Capítulo 37

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Casey

- Creo que si le comprar un flor puede que deje de estar enfadada. - Hice un puchero mirando a mi hermano. - No entiendo como se ha enfadado por eso.

- Creo que es motivo suficiente que la dejara plantada en un restaurante bastante elegante. - Él rió. - No es gracioso.

- Pensaba en lo irónico que sería que le regalases flores. - Yo rodé mis ojos. - Inténtalo de todas formas, con uno de esos globos y peluches.

- Bien, dame las llaves de tu auto.

- ¿Por qué tengo que darte las llaves de mi auto?

- Porque aún no me compro uno y soy tu hermana favorita.

- Eres mi única hermana.

- Lo cual por descarte me hace tu favorita, ahora dame las llaves. - Le sonreí mientras le hacía ojitos, él suspiró y sacó sus llaves pero se detuvo antes de darmelas.

- Toma. - De su bolsillo sacó un cupón y por el logo supe de quien era aquella florería. Lo miré y él tenía una sonrisa. - Ella debe estar en sus clases, si te apresuras sólo te encontrarás con Matt, su ayudante.

A pesar de que no me traía buenas vibras ir a esa florería de todas formas lo hice por el descuento que hacían. Al llegar al lugar pude observar que estaba igual de como estaba la última vez que la vi. Cuando entré la campanilla sonó y un adolescente se asomó con una sonrisa.

- Muy buenas tardes, ¿En que puedo ayudarle?

- Necesito 10 ramos de rosas blancas. - Él me miró algo extrañado antes de asentir.- Tengo un cupón para un descuento en mi compra.

Luego de darle el dinero, él fue a la parte trasera y al parecer tenían ramos ya hechos, un buen método para ahorrar tiempo. Él me ayudó a llevarlas al auto para cuando le iba a dar su propina noté que en la esquina de la calle venía una chica que se me hacía familiar, no me quedé para averiguarlo y le di un billete cualquiera al chico para poder irme lo más rápido posible.

Cuando tenía todos los regalos listos, le pedí ayuda al cuidador del edificio, al cual tuve que pagarle. Cuando me las arreglé para que todo lo que tenía se viera ordenado frente a la puerta de Susan, toqué el timbre y esperé a que esta se abriera. Cuando esta se abrió pude observar a mi novia en uno de sus pijamas de Pokemón, sin maquillaje y con el pelo alborotado, se veía muy linda.

- Casey. - Ella abrió sus ojos asombrada y yo le sonreí.

- Fui una tonta, no debí meterme tanto en el trabajo y debí haber ido a nuestra cena. ¿Me disculpas?, he traído regalos. - Ella tomó las flores de mis brazos y las dejo en la entrada antes de abrazarme y darme un corto beso.

- Eres demasiado perfecta para este mundo, ¿Lo sabías?

- Me lo han dicho. - Sobre todo Andy. Basta.

- ¿Quieres pasar?, estaba por pedir una pizza.

- No me digas que estabas deprimida por estar enfadada conmigo. - Ella tomó el peluche y el globo mientras yo le abrazaba por la espalda.

- No sé para que lo preguntas si ya sabes la respuesta. No me gusta estar enfadada contigo, pero estuve una hora esperándote ahí y el chico no paraba de pedirme el número mientras te esperaba, tuve que comer sola y él seguía con lo mismo, estuve a punto de golpearle cuando me encontré con Takeshi quién lo asustó con sus artes marciales que corren por sus venas.

- Pues lamento por hacerte pasar un mal rato. - Nos recostamos en el sofá y ella se acurrucó en mi pecho. - Trataré de que no se vuelva a repetir.

- Las flores son muy lindas, ¿Dónde las has comprados?

- En una florería del centro. - Respondí y me apresuré a poner algo interesante en su televisión.

Sabía que si ella se enteraba donde había comprado las flores seguramente se volvería a enfadar y me tiraría las flores por la cabeza. Me prrguntaba si esa chica era Andrea, porque si lo fuera era una versión bastante deprimente de ella pero no lo creo, ella siempre ha sabido llevar las cosas con optimismo y de seguro debe estar feliz con Sean.

- ¿En que piensas? - Miré los ojos verdes de mi novia y me forzé a sonreír levemente.

- En nada importante. - Mentí.

- Sabés que pensabas en algo importante, tenías esa cara tuya.

- Sólo pensaba en que quizás vaya a la iglesia uno de estos días.

- No sabía que eras alguien religioso.

- Si supieras todo de mi tendría que asesinarte. - Bromee haciéndola reír. - No lo soy, pero quiero ver algo.

- ¿Quieres que te acompañe? - Negué.

- No es necesario, sé que no te gustan esas cosas.

- Esta bien. - Ella me dió un corto beso antes de volver su atención a la televisión.

¿Todavía estará ahí ese cura divagador?

Sólo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora