Capítulo 36

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Andrea

Estaba podando los bonsai que guardabamos atrás cuando escuché la campanilla de la puerta principal, dejé las tijeras a un lado y fui a la parte posterior de la tienda.

- Bienvenido, ¿En qué... - La sonrisa que llevaba se borró ante la visión del chico con cabello azul. - ¿Qué haces aquí?

- Vengo por flores, tranquila Andrea.

- ¿Qué flores quieres? - Lo observé y con sólo eso me empezaba a enfadar.

- ¿Cuales te gustan? - Y ahí estaba su maldita sonrisa que me daban ganas de vomitar.

- Vete de mi tienda, la próxima vez no dudes en que llamaré Tom, quien es policia. Vete Sean.

- No entiendo porque me odias. - Yo alcé una ceja asombrada por su hipocresía.

- Bien, primero me persigues desde que llegué a esta maldita ciudad, segundo por tu culpa perdí a mi novia, tercero porque estoy casi segura de que esa noche le metiste algo a mi bebida y cuarto pero no menos importante, no paras de acosarme, demonios estoy a una visita más de tu parte de ponerte una orden de alejamiento.

- Bien, mejor te buscaré cuando no estes en tus días.

Sean se marchó sin mirar atrás y suspiré, cada vez que lo veía me recordaba el error que cometí que me obligó a terminar con el amor de mi vida, cada día lo lamento. Llevo 6 meses refugiándome en la florería y en seguir con mis estudios, hablando de la florería debo volver a podar ese bonsai. La campana volvió a sonar y suspiré.

- Sean te dije que... - Al voltearme me encontré con Gregor. - Oh.

- Que gran ofensa es llamarme Sean, cuñada. - Yo bajé mi mirada.

- Ya no soy tu cuñada.

- Siempre lo serás en mi corazón. - Rodé mis ojos y él rió. - Traigo noticias.

- Eres como una vieja chismosa.

- ¿Quieres o no las noticias? - Él se cruzó de brazos frunciendo el ceño.

- Sólo dilas. - Empecé a caminar a la parte trasera ya que sabía que me seguiría.

- Son dos dólares. - Lo miré mal y él sonrió. - Era una broma. Adivina quién volvió a la ciudad.

- Dianne no, porque no te vería por la ciudad hasta que se fuera. - Él rodó sus ojos. - No lo sé, ¿Harry Potter?

- No, eres pésima en este juego, ¿Lo sabías? - Me encogí de hombros mientras seguía con mi trabajo. - Mi hermanita ha vuelto hace una semana. - Demonios, me he equivocado en el corte.

- ¿Hace una semana? - Dejé las tijeras de lado para poner atención en él. Gregor asintió. - Justamente dos años. - Murmuré.

- ¿Disculpa?

- Nada, ¿Cómo esta ella?

- Dios, esta tan madura. Es muy diferente verla unos minutos por una pantalla que verle todo el día cara a cara, casi no juega videojuegos porque esta haciendo negocios con inversionistas todo el día. Y Su...

- ¿Su...? - Lo miré ya que se había cortado derrepente.

- Y su trabajo es muy bueno. - Él sonrió.

- ¿Crees que pueda verle? - Pregunté esperanzada, quizás si ponía de mi esfuerzo podría perdonarme.

- Si puedes. - Sonreí. - Pero ella no va a querer.- Mi felicidad se fue rápidamente. - Lamento eso, sólo quiero ser sincero, quiero que ustedes vuelvan.

- Yo también lo quiero pero como dijiste ella no quiere verme, tenemos que respetar su decisión. - Le dí la espalda para volver a mis pequeños árboles.

- ¿Qué te ha pasado?, hace 6 meses tuve que detenerte más de 10 veces para que fueras a Japón.

- Hace 6 meses terminamos, hace 6 meses le rompí el corazón y tenía oportunidad de al menos conseguir su perdón. Hace 6 meses ella no estaba con Susan. - Él parecía sorprendido por lo que vi en su reflejo en uno de los espejos que tenía.

- ¿Cómo lo sabes?

- Tori me lo comento omitiendo el hecho de que ella estaba aquí. - Murmuré tratando de arreglar el error que había cometido hace un rato, al menos este era remediable.

- ¡¿Y no has tratado de contactarle?!

- ¡Lo hice durante 2 meses, Gregor! - Le grité. - ¡Pero ella tiene que decidir que hacer con su vida, no tú, no tus padres, no Tori, no yo! - Me voltié a verlo y parecía estar pensando en lo que decía. - ¡Y ni pienses en que no luché por ella porque si lo hice y tú lo sabes!, ¡¿Sabés cuanto lloré por lo que hice?!, ¡¿Sabés cómo sigo torturandome con lo que hice?! - Me voltié una vez más para evitar que viera las lágrimas que empezaban a salir por mis ojos.

Un silencio se formó en el lugar antes de escuchar la campanilla de la puerta, me voltié y Gregor ya no estaba aquí. Decidí que estaba bien de trabajo por hoy, así que cerré todo el lugar y cuando puse la última cerradura del local, caminé al auto que tenía a unas calles pero antes saqué un cigarrillo mirando el cielo que misteriosamente estaba gris.

- Lo sé mamá, a mi también me deprime en lo que he caído pero es lo único que tengo.

- ¿Andrea? - Me voltié y me apresuré a botar el cigarrillo ante la visión de la persona que tenía enfrente. Mi tío Jeff. - Tranquila, ya era lo suficientemente mayor para saber lo que haces. - Asentí. - ¿Estás bien? - Volví a asentir.

- Yo ya me iba a casa.

- Oh, esta bien. - Volví a asentir. - Oye, - Lo miré a sus ojos y vi esa mirada tan cálida que siempre tuvo. - sabes que aún tienes más familia aquí. Desde que Alex se fue a Miami no te hemos visto por casa.

- Si, bueno desde que papá se fué he estado ocupada, quizás uno de estos días vaya a vuestra casa.

- También es tu casa.

Sabía que era de mala educación dejar a alguien hablando solo pero ya no quería hablar con mis tíos, verlos me recordaba los almuerzos con Casey luego de las correcciones de los juegos de mi tío.

Debo de dejar de torturarme por eso, pero era inevitable no sufrir cuando lo más importante de mi vida ya no estaba a mi lado.

N/A: No me odien:( y por cierto, he publicado una nueva historia titulada "Sobredosis", es bastante interesante quizás les guste o quizás les encante, quién sabe. Bye bye xo.

Sólo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora