Casey
- Casey. - Miré a Susan que tenía una mirada triste. - ¿Estás pensado en ella?
- Lo siento. - Murmuré bajando la mirada, estabamos acostadas en mi cama y lo único que hacía era pensar en Andrea. Escuché un sollozo de su parte e hice una mueca. - Por favor no llores.
- ¿Por qué tienes que pensar en ella cuando estas conmigo?
- No lo sé, por favor para de llorar. - Tomé su cara entre mis manos. - Quizás sólo necesito cerrar ese libro.
- Pensé que ya lo tenías cerrado.
- Ponte en mi lugar, por favor.
- Tú ponte en mi lugar también, trató de que la superes pero no puedo cuando tú no quieres superarla. Quizás debemos tomarnos un tiempo. - Yo suspiré.
- ¿Quieres hacer eso?
- Sólo quiero que ambas estemos bien. - Cerré mis ojos. Piensa Casey.
Yo quiero a Susan pero algo me impide quererle como algún día lo hice con Andrea, aunque muchas veces no me incómodaba su contacto físico, tenía mis límites no como con Andrea. Dios, debo dejar de compararles. Tengo que resolver mis pensamientos.
- Quizás debamos tomarnos un tiempo. No quiero dañarte. - Ella sonrió levemente.
- Te daré el tiempo que necesites.
- No dudes en llamarme si me necesitas, ¿Si? - Ella me dió un leve beso antes de tomar tus cosas.
- Hasta luego, Casey.
- Hasta luego, Susan. - Ella se marchó de mi habitación.
Me tiré en la cama para ver el techo, ¿Cómo puedo resolver todo esto?, quizás Google lo sepa.
- ¿Qué pasa, hermanita?, tu novia no tenía buena pinta.
- Nos tomaremos un tiempo. - Noté como trataba de no sonreír. - Gregor, ¿Cómo puedo sacar a Andrea de mi cabeza?
- Sinceramente, no lo sé. Pero quizás ambas tienen una conversación pendiente. - Suspiré.
Mi celular sonó pero era sólo una alarma, mi reunión con el padre Alberto.
- ¿A donde vas? - Tomé una de mis sudaderas y tomé mi portátil junto mis lentes.
- Una reunión.
Tomé las llaves de mi nuevo auto y me apresuré a conducir hasta la Iglesia del padre Alberto. Cuando llegué habían unas cuantas personas sentadas, traté de hacer el menor ruido posible y sentarme en el mismo lugar que las veces anteriores.
- Oh, querida Casey. - Él se sentó a mi lado. - Siempre tan puntual.
- Vengo a mostrarle el prototipo de su página web. - Me puse mis anteojos y cuando iba a abrir la pantalla, él me detuvo.
- ¿Estás bien? - Yo suspiré.
- Sólo más problemas amorosos.- Suspiré tomando el puente de mi nariz entre mis dedos.
- Cierta chica vino por lo mismo.
- Andrea no es alguien religiosa.
- ¿Quién dijo qué era Andrea?
- No lo dijo, pero usted es bastante obvio y chismoso. - Él rió levemente ya que no podíamos meter demasiado ruido cuando había gente alrededor. - Bien, sigamos con esto.
- Esto Dios te lo pagará, jovencita.
- Si, Dios y usted me lo pagarán. - Dije pendiente de mi portátil, ¿Qué?, no porque sea un cura no le cobraré.
- ¿Has pensado en quizás averiguar que sientes por Andrea?
- No siento nada por ella.
- ¿Estás segura? - Asentí. - Del 1 al 10.
- 8.
- Eso no es estar completamente segura, incluso el rencor hacia una persona puede frenar que sigas adelante.
- No siento rencor ni nada por Andrea.
- ¿Por qué no?
- Porque ella no es alguien que pueda odiar o algo, simplemente me lastimó. Rompió mi confianza.
- Ella aun así tuvo el valor de decirte lo que hizo pero tú no le dejaste explicar toda la situación.
- No hay mucho que explicar, padre. Ella me engañó.- A ella le metieron algo en su bebida. - Yo le miré. - Sean tiene esa reputación, su abuela viene cada domingo y habla conmigo para preguntarme que hacer con su nieto rebelde.
- Estoy casi segura de que esta rompiendo uno de sus votos. - Él negó.
- Sólo te lo estoy diciendo para que pienses que quizás es esa conversación la que tienen pendiente. Quizás ella no te lo mencione porque no esta segura de que Sean le haya dado algo, pero cuando me lo contó supe la verdad.
- ¿Ese chico tiene un problema?
- Lo tendrá cuando lo denuncien. - Asentí volviendo mi mirada a la pantalla.
Maldito idiota.
- ¿No harás ninguna tontería luego de esto, no?
- Veamos la página, ha eso he venido.
- Casey.
- Padre. - Lo miré. Él tenía una mirada seria.
- Cuídate, ¿Si? - Yo sólo me límite a asentir.
El que debería cuidarse es Sean.
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Sólo tú
Teen FictionCasey nació con el síndrome de Asperger, creció bajo el manto de su madre y clases en casa. Nunca pudo socializar mucho y definitivamente Andrea lo notó. A diferencia de Casey, Andrea ha tenido una vida normal a pesar de los conflictos con sus padr...