Capítulo 31

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27 de Diciembre de 2017

El día amaneció nublado, sin embargo, aquello no fue motivo suficiente para que me sintiera mal. Era mi día.

El chirriante ruido de la cafetera atravesaba mi cabeza de oído a oído sin dejarme escuchar a todos los transeúntes de aquella humilde pero negociadora ciudad.

Me encontraba en un cochambroso motel en la mismísima ciudad de Nueva York, ya habían pasado varios días desde que amanecía en esa ciudad. La noche anterior había tenido que trabajar en la cafetería hasta casi bien entrada la madrugada, cuando ya empezaba a notar las primeras décimas de fiebre. Fiebre que por desgracia mía comenzó a aumentar tras despertar.

Residía en el motel que se situaba encima de la cafetería donde trabajaba. Al llegar a Nueva York no tuve ningún tipo de alojamiento, y por ello pasé todo el primer día buscando un trabajo y así poder pasar la noche en algún lugar. Llevo varios días trabajando duro y finalmente he logrado conseguir el dinero suficiente para alquilar un piso, a unas manzanas de Central Park. Al parecer es un piso compartido, quién iba a decir que yo, Camila Cabello ex-integrante de Fifth Harmony, iba a estar en la ciudad de Nueva York, compartiendo piso con alguien que ni siquiera conozco.

Salí de la ducha, con la toalla enrollada en mi cabeza, haciendo tope a todos los pensamientos que pasaban por mi mente en aquel momento. Me miré al espejo y para colmo, mi aspecto físico dejaba mucho que desear. Sentía un malestar en todo mi cuerpo mientras me cepillaba el cabello, arrancándome algunos pelos que quedaron atascados en mi cepillo por fuertes nudos.

Vestía de forma casual, un par de pantalones apretados y un jersey de punto rosado. Un par de calcetines con plátanos, los que milagrosamente me darían suerte aquella mañana, acompañando a unas zapatillas de tela blancas. El pelo hecho un desastre, a pesar de haberme peinado unas 5 veces, caía por mi espalda hasta rozar mi cintura dándome un aire desenfadado.


3 horas más tarde...

Mi mañana en la cafetería terminó bastante rápido, era curioso como miles de personas trajeadas llegaban a la cafetería solo para pedir una tila. Cada mañana, podía sentir el gran estrés de esta ciudad entrando por aquella puerta.

Eran ya las 13:20, sentada en el típico taxi color amarillo, en una de las calles más ajetreadas de toda la ciudad de Nueva York. Me mantuve repasando una y otra vez las líneas del contrato del apartamento y donde en letra negrita decía "estar puntualmente a las 14:00 pm". A estas alturas llegar a la hora pautada era imposible, y si le añadimos el hecho de que el tráfico aquella mañana era excesivamente insoportable, entonces, podríamos decir que este no era uno de los días en los que sería puntual.

Camila: Perdone, ¿podría usted acelerar un poco? Necesito llegar puntual a una cita. - le pedí educadamente.

- Señorita, - me miró por el retrovisor - sé que aquí en esta ciudad todos estáis muy apurados, pero este taxi no es volador, y tampoco me gustaría ir a la cárcel por conducir por encima de los demás autos. - dijo el taxista un tanto grosero.

Camila: Está bien, - me limité a responder tras un suspiro - gracias de todos modos.

Después de 40 minutos el taxi paró.

- Ya ha llegado usted a su destino, señorita. - se despidió el taxista después de aceptar mi dinero.

Después de aquel pequeño incidente con el taxista odioso, entré corriendo al piso donde viviría de ahora en adelante. El recibidor era un tanto grande, pero no tardé ni medio segundo en encontrar al chico que me lo alquilaría. 

Polaroid  || Camila Cabello & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora