Capítulo 47

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Casey

Estaba dándole mimos a Mario en la cama de Andrea, y sonreí cuando la vi pasar por la puerta con una bandeja en sus manos.

- El doctor dijo que tenías que consumir todas las proteínas posibles. - Ella besó mis labios y suspiré.

- Andy, puedo comer en la mesa. Mis piernas y mi cuerpo se pueden mover sin problema.

- Pero aún estas un poco débil, apenas esta mañana te dieron de alta. - Murmuró mirando hacia abajo.

- Andy, estoy bien. - Acaricie su mejilla, y en serio me sentía bien sólo un poco cansada. - ¿Comes conmigo?

- Lo lamento, debo volver a la universidad. - Yo hice un leve puchero. - Volveré apenas termine mis últimos exámenes.

Ella se había ido a los minutos después y yo sabía que iba algo tarde, casi siempre llegaba tarde a todas partes y yo ya me había acostumbrado a su desordenada vida hace mucho. Me aburría en casa ya que no tenía mis videojuegos conmigo, así que me levante y quise explorar un poco. En los pasillos colgaban fotos de su familia y nuestras, las cuales eran algunas antiguas y otras nuevas, bajé al primer piso donde colgaban unas obras de arte que ella hizo, tenía un gran talento pero para ella era solo un hobbie. Seguí mi camino hasta el patio y ahí habían unas cuantas flores pero se notaban que habían vuelto a la vida no hace mucho, un pequeño pensamiento pasó por mi mente.

Andrea definitivamente estaba mal y aun lo está, pude notarlo en el hospital, no solo por el hecho de su aparente incomodidad al estar ahí, si no que por su exageración ante mi salud. Puedo entender el miedo que alguien pueda pasar en un momento así, pero para mí era raro que ella se comportara así, ni mi madre lo hizo. Quizás ella tiene miedo a perder más gente a la que quiere, como con su madre.

- ¡Cass, te he traído algo! – Volví a la sala siguiendo el ruido que Andrea estaba provocando, encima de la mesa de centro estaban algunas de mis consolas con mi portátil, sonreí inmensamente. Cuando iba a acercar a tomar mi nintendo ella tomo mi mano reteniéndola. – Pero primero, tenemos que hablar. – Yo le mire y me senté junto a ella en el sofá.

- ¿Paso algo? – Ella negó.

- Sé que tienes un horario para tus videojuegos. – Yo asentí. – Pero tendremos que cambiarlo un poco.

- ¿Cómo? – La miré aterrada, no podía cambiar mis horarios. Eso arruinaría mis días, destruiría todos los planes que había planificado para esta semana.

- Es por tu bien, ¿Si? – Ella tomó mis manos pero me negué a aceptarlo. – Mira solo será un tiempo de tu día, sé que esto es difícil pero tendremos que reacomodar todo por un tiempo. Debemos ir por una inyección al hospital, tienes que comer adecuadamente, consumir tus vitaminas y dormir lo debido, cuando vuelvas a recuperarte un poco podrás volver a hacer tus ejercicios.

- Pero correr es sano. – No podía entenderlo, no solo no podría tener mis horarios sino que también me quitaría una de mis actividades recurrentes. Esto no puede estar pasando. - ¡No puedes hacerme esto! – Ella me miro algo sorprendida.

- Cass, amor por favor. No lo hago porque quiero, pero tu cuerpo se ha agotado y tiene que descansar, por favor entiéndelo.

- Lo entiendo, pero no puedes pedirme algo así. – Ella suspiro. – Nunca he cambiado mi rutina, no puedes pedirme que ahora lo haga.

- Te lo estoy pidiendo porque me preocupa tu salud, no puedes esforzarte mucho y sé que tienes tus tiempos para todo pero no son los correctos.

- Pero...

- Cass. – Ella me miro. – Por favor.

- No puedo hacer eso. – Lagrimas empezaron a formase en mis ojos, ¿Por qué no solo podía ser alguien normal? – Por favor, debe haber alguna manera en mi tiempo libre podemos hacer todo y prometo no correr demasiado pero no me hagas esto.

- No puedes Casey, compréndelo. – Fruncí el ceño.

- Tú eres quien no lo entiende. – Me levante. – Tú no me entiendes. – Me fui molesta al jardín.

A los minutos me arrepentí, ella no tenía la culpa de mis problemas de tener que planear todo lo que haría y sabía que tenía razón porque mamá me lo advirtió pero no pensé que Andrea se atreviera a decírmelo. Volví a la sala pero ella ya no estaba ahí, no quería que ella se molestara por mis boberías así que la busque por su casa y la encontré en su cama viendo televisión.

- Andy. – Ella me miró. - ¿Puedo acostarme contigo? – Ella sonrió levemente y asintió, me acosté a su lado y ella me abrazo para poder seguir viendo el programa de televisión. – Lo siento, sé que quieres lo mejor para mí y tratare de hacer lo mejor que pueda para adaptarme a nuestra nueva rutina.

- ¿Nuestra nueva rutina?

- Claro, si ambas estamos juntas tú eres parte de mi rutina. – La mire y me arrepentí al instante no quería que ella y nuestra relación era una rutina. – Me refiero a que tu estarás siempre dentro de mis rutinas y eso significa que siempre estarás en mi vida, y eso es bueno porque...

- Empiezas a divagar, he entendido. – Ella besó mi sien sonriendo. – También tratare de que tu rutina no cambie mucho, ¿Si? – Yo asentí.

- Gracias.

- ¿Por qué?

- Porque solo tú te preocupas de esta forma por mí.

Sólo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora