Andrea
Al abrir mis ojos vi el espacio vacío en mi cama, fruncí el ceño al ver un montón de billetes en la mesa de noche. Me puse mi ropa de dormir y bajé buscando a Casey pero no la vi en ninguna parte, suspiré pesadamente y cuando volví a la cocina noté una pequeña nota en el refrigerador.
"Hey, he tenido que arreglar unas cosas. Lamento irme así y te he dejado el dinero de la multa, gracias por lo de ayer. Por todo. Luego te llamo xo.
- Casey"
Suspiré y abrí mi refrigerador pero no había nada para comer, tendría que ir al supermercado pero de todas pasaré a una cafetería. Conduje al centro de la ciudad y entré a la misma cafetería de siempre, el chico sólo me trajo el café ya sabiendo que pedía lo mismo cada mañana. Cuando comía mis tostadas pude notar a una pelirroja bastante familiar acompañada por un castaña, Casey.
No quería malinterpretar nada así que me quedé en mi lugar observando su interacción desde mi lugar. Un pizca de celos llegaron a mi cuando Casey tomó sus manos, ¿De qué hablaban?
- Oye. - El camarero se acercó a mi. - ¿Sabés de que hablan esas chicas? - Él se encogió de hombros
- Por lo que pude escuchar, hablaban de retomar su relación.
Dejé un billete encima de la mesa y me fui de ahí. Fui una idiota, claro que ella sólo quería aclarar su mente. No puedo creer que Casey hiciera algo así, pero Casey no es así, al menos cuando estaba conmigo no era así. ¿Qué hago con mi estúpida mente?, debo esperar a que me llame y me explique todo. Fui a comprar unas cosas al supermercado y al salir vi a una niña con una caja de gatos, volví al supermercado y compré comida para gatos, la tentación me había ganado y le pedí que me diera uno. Eran pequeños gatos grises y elegí uno que tenía ojos celestes, me recordó a Casey por su ternura, bien he caído bajo.- ¿Prometes cuidarle? - Asentí. - ¿Por la garrita?
- Por la garrita. - Entrelazé nuestros meñiques y ella sonrió.
- ¿Cómo le llamarás?
- Ya que es chico le pondré Mario.
- ¡Como Mario Bros! - Yo asentí. - Bueno, es hora de irte a tu nueva casa Mario.
- Suerte, adiós. - Lo tomé en mis manos, era tan pequeño y frágil, cuando lo subí al auto se quedó dormido en el asiento del copiloto.
Al llegar a mi casa en el pórtico estaba sentada Casey jugando con su teléfono. Ella estaba en su mundo y ni siquiera notó que estaba entrando las bolsas del supermercado hasta que sólo me quedaba dejar en casa a Mario.
- ¡Tienes un gato! - Ella se acercó a mi para acariciar al pequeño gato que parecía disfrutar las caricias de Casey.
- Si, bueno lo acabo de adoptar.
- ¿Cómo lo has llamado?
- Mario. - Ella rió levemente.
- El único videojuego que sabes jugar con decencia. - Yo fruncí el ceño y ella borró su sonrisa. - Entre otros.
- ¿Ha qué has venido? - Ella se alejó un poco de mi para entrar en la casa y yo dejé al pequeño gato en el suelo para que recorriera la casa.
- Tenemos que hablar. - Yo asentí y nos sentamos en el sofá de la sala. - Ayer todo fue increíble, en serio pero te hice perder un vuelo y quiero devolverte el dinero.
- Da igual, no me hace falta el dinero. - Ella hizo una mueca. - ¿Puedes ir al grano?
- Hoy he hablado con Susan. - Aquí viene. - Hemos terminado definitivamente, y creo que se lo a tomado bien.
- Oh.
- ¿Sólo dirás oh?
- No sé que más quieres que te diga. - Murmuré. - Tengo claro que nosotras...
- Te quiero. - Yo la miré, eso no me lo esperaba. - No fué tu culpa, no te culpes por algo así. Si me siento algo dañada por eso pero estoy asumiendo todo, sabes que siempre me cuesta entender un poco todo pero...
- Casey, ya no soy la misma chica que antes.
- Yo tampoco. Pero podemos volver a empezar y quiero enamorarme una vez más de ti.
Sentí mis lágrimas caer y tape mi cara rápidamente, esto es tan vergonzoso. Yo no merecía a alguien como ella, ella necesitaba a alguien que este a su nivel.
- ¿Por qué lloras?
- No te merezco.
- No se trata de merecer a alguien o no, nadie es mejor que nadie. Se trata de quererse y respetarse, se trata de amar. Eso me dijo mi abuela. - Ella me abrazó y busqué su reconfort y lo encontré.
Es como si hubiera vuelto luego de un largo viaje a mi hogar, era esa comodidad que sólo una persona podía darte y Casey era la única que podía volver a reparar mi corazón marchito.
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Sólo tú
Ficção AdolescenteCasey nació con el síndrome de Asperger, creció bajo el manto de su madre y clases en casa. Nunca pudo socializar mucho y definitivamente Andrea lo notó. A diferencia de Casey, Andrea ha tenido una vida normal a pesar de los conflictos con sus padr...