vida normal, un novio que estuviera al cien por cien por ella, con un trabajo normal, a horas, no uno como el mio, que las 24 horas tenía que aguantar ser alguien que no era. Ella había descubierto mi verdadero yo, uno tan distinto al que ofrecía cara al público, uno que ella había conseguido sacar a la luz y que había venido para quedarse.

Un baile de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora