Capítulo 34

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Andrea

Apenas subí al taxi le di la dirección al chófer, en el camino preparé mi peinado y mi maquillaje, el caballero me miraba algo raro pero me daba igual. Cuando llegamos al gran edificio me costó un poco la conversión de la moneda pero él me ayudó un poco, al menos eso espero. En la recepción me veían extrañados mientras hablaba.

- Yo. - Me señalé. - Vengo al baile. - Terminé despacio mientras hacia señas, la recepcionista empezó a reír.

- Nunca te he visto por aquí, ¿De quién eres pareja esta noche? - Ella vió algo en su ordenador mientras la miraba asombrada, claro que me entendía.

- De Casey West, ella no lo sabe. Soy su novia.

- Oh, tú eres Andrea. - Yo me sorprendí un poco. - Casey es muy popular por aquí y siempre presume de ti, sube al piso 20 en el salón de eventos esta el evento de navidad.

- Arigatou gozaimasu. - Ella sonrió y supe que practicar esa palabra toda la semana fue útil.

- Por nada.

Fui rápidamente al ascensor y suspiré, estaba nerviosa, hace más de un año no la había visto de esta forma y hoy por fin era el día. Las puertas se abrieron y caminé al salón de eventos donde una suave música sonaba, al abrirla me encontré con muchos jóvenes bailando y comiendo.

- Hey, yo te he visto en alguna parte. - Un chico se acercó a mi y por fotos pude reconocerle, Fred. - Oh, tú eres...

- ¿Has visto a mi novia? - Asintió.
- Esta bailando con Susan.

Una pizca de celos creció en mi pero decidí no tomarla en cuenta para caminar hacia donde me señaló Fred y ahí estaba, bailando a una distancia moderada con Susan, cuando ella me observó dejó de moverse y yo sonreí. En cosa de segundos tenía sus labios sobre los míos, definitivamente esas horas de vuelo en ese incómodo asiento al lado del niño preguntón valieron la pena.

- Feliz navidad.

- Muy feliz navidad. - Me murmuró. - ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

- Porque eso arruinaría el factor sorpresa. - Sonreí. Una canción lenta empezó a sonar, perfecto. - ¿Me concedes esta pieza?

- Claro que si.

Estuvimos bailando hasta que ella estuvo cansada, nos sentamos junto a sus amigos y era de verdad agradables pero la verdad quería estar a solas con mi novia.

- ¿Estás cansada? - Yo la miré.

- ¿Por qué lo preguntas?

- Porque tienes ojeras y sé que es viajar a Japón en un incómodo asiento por horas.

- Bueno, valio la pena. - Le di un corto beso en sus labios.

- Vamos a mi habitación. - Tomó mi mano guiándome por el gran edificio.

Ella abrió una de las muchas puertas que tenía el lugar y pude ver la habitación que siempre veía a través de la pantalla. Era mucho más grande de lo que se veía y podía notar que era de Casey por el orden que tenía.

- Te ves muy linda. - Sonreí.

- Tú también. - Abracé su cintura.
- ¿Cómo lo has logrado?

- Bueno, tenía dinero de las ganancias y un poco que me dió papá.

- No debiste gastar dinero.

- No podía pasar más tiempo sin ti. - Murmuré tomando su cara entre mis manos. - No podía estar más tiempo sin tocarte, sin besarte, sin abrazarte.

- Te amo.

- Te amo también. - Sonrió y delinié sus labios con mi dedo.

- Cuando vuelva a América tendremos un gran apartamento cerca de la florería, así podré ayudarte y no tendrás tanto trabajo.

- Cuando vuelvas me importará un demonio todo con tal de pasar tiempo contigo.

- Eso no esta bien. - Sus manos tomaron las mías. - También debes tener tu vida aparte de esta relación, hay que tener un equilibrio.

- Creo que Japón te ha cambiado.

- ¿Eso es malo? - Negué.

- Has crecido.

La besé y sus manos acariciaron mi cuello con suavidad, no sé en que momento caímos en su cama pero me daba igual. Seguí con el beso mientras nos poníamos cómodas. Siempre me ha causado gracia que ella no se daba cuenta de lo que hacían sus manos, en este momento estaba en el cierre de mi vestido. Cuando empezó a bajar el cierre el golpe en la puerta nos interrumpió, ella rió levemente cuando escuchó mi gruñido, besó mi nariz antes de levantarse para abrir su puerta.

- ¿Qué pasa Fred? - Escuché mientras trataba de volver a respirar con naturalidad. - No, Fred esta no es tu habitación. Ahora deja este vaso aquí y camina tres puertas a la derecha, ¿Bien? - Sonreí divertida. - No Fred, eso no esta bien. Si haces eso Takeshi te golpeará. Sé que tengo la razón. Si, yo también te quiero. - Ella cerró la puerta con una sonrisa y un vaso en su mano que dejó en su escritorio.

- ¿Todo bien?

- Si, sólo tomó de más. Ahora, ¿Qué nos quedamos? - Alcé una ceja cuando ella volvió a mi lado.

- Si, definitivamente es un buen cambio.

Ella volvió a iniciar un beso y siguió con su trabajo de bajar la cremallera, pero su teléfono sonó. ¿En serio?, esto era horrible.

- Lo siento, es Greg. - Murmuró tomando su teléfono. - Feliz navidad a ti también. - Suspiré pero una idea cruzó por mi mente. - No, tranquilo. Ya me iba a la cama. - Acerqué mis labios a su cuello y sentí su respiración detenerse. - Yo también los quiero, si eso me parece una buena idea. - Seguí con mi trabajo y pude notar el calor en sus mejillas. - Claro, deberías intentarlo. No, ella no te odia. Porque soy mujer y soy tu hermana, y su amiga.

- Despidete. - Murmuré en su oído.

- Esta bien Gregor, ¿Puedes llamarme en la noche de allá?, gracias adiós. - Ella dejó el teléfono a un lado y sonreí. - Parece que no soy la única que ha cambiado.

- No sé de que me hablas. - Sonreí burlonamente.

- Pequeña niña traviesa. - Ella volvió a capturar mis labios.

Si, definitivamente este viaje había valido la pena.

Sólo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora